Crítica de Nosferatu de Robbert Eggers: el sacrificio de Ío


Debe ser difícil hacer una nueva interpretación de Nosferatu. ¿En qué punto sabes cuándo aportas algo nuevo o cuándo estás plagiando algo que ya se ha hecho en las múltiples adaptaciones con las que cuenta el Drácula de Bram Stoker? En las Navidades de 2024 tuvimos el Nosferatu de Robert Eggers, uno de los directores del llamado horror elevado (término que odio profundamente) y autor de películas tan interesantes como El faro, y lo que vemos es ante todo la película de alguien que adora el film original de Murnau y todo el cine vampírico que vino después.

La historia es ya conocida, tanto que podríamos hacer un checklist de lo que va ocurriendo: una joven pareja que se separa, el marido que va a un castillo deplorable donde le espera un siniestro conde, gitanos que advierten de lo que ocurre allí, un carruaje fantasma, un hombre que enloquece y sirve al que llama «amo»… Todos los elementos están ahí y solo cambian cuando es necesario por la obra original: como bien sabe todo el mundo, Murnau no contaba con los derechos de Drácula y tuvo que hacer cambios en nombres y sucesos para no ganarse un litigio con la esposa y heredera de los derechos, la esposa de Stoker. Sin embargo, no lo logró y Florence Stoker ganó el juicio (se pidió la eliminación de las copias, pero el film resistió gracias a la piratería y es así cómo más de cien años después, la obra de Murnau es el cénit del expresionismo alemán…). Curiosamente, en 1979, cuando Herzog realizó su adaptación de Nosferatu, uno de los cambios fue que el Conde Orlok recuperaba su título de Conde Drácula, pero se ganó la denuncia de la fundación que posee los derechos de Murnau… por infracción del copyright. Paradójico. No sabemos si Eggers ha tenido el mismo problema, pero sí que ha intentado seguir al pie de la letra los momentos clave del film original.

El poder del vampiro

La nueva versión de Nosferatu trata de la lucha entre la fe y los bajos instintos, sobre la enfermedad y el deseo, sobre los monstruos que habitan debajo de cada uno de nosotros. Y lo hace con mucho talento, pero planteando cuestiones que ya han sido vistas. Por ejemplo, el Nosferatu de Herzog de 1979 me sigue pareciendo superior a la hora de crear una atmósfera siniestra (¿puede que por la banda sonora de Popol Vuh?) o por imágenes dantescas donde el vampiro es una metáfora de la peste y el apocalipsis (Herzog logra más con una cena plagada de ratas que Eggers con estas comiéndose a una persona vida). Pero que Herzog hiciese una gran película no quiere decir que Eggers no apunte alto y consiga un film que puede servir de puerta para nuevos espectadores (dos de mis alumnos más avispados de 4ºESO la han visto y han alucinado con ella; tanto que uno se hizo su propia máscara de Orlok). Añade algunas escenas y cuestiones, como la virgen que es usada para hallar al monstruo o la sexualidad, pero poco más.

Y es que sin desbordar originalidad, Eggers se apoya en la fotografía para crear su terror. Es complicado volver a causar desasosiego en un espectador demasiado acostumbrado al mito vampírico, aunque, por otra parte, Eggers propone un retorno al clásico tan impropio de nuestra época que resulta incluso, en su clasicismo y por paradójico que suene, refrescante. Todo ello gracias, además, a una magnífica Lily-Rose Depp, que ofrece una interpretación hipnótica y desgarradora como Ellen Hutter (la Mina Harker original de Bram Stoker; aquí muy inspirada por Vanessa Ives de Eva Green en Penny Dreadful), y a un perturbador y escalofriante Bill Skarsgård, completamente transformado en un Conde Orlok cuyo aspecto cadavérico evoca al siniestro Vlad Tepes. El resto del reparto tampoco se queda atrás, destacando especialmente un inquietante Willem Dafoe (quien ya encarnó al propio vampiro en la brillante y metacinematográfica La sombra del vampiro), así como las sólidas actuaciones de Nicholas Hoult, Aaron Taylor-Johnson y un siempre magnífico Ralph Ineson, quienes aportan peso, talento y credibilidad a esta fascinante reinvención del clásico inmortalizado por Friedrich Wilhelm Murnau.

La sombra del vampiro

En el apartado técnico, la creación de la ciudad de Wisburg recuerda a una mezcla de ciudad alemana, Londres y Edimburgo que es el telón de fondo perfecto para esta visión del vampiro. Sobre los efectos especiales, muchos de ellos prácticos, me quedo con el trabajo de caracterización de Orlok, donde creo que acertaron al alejarse de la visión típica del Nosferatu. Ya teníamos el original, el de Herzog y tantos y tantos otros.

En cuanto a la música, me funciona bien en ciertas escenas, pero poner partitura a Drácula es muy difícil, sobre todo cuando tantos grandes compositores han dado sus notas para el mito del vampiro. Por desgracia, no consigue ningún leitmotiv destacable y resulta anodina cuando se presta a algunos jumpscare de Eggers que resultan demasiado facilones a la hora de contar la historia de nuestro conde.

Así, con el Nosferatu de 2024 nos encontramos un duelo entre el terror que dio orígenes al género y el terror actual. Hay puntos sobresalientes en esta nueva adaptación y otros que resultan ya vistos. Pero, sin duda, lo que está claro es que es una carta de amor a la obra original y a todos los vampiros del celuloide, aquellos que todavía nos provocan el mismo estremecimiento y pavor que la primera vez que los vimos… y quisimos huir de ellos.

¿Quieres reseñar la Saga Devon Crawford?

¿Quieres reseñar la Saga Devon Crawford?
Envía un correo a sagadevoncrawford@gmail.com y nos pondremos en contacto contigo

Mis críticas

Mis críticas
Pincha para leer y comentar mis críticas de libros, cómics, películas y series

Seguidores

Mis críticas

Mis críticas
Pincha para leer y comentar mis críticas de libros, cómics, películas y series

Sobre el blog

Los textos pertenecen a Carlos J. Eguren salvo cita expresa de los autores (frases de libros, comentarios de artistas...), siempre identificados en el post. El diseño de la imagen de portada pertenece a Elsbeth Silsby.

Si deseas compartir un texto, ponte en contacto con nosotros para hablarlo. Si quieres citar un fragmento, incluye la autoría.

Muchas gracias.

Carlos J. Eguren. Con la tecnología de Blogger.