Cada vez que alguien menciona el nombre de Sarah J. Maas entre algunos aficionados a la fantasía, la respuesta inmediata es «porno de hadas». Tanto es así que ya parece haberse convertido en un meme aplicable a toda la obra de la escritora estadounidense, pese a que la saga Trono de Cristal mantiene un tono menos deudor de contar guindillas que otras de sus obras. Es más, hasta hace poco pensaba que todo esto del porno de hadas era una exageración, una especie de prejuicio sin más, tras leer las primeras tres entregas de la otra saga principal de la autora (ACOTAR, Una Corte de Rosas y Espinas). Que sí, que hay escenas subidas de tono o lo que algunos llaman spicy, pero nada del otro mundo... Pero eso fue hasta llegar a Una Corte de Llamas Plateadas, el cuarto volumen oficial de la saga (hay un pequeño especial en medio) y el cual deja a la protagonista de las anteriores, Feyre, en un segundo plano, para centrarse en su hermana mayor, la odiosa Nesta. Y sí, lo confirmo: es el libro que me ha enseñado qué es el dichoso porno de hadas (algo sin lo que podía vivir, creedme).
Menos argumento que una peli de adultos
En Una Corte de Llamas Plateadas, Nesta ha comenzado un camino hacia la autodestrucción tras el asesinato de su padre en la batalla final del tercer volumen. Por muchos poderes que tenga, hay heridas que solo se superan bebiendo y acostándose con gente... hasta que su hermana Feyre, su cuñado Rhysand (ay, para lo que has quedado cuando te han domesticado...) y medio reino ya no la soportan y deciden que se ponga a entrenar y se deje de rollos y al que le cae el marrón es a Cassian, el otro bad boy de la saga. Sobre él, decir que si lo mencionas delante de cualquier lectora promedio de Sarah J. Maas te dirá que es su marido y que si no estás de acuerdo, te romperá los huesos de la forma más dolorosa posible. Me parece correcto.
Y ahí está todo el libro. «Y me dirás: pero... si son como unas 700 páginas». Bien, el resto del libro, más allá de alguna excusa fantástica como unos tesoros vinculados a la muerte y antiguos seres que buscan reclamar el poder como en una especie de Juego de Tronos de chichinabo, consiste en hilar una escena de cama tras otra, tras otra, tras otra... Y no de esas escenas de cama precisamente que tienen algún fundido a negro. No, aquí vas a tener la descripción con todo detalle. ABSOLUTAMENTE. CADA. DETALLE. Y con una traducción que, en ocasiones, hace que me ría sin parar. Y con sus maniobras aéreas, sus subidas y sus bajadas, su "a qué sabe esto" y "a qué sabe lo otro» y sus frases rocambolescas entre los amantes que hacían que tuviese que taparme la cara mientras iba al trabajo escuchando el libro (un aplauso, por cierto, a Cristina Puertas, la narradora de Audible... Hay que ser una crack para no reírse leyendo ciertas cosas).
En cierto momento, mi pensamiento fue claro: el libro no era para mí, estaba escrito para el público objetivo de la obra, ese que disfrutó tanto de las escenas de cama de los libros anteriores que le dijeron a la autora: «dame más» y ella se lo tomó al pie de la letra. ¿Hace esto que este libro sea deleznable? A ver... siempre defiendo que en la fantasía debe haber de todo y que el romantasy ha conseguido su éxito gracias a autoras como Sarah J. Maas. Para mí, no es un problema: algunos se quejan de que la romantasy está devorando el espacio para otros subgéneros de la fantasía y yo diría que también Brandon Sanderson y nadie dice nada. Del mismo modo, hay gente que se queja de que las escenas de Maas sean muy descriptivas cuando habla del fornicio, pero no cuando otros escritores narran escenas violentas dentro del grimdark. Por tanto, sería hipócrita criticar ahora el porno de hadas. Simplemente, con no leerlo si no te gusta, ya estaría. Que cada uno sea libre de hacerse el kamasutra escrito por Campanilla como desee.
El final de la saga (para mí)
Para las seguidoras de la saga, este es el libro donde Nesta se reivindica y pasa de ser una criatura odiosa a una mujer que supera sus errores, tiene amigas, entrena y sigue luchando por ser mejor. Se rompe y se vuelve a armar (aunque esto, en este contexto, pueda leerse con otra intención...). Además, es donde conocemos con más calma a Cassian, ese bruto con buen corazón que acompaña a los personajes principales. Y tenemos un final mejor que el que tuvimos en Amanecer, el último libro de la Saga Crepúsculo (referente indiscutible de la literatura moderna), donde Bella paría a Chucky. Aquí tenemos una referencia a ese gran chiste de: «doctor, ¿cómo es mi bebé recién nacido?» y la respuesta es: «Es tan feo que, si lo lanzo al aire y vuela, es un murciélago».
De lado queda el reino y todo lo demás frente a una historia que tiene poco, muy poco de autoconclusiva, y que hace que muchas lectoras estén esperando cualquier noticia de la siguiente entrega de ACOTAR. Dudo de que continúe con la saga (ya he cumplido mi consabida penitencia), aunque sí seguiré con Trono de Cristal, pero pienso que la autora es algo más que "porno de hadas" siempre y cuando vayamos por los territorios de Celaena (la protagonista de Trono) y no tanto por los de Nesta y compañía, pero, acaso, ¿la fantasía no debería ser un terreno salvaje donde cada uno elija qué desea leer?