Expedition 33: Clair Obscur o cómo mantener con vida los tópicos literarios

Los tópicos literarios son una especie de estribillos culturales que nos ayudan a transmitir ideas que ya forman parte de nuestro subconsciente colectivo. Frecuentemente recogidos en latín, dichos tópicos han trascendido la poesía, la novela y el teatro para arraigarse en otros campos artísticos, como el cine y, por supuesto, los videojuegos (porque sí, los videojuegos son un arte).

Clair Obscur: Expedition 33 se ha convertido en una de las sorpresas de este 2025. No solo por la turra insufrible que algunos youtubers llevan semanas dando con él, sino porque realmente ofrece una historia potente. Estamos ante un RPG con ambientación francesa y una trama oscura que profundiza en el paso del tiempo, la muerte y lo efímero de la vida; conceptos reflejados en tópicos literarios como el tempus fugit, el memento mori y el collige, virgo, rosas; lejos de ser cosas con las que los profesores de Literatura nos acosaban en el instituto (y con nombres que parece hechizos tontos), son enseñanzas que la tradición grecolatina ha intentado transmitirnos en cualquier época.

Hacia el fin

En el universo de Clair Obscur: Expedition 33, la presencia constante de la muerte actúa como un sombrío memento mori, un recuerdo de que todos vamos a morir. Su premisa gira alrededor de cómo la Pintora, una criatura monstruosa escapada de un sueño febril de Hidetaka Miyazaki, escribe en su lienzo una cifra que determina la desaparición inmediata de todas las personas que tienen dicha edad. 

A lo largo de la Historia se han formado numerosas expediciones destinadas a detenerla antes de que vuelva a escribir otro número. Nuestro protagonista, Gustave, protagoniza un conmovedor prólogo en el que se reúne con Sophie, su antiguo amor, para despedirse definitivamente, ya que ella está a punto de ser reclamada por la Pintora. Desde este punto inicial, el aire melancólico y trágico impregna toda la escena con fuerza.

A través de Sophie descubrimos más detalles sobre este mundo desolado. Sí, en el fondo es un tutorial encubierto, pero también es una manera elegante de presentarnos un universo condenado al desastre, parecido al nuestro. Aunque no tenemos una Pintora literal acechándonos en nuestra realidad, sí convivimos con lunáticos capaces de pulsar el botón nuclear en cualquier instante, o habitamos un planeta que hemos convertido en un auténtico infierno. Ante esta situación, Sophie decide no traer más hijos a un mundo condenado y acepta con serenidad que ha llegado su hora, recorriendo simbólicamente las fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación. Se establece así un paralelismo estremecedor con el tránsito emocional de un enfermo terminal.

Durante ese último paseo en el que Gustave acompaña a Sophie al muelle donde desaparecerá, en una secuencia donde la fotografía, la música y hasta los breves silencios son simplemente maravillosos, ambos personajes recuerdan sus mejores momentos juntos. Todo se impregna de una profunda nostalgia por aquello que pudo ser, pero nunca fue ni será. Esto me recuerda a, como Francesco Petrarca, Garcilaso de la Vega también amó a una mujer cuyo amor jamás le fue correspondido: Isabel Freire. La primera parte de su poesía reflejaba la imposibilidad de amarla porque ella estaba casada con otro; la segunda trataba sobre el dolor absoluto tras la muerte de Isabel en el parto de su hijo. De un modo similar, Gustave comprende ahora, con una amarga resignación, que todo ha terminado y que los instantes felices con su amada jamás podrán repetirse. ¿Existe acaso algo más triste que eso?

Un grupo de desgraciados enfrentándose a la muerte, esa es la premisa de Expedition que, incluso en momentos así, nos deja claro el concepto de Clair Obscur.

Polvo y cenizas

Esta cuenta atrás grabada en el cielo funciona exactamente igual que las calaveras y relojes de arena en el arte clásico o en las tumbas de los cementerios de Edimburgo: nos recuerdan lo efímera que es nuestra existencia. Y esto viene de lejos: el poeta latino Horacio ya describía la condición mortal del hombre con crudeza: «pulvis et umbra sumus», “somos polvo y sombra”. En Expedition 33, de modo literal.

Siglos después, el filósofo Séneca insistiría en la misma idea desde el estoicismo, afirmando que “necesitamos la vida entera para aprender a vivir, y también, cosa sorprendente, para aprender a morir”. Estas reflexiones clásicas están en Expedition 33: Gustave y el resto de sus personajes viven literalmente con la sombra de la muerte sobre ellos y cargan con el duelo a cuestas. 

