No quiero verte ni muerta fue el relato que sirvió de germen para el primer guion que escribí para un cortometraje. En 2012, se convirtió en un corto que mis compañeros de la facultad, mis amigos, Tatiana y yo llevamos a cabo.
Querida humana:
![]() |
Imagen libre de derechos. |
Querida humana:
No sabes lo que es una carta de “Querido John” ni sé si esta es una, pero ¿qué más da? Cuando la leas, ya habré volado muy, muy lejos (cosas de poder convertirte en murciélago o en niebla). Para que no se te haga larga esta carta, iré poniendo fotos y dibujos que es lo que sé que te motiva para seguir leyendo (en serio, eres un poco infantil).
Estoy hasta los colmillos de ti, ¿sabes? No he vivido casi tres siglos para tener que soportar a una niñata de diecisiete años con delirios de grandeza. ¡Seamos claros!
La culpa fue mía por relacionarme con vampiros jóvenes, ¿entiendes? ¡Son una plaga! He conocido a vampiros viejísimos, capaces de aterrorizarme hasta a mí, pero las nuevas generaciones… ¡Se han echado a perder, querida! ¡Son pura bazofia! Han visto muchos vampiros románticos y todo eso y me vienen y me venden: “Amar, querido, amar a una humana es lo más grande que te puede pasar en la vida inmortal”.
Ja.
Ahora mismo, si estuvieran aquí, les arrancaría la cabeza con la mirada.
Sí, con una mirada, porque no me arriesgo a tocar a gentuza tan idiota.
Por las poco santas brujas y los asquerosos hombres lobo, ¿nadie se ha dado cuenta de que todo se ha ido por la borda? ¿Cómo pude caer tan bajo? ¡Soy un vampiro, maldita sea! ¡No soy una hermanita de la caridad ni un chaval que te lleva a un prado (como mucho a mi ataúd y, al día- o la noche- siguiente, si te he visto no me acuerdo- si es que no me ha gustado demasiado tu sangre-)!
Pero claro, es que tú apareciste por ahí, con tu rollito de chica rara, con eso de vestir de negro, como una chica de mi época (hace trescientos años, ¿sabes?), con eso de que te gustaban los cementerios y… ¡Uno no es de piedra!
Maldita sea, siempre me gustaron las chicas raras y ahí estabas tú.
¿Por qué no me di cuenta entonces?
¿Eh?
Las desgracias no vienen solas.
Supongo que estar durante tres siglos manteniendo relaciones esporádicas con las féminas hace que quieras sentar cabeza. A ver, durante tres siglos iba por ahí con ese rollo a lo Christopher Lee: donde veía cuello bonito, ahí ponía los colmillos.
Era romántico, no sé, ella disfrutaba.
Pero claro, me habían envenenado la mente y como un idiota pasé por el aro y te dije: “¿Sabes lo que soy?” a lo que respondiste: “¿Gay?” y te dije: “No, soy un vampiro”…
Ahí ya te volviste loca de remate.
De esa manera, estaba yo en un cine lleno de niñas en celo, chorreando babas por una chica "semimamut" y un chaval "semivampiro" que hacía patinaje artístico... Y me daba cuenta de que quizás debería haber muerto antes de soportar aquello. Más tarde, cuando empezamos a salir juntos de verdad, supe que no era un “quizás”, sino una confirmación: DEBERÍA HABER MUERTO (de verdad de la buena).Tuve que haberlo sospechado... Que te pasases toda la noche leyendo libros de vampiros pijos y cursis y que no parases de recitar frases de abortos cinematográficos sobre vampiros (que ni son vampiros ni son nada), era para haber dicho: “Esta chavala está mal”, pero es que siempre he sido un poco idiota (bastante para acabar aguantándote).
Me quisiste cambiar. Eso fue lo peor.
Primero, fue el rollo de que tenía que hablar como si fuese de otra época. Querida, llevo viviendo desde hace un par de décadas, si algo sé es cambiar... Para delante... EVOLUCIONAR. Querías que te llamase “milady” y que me refiriese a ti con un “vos”. ¡Yo era el que tenía trescientos años (muy bien conservados, eso sí) y tú con diecisiete eras la maldita anticuada!
Por si fuese poco, después insistías en que saliese contigo de día: chavala, soy un vampiro, la luz del sol me hace arder. ¿En qué mundo depravado vives? ¿Que si me hace brillar? Chica, a la luz del sol voy a brillar, pero envuelto en llamas. Voy a brillar como David Bowie, ¿qué te parece?
Luego íbamos por la calle y te ponías a gritarme cosas horteras. No cariñosas (que lo entendería), sino HORTERAS. Puedo tolerar un “mi amor” o un “querido” (si estás cursi- más aún-), pero “cariñito” ya es para mandarte a Vlad Tepes y que te empale y ya llamarme “sangui” debe ser directamente un crimen contra la comunidad vampírica. ¡ES EL COLMO! No somos sanguijuelas, “humani”. Me hacías contener la respiración y eso que hace mucho que no respiro (por cierto, ¿sabes que tu perfume apesta un poco a ajo? Lo dejo ahí).
¡Ah! Y también estaba el rollo ese de que debía beber sangre de animales en vez de personas para convertirme así en un vampiro bueno. A ver... ¿EN QUÉ CABEZA CABE ESO? Se supone, entonces, que si bebo sangre de un pobre gato (por ejemplo), ¿eso me hará ayudar a cruzar a las ancianas en los pasos de peatones o dar la poca pasta que tengo a los pobres? Porque lo dudo.
