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Nueva temporada de Doctor Who. ¿Estará a la altura del Señor del Tiempo? |
A Writer’s Tale es un libro imprescindible para todos los seguidores de Doctor Who, pero también para cualquiera interesado en el proceso de creación de una serie. A través de unos correos de Russell T. Davies, descubrimos más del showrunner que revivió la emblemática serie en 2005. Con ese vistazo entre bambalinas, sabíamos más de lo bueno y lo menos bueno tras la creación de su primera etapa con el Doctor. Y ahora, en 2025, se me antoja necesaria una segunda parte que abarque el nuevo periplo del showrunner.
El regreso
Después de los especiales del sesenta aniversario y la primera temporada con Ncuti Gatwa como el Doctor, hemos tenido una nueva tanda de episodios que se ha sentido rara, quizá porque nos faltan más capítulos (antes, salvo excepciones, teníamos unos trece por temporadas) y porque puede que no haya estado tan hilvanada como sus predecesoras. Si a esto sumamos además que hemos tenido el peor episodio de la era Gatwa (si Eurovisión ya es un chanchullo insoportable, imagínense en si fuera universal), la sensación ha sido agridulce... pese a algunos buenos momentos.
Todo empezó con un especial navideño, Joy to the world, que supo a poco, pese a su triste final y que ha terminado siendo más importante para la época de Gatwa de lo que esperábamos. Por mi parte, fue interesante porque lo pude ver mientras estaba de vacaciones por Irlanda y siempre está bien estar cerca del Doctor (aunque ha visitado demasiado poco Irlanda para mi gusto…).
Luego, tuvimos el inicio de temporada con The Robot Revolution, que partía de una idea interesante (la enfermera Belinda acaba en un planeta porque le regalaron una estrella en su día), pero se desinfló rápido pese a la mala leche de Davies.
El siguiente remontó con Lux, donde se enfrentaban a un dibujo animado, teníamos una épica ruptura de la cuarta pared y se planteaba la idea de que el fin del mundo sería el 24 de mayo.
Sobre The Well, no dejó de ser una interesante secuela de Medianoche, uno de mis episodios favoritos de la era original de Davies.
El siguiente capítulo, Lucky Day, fue otra respuesta de Davies a los haters, con una trama que recordaba a Amor y monstruos (uno de los episodios peor valorados por los fans de la etapa original de Davies... pero que a mí me encanta), pero pronto terciaba a otra cosa.
Lamentablemente, The Story and the Engine prometía ser más de lo que finalmente nos dio: en Lagos, tenemos a una especie de dios siendo peluquero y alimentándose de historias… pues ok. El siguiente fue The Interstellar Song Contest, que me hizo tener ganas de abandonar la serie, mi casa e incluso mi vida.
Por suerte, tras estos dos blufs, llegaron los dos episodios finales, con Wish World (al que le faltaron muchos minutos a la hora de plantear su distopía y que nos recuerda demasiado al final de la tercera temporada del Doctor de Tennant) y The Reality War, que en realidad es una excusa con muchos cameos y menos alma de la que debería.
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Ncuti Gatwa y Varada Sethu hacen un buen dúo, pero los guiones nunca están a la altura de ambos. |
¿Fagocitándose a sí misma?
Confieso que me encanta cuando Russell T. Davies se enfada y va en contra de todos los haters que ha dicho que Doctor Who es woke, como si no lo hubiese sido siempre. Episodios como el dedicado a Conrad (ese incel) u otros monstruos reales que asustan más que los daleks, me han encantado precisamente por el cabreo de Davies, aunque no fuesen tan redondos argumentalmente y la companion, Belinda, jamás haya llegado a brillar del todo (no es un problema de la actriz, a la que hemos visto en la magnífica Andor).
Sin embargo, da la sensación de que Davies debe arreglar todo en cincuenta minutos y, en ocasiones, todo queda simplista o apresurado, a lo que se añade que la etapa Gatwa ha carecido de cameos de personajes famosos o su unión a tramas más mágicas, como la aparición de una especie de Anansi no ha terminado de convencer. Más interesante ha sido cuando Davies ha roto la cuarta pared, ya fuera con la insoportable de la señora Flood o lo mejor, con ese episodio donde el Doctor se enfrentaba a un dibujo animado.
Da la sensación de que el regreso de Davies, aunque añade elementos nuevos como un panteón de extraños dioses, es un revival de todo lo que hizo grande a su etapa (tenemos ahí una secuela de Medianoche), pero también de la serie clásica con menciones y amenazas que ya estaban presente en el pasado. Esto hace que a veces se sienta que Doctor Who se está fagocitando a sí misma, algo que podría convertirse en un problema si las innovaciones no superan a los relanzamientos y los constantes guiños al pasado. Pienso que, en 2005, Davies era capaz de hacer estos guiños, pero también hacer que el espectador siguiese enganchado a todo lo nuevo que se le presentaba, fuese fan o no de la serie original. Ahora… me genera más dudas.
¿El futuro del Doctor?
Haber conseguido el apoyo de Disney y que la BBC haya vuelto a creer en la serie, ha hecho que tengamos mejores efectos especiales, pero también tiempos más ajustados que se notan en los guiones o en la música de un Murray Gold que ha tendido, como la propia serie, a autohomenajearse sin aportar en demasía (una lástima, cuando siempre hemos sentido capaces de crear extraordinarias fanfarrias). Ahora nos queda por ver si tenemos una pausa mayor con futuras temporadas que permita limar los problemas. No obstante, en camino ya está la Guerra entre la tierra y el mar, una miniserie ambientada en el llamado Whoniverse.
El mayor problema de esta segunda temporada (o la quince, según cómo se mire) entra en los terrenos del spoiler. Tenemos como gran amenaza de la temporada a la Rani, biregenerada. Esta Señora del Tiempo y científica loca se ha propuesto resucitar a los viejos dioses para destruir el tejido de la realidad y reclamar el regreso de Omega, el primer Señor del Tiempo. Con su poder, buscará recrear Gallifrey a su imagen y semejanza… Prometedor, ¿eh? Por desgracia, esto solo es una excusa para hilar los dos últimos episodios. Todo se solventa con mucha prisa, con poca épica y con la sensación de que el regreso de Rani ha sido solo un pseudoregreso de una especie de Missy que Steven Moffat escribió muchísimo mejor.
Y es que Davies, como buen amante de los cuentos de hadas, prefiere volver aquí a hablar de las compañeras del Doctor, de una hija que ha tenido gracias a la fuerza de un deseo y a cómo es capaz de rajar el Vórtice del Tiempo con tal de hacerla real. De poco importa un cameo de Susan, su primera compañera y nieta del Doctor, lo crucial es cómo el Señor del Tiempo se enfrenta a lo sembrado por la era Chibnall y a un horizonte donde Gatwa ha decidido concluir su periplo por la serie. Ha durado más que Eccleston (y esperemos que haya terminado de una forma más amistosa que este).
De todos modos, lo importante de los últimos segundos es que Davies nos hace una nueva y extraña promesa con una nueva Doctora que muchos no esperarán. Me imagino qué pasará: nos pondremos a hacer miles de teorías locas sobre el tema… y a saber si Disney o la BBC, debido al rendimiento de la serie, deciden cancelarla y nos dejan a todos sin saber qué pasará con nuestra nueva... ¿Doctora?
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Apreciamos las ganas que tiene la serie a veces de innovar... Pero ¿lo suficiente? |