Como en el musical de Los Miserables, inspirado en la novela francesa homónima de Victor Hugo, los personajes de Expedition 33 se enfrentan a «un día más», al horror y al tormento, pues ¿qué otra opción les queda? El juego nos enfrenta a la misma lección que los antiguos: recordar nuestra mortalidad puede ser sombrío, pero también puede otorgarnos una nueva claridad sobre lo que realmente importa y por qué seguir luchando.

París en una mala temporada.

Tempus fugit y carpe diem

Junto al constante repiqueteo de la campana de la muerte, Clair Obscur: Expedition 33 explora otra pareja de tópicos íntimamente ligados: tempus fugit (el tiempo vuela) y carpe diem (aprovecha el día). La expresión tempus fugit proviene de Virgilio –«Sed fugit irreparabile tempus», escribió en las Geórgicas, “pero huye irreparablemente el tiempo”– y con ella los clásicos señalaban la velocidad con que se escapa la vida. El sentido último de este tópico siempre estuvo conectado con la exhortación carpe diem: si el tiempo vuela y es irreversible, entonces cada día cobra un valor incalculable. 

A su vez, durante el recorrido por la plaza de Expedition 33, se nos viene a la cabeza el poeta latino Horacio acuñó la célebre máxima «carpe diem, quam minimum credula postero» –traducida como “disfruta del día de hoy, confiando lo menos posible en el mañana”–, incitándonos a no postergar las alegrías ni las oportunidades. Este ruego de que vivamos el presente resonó durante siglos en la literatura: desde los renacentistas hasta la actualidad. Esta tradición grecolatina se recuperó en el Renacimiento. 

Un ejemplo clásico lo ofrece Garcilaso de la Vega en su Soneto XXIII, cuando urge a su amada a gozar su juventud antes de que sea tarde: «coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto, antes que el tiempo airado / cubra de nieve la hermosa cumbre». Este motivo poético de “coger las rosas mientras podáis” —conocido en latín como collige, virgo, rosas— es simplemente una variante del carpe diem enfocada en la juventud y la belleza efímera. En el caso del videojuego del estudio francés, Sophie y el resto de personajes que van a desaparecer reciben flores. No es casualidad.

Uno de los momentos más dramáticos está en el prólogo. Y no, no creo que el 33 esté elegido al azar, como herederos, queramos o no, que somos de la religión cristiana.

El claroscuro como símbolo de esperanza

No solo en los temas, sino también en lo visual, Clair Obscur: Expedition 33 dialoga con la herencia cultural clásica. El propio título “Clair Obscur” alude al término francés para el claroscuro, una técnica pictórica de origen barroco que juega con contrastes extremos de luz y sombra. En la pintura barroca, el claroscuro solía emplearse en las vanitas, esos bodegones alegóricos repletos de calaveras, velas consumidas, relojes y flores marchitas, todos símbolos de la fugacidad de la vida. Clair Obscur retoma esta tradición al nivel narrativo y artístico: la oscuridad de su ambientación –un mundo decadente marcado por la pérdida– contrasta con destellos de luz encarnados en la esperanza, la amistad y los actos heroicos de sus personajes.

Clair Obscur: Expedition 33, como tantas obras literarias y de otros campos artísticos, funciona como una preparación emocional para la muerte. Aquí no moriremos al final de Infinity War para volver en Endgame. Aquí no queda otra cosa que la verdad e, igual que innumerables artistas del pasado, el juego se convierte en parte de esa tradición cultural que nos advierte con insistencia sobre la necesidad de aprovechar el momento, recordándonos el carpe diem, antes de que sea demasiado tarde y maldigamos no haber vivido intensamente nuestros días.

La alegoría de la vanidad de Antonio de Perera.

No es por una cuestión azarosa que, consciente o inconscientemente, los creadores recurran al símbolo efímero de la rosa para hablarnos de ese dulce fruto al que aludía Garcilaso, imitando a los clásicos grecolatinos que encontraban en la juventud y belleza fugaces de una flor la metáfora más poderosa del ser humano. Mientras tanto, la oscuridad lo impregna todo, y resulta inevitable recordar otros tópicos universales como el memento mori, el omnia mors aequat o el implacable tempus fugit. 

Al final, Clair Obscur: Expedition 33 utiliza estos tópicos clásicos –tempus fugit, carpe diem, memento mori, collige, virgo, rosas– no como meros adornos eruditos, sino como el corazón de su historia. La odisea de Gustave y el resto de la expedición trata, no obstante, de aprovechar el tiempo que se nos concede, de recordar que somos mortales y aun así encontrar motivos para persistir y esperar. Y es así como los tópicos, por clásicos que sean, siguen vivos y jamás se arrastran por los lares del cliché.

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