Tú dices que los humanos no deben morir para alimentar a los míos y yo te digo que los animales no me han hecho nada malo y tú sí, humana. A caso, por tanto, ¿tú no deberías ser vegetariana y dejar de hacer sufrir a los animales?
Pero no, me hacías ir a esos restaurantes de comida basura donde lo máximo que puedes elegir es lo cuajado o no que quieres el escupitajo de tu hamburguesa. Las vacas no son malas... ¡Tú sí!
Por si fuese poco, te metías conmigo por no tener dinero. Te ponías con el rollo ese de: “Pero ¿no se te ocurrió hacer alguna cuenta de esa que te dan año según los años que vivas? ¿No hay un banco vampiro”, a lo que yo siempre respondía: “El único banco vampiro que existe son los bancos de donación de sangre”, pero ya te mosqueabas por no invitarte a comer una asquerosa langosta o porque yo no tuviese un maldito castillo en Transilvania. Chavala, la crisis nos afecta a todos y, para algunos, se nos hace eterna.
Ah, después vino el rollo de nada de sexo hasta el matrimonio. Vale, vale, vale… Al año me trago mucha basura hereje y estoy dispuesto a respetar algo de esa cosa tradicional, tan pasada de moda, pero ¿por qué lo dice en un libro? Pero ¡si te pasas todas las tardes leyendo esas revistas adolescentes que predican lo contrario!
Lo que fue lo peor es: “Quiero que me propongas matrimonio para que me conviertas en vampiresa. Hey, sí, ¡el matrimonio! Sé que es tu condición para que me conviertas”…
Eh, eh, eh.
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? ¿Por qué? ¿Qué? ¿Para qué?
Chica, si en trescientos años no me he casado, ¿crees que estoy tan colgado como un murciélago boca abajo para que se me ocurra ahora? ¿Se puede saber de qué manicomio has escapado?
Entonces estábamos tú y yo ahí, tontos perdidos.
Es el comienzo de las parejitas, cuando parece que las babas han unido los labios y no puedes despegarte (por cierto, babeas mucho cuando besas, ¿no te lo han dicho?).
Empezamos con los besitos (muac muac) con el rollo de ir al cine a tragarnos películas infumables sobre una chica vampiro que quería bailar y basura varia. Has hecho que odie los libros y el cine, ¿estarás orgullosa? ¿Por qué no te gustaba "Buffy cazavampiros"? ¿Por qué?
Acabamos con los chupetones, ¿sabes lo peligroso que es que un chupasangre te haga un maldito chupetón? No, claro, venga a dejarme el cuello como un maldito colador y ya era el hazmerreír del cementerio.
Antes de conocerte tenía amigos: gárgolas, ratas, murciélagos, algún gato negro y alguna bruja fea (pero de buen corazón), mas ellos, que eran amigos de verdad, no como los vampiritos pijos y cursis de ahora, ya me decían: “Ella no te conviene, ¿no ves que lo hace sólo por moda?”.
Pero no. “El amor es lo más bonito del mundo”, decían los pijos. ¡No se lo creen ni ellos! Después de dejar de escuchar tu voz chillona y dejar de verte saltar como una drogadicta a la que le falta su dosis, he de decirte: ¡LO MÁS BONITO DEL MUNDO ES EL SILENCIO!
Lo peor ¿sabes qué fue?
No pude dejarte yo.
Un día, cuando me preparé para darte la patada y hacer lo que me saliese de lo que tengo por alma (un vacío o algo así), vas y me vienes diciendo: “Es que lo nuestro es imposible”. Un vampiro y una humana pija que viste de negro, ¿QUIÉN LO IBA A DECIR? “El problema no eres tú, soy yo, que soy una viva, que tengo cosas que elegir, que no sé qué, que no sé cuánto”.
Vale, vale, vete a tomar vientos o lo que te apetezca.
Lo que me ha parecido una auténtica burrada es lo último que me has dicho: “Ahora busco en la vida otras cosas. Quiero vivir y un día conocer al amor de mi vida. Quizás sea un zombi”.
...
...
...
Eh...
...
¿?
0_0
...
Menos mal que no te convertí en vampiresa, porque tener que aguantarte toda la eternidad me hubiera hecho desear hacerme el haraquiri, quemarme, bañarme en agua bendita, ir hasta el sol y demás chorrada para irme al infierno, lejos de ti.
Hasta me alegro no haber bebido de tu sangre. No sé si la locura se pega por la sangre, pero tampoco voy a correr el riesgo, amiguita.
¿Sabes lo que te digo, pequeña gótica de pacotilla? ¡Los zombis están muertos y podridos (por si no lo sabes)! No sé cómo besarás a un tipo que quiere comerte el cerebro y sólo añado una cosa: putrefacción es similar a enfermedad venérea, mi querida necrófila.
Escribo esta nota no porque desee un reencuentro ni porque es realmente mi despecho porque elijas al Michael Jackson de thriller, tampoco es porque realmente quiera alejarte de mí porque vaya a hacerte daño (pero ¡qué cosas más raras se te ocurren!)… Sólo es para que sepas que no voy a volver a este camposanto ni a esta ciudad hasta que tú yazgas debajo de una tumba, debajo y bien abajo y espero que ese maldito muerto viviente no decide convertirte.
En fin…
Que te vaya bien, eso sí: ESPERO NO VOLVER A VERTE NI MUERTA.
Un chupasangre de los de verdad,
Ni pijo ni cursi,
De los de verdad (he dicho)