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Imagen de dominio público. |
La vida transcurría a su alrededor sin nada que le dijera: “sigue adelante”. Veía las mismas caras, observaba los mismos actos carentes de cualquier personalidad, miraba a gente llorando por poseer más y más… Nada tenía sentido.
Pensaba demasiado. Tal vez ¿ese era el problema? ¿Por qué no tenía sentido para ella? No podía entenderlo. No podía comprender por qué era tan diferente.
Hasta que un día vio un programa donde hablaban de misterios, susurros, historias de terror colmadas de lamentos y naves espaciales difuminadas. En el momento en que se terminó la emisión de la caja tonta, se levantó y supo lo que hacer.
Cuando se miró fijamente al espejo, sus manos se posaron en su cara, cogió la cuchilla de la maquinilla y, lentamente, se arrancó el rostro y debajo vio a un extraterrestre…
Hasta que se desangró lo suficiente para darse cuenta de que todo debía ser fruto de la locura…
O que aquellos humanos le estaban induciendo un delirio.
Puede parecer raro, pero pasa con mucha frecuencia.