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Clara y Eleanor, las protagonistas de esta interesante versión del mito vampírico, dirigido por Neil Jordan (que también llevó a cabo Entrevista con el vampiro). Fuente. |
¿Cuál es el límite
entre lo que somos y el ser en el que nos tenemos que convertir para
sobrevivir? Esa pregunta se la formula la cinta cinematográfica Byzantium de
Neil Jordan. Esta obra empieza con sordidez y tragedia, con un secreto que se
arroja al abismo antes de que merezca ser revelado. Y, sin duda, ese halo
melancólico hace que sea una película sobre vampiros a reivindicar.
El director Neil Jordan
es un interesante creador irlandés para el que los vampiros no son monstruos
ajenos, ya que en su filmografía cuenta con una de las películas más célebres
sobre el chupasangre: Entrevista con el vampiro, que resultó una digna
recreación del monstruo, a la par que una adaptación del superventas escrito
por Anne Rice, la madre de Lestat, Louis, Armand y todo el famoso séquito de
sombras.
En el caso de
Byzantium, el realizador, con su talante clasicista y preciosista, lleva a la
gran pantalla una obra de teatro de la autora Moira Buffini, A Vampire Story,
que escribió también el libreto del film; curiosamente, en su día, también Anne
Rice creó el de Entrevista con el vampiro a partir de su libro. Y no es la
única comparación o conexión interesante, sino que Byzantium se aprovecha de
ese halo del mito vampírico para mostrar a estas criaturas como seres atormentados y
dramáticos. Si en Entrevista con el vampiro teníamos a la niña eterna Claudia,
aquí tenemos a la joven vampira Eleanor (Saoirse Ronan) y su «hermana»
y creadora Clara (Gemma Arterton). Tras centurias existiendo en las sombras,
ambas huyen de la muerte y viajan a otra ciudad, donde conocerán algo que no
esperaban: la oportunidad de cambiarlo todo.
Eleanor habita en su
triste existencia mientras escribe su propia historia, una que jamás podrá
compartir, al mismo tiempo que Clara debe recurrir a la prostitución y alimentarse del
vicio y la desesperación de aquellos a los que rodea. Es su modo de sobrevivir.
Sin embargo, ambas acaban topándose con el Byzantium, un antiguo hotel que
Clara reconvertirá en un prostíbulo y donde intentará crear una nueva vida
junto a su propietario, el apocado Noel, un hombre que acaba de perder a su
madre, de la cual era dependiente. El único consuelo para Eleanor, entre sorbos
de vida y sangre robados, es escribir su vida, como un cuento que tira a la
basura, un cuento de un siniestro hombre que torturó a su madre y de un oscuro
vampiro que le tendió una mano… Y llega un momento en que el presente y el
pasado colisionan y desembocan en que se decida el destino de sus personajes, todo tras las clases de escritura creativa del personaje interpretado por Tom Hollander (que ya compartió pantalla con Ronan en Hanna, por cierto).
Por el camino, entre las tinieblas, también hay cabida para Eleanor, que odia
su condición de vampiro y de constante mentirosa que ha desterrado cualquier
otro sentimiento, conozca a un joven, Frank (Caleb Landry Jones), enfermo de leucemia, que se
enamora de ella como se enamoraría de la idea de la muerte.
Puede que Byzantium no
resulte tan redonda como Entrevista con el vampiro (cabe preguntarse si la
someteríamos a tanta comparación si no la dirigiese Neil Jordan). Uno de los
posibles defectos es que los misterios solo ocupan un leve tiempo para pronto
ser revelados en flashbacks que solventan la trama. Sin embargo, y pese a esto,
Byzantium sigue siendo una película muy interesante, sobre todo cuando muestra
el salvajismo y la crueldad de nuestro mundo, donde víctimas como Clara se
convierten en depredadoras para sobrevivir o se refleja el drama de un problema
tan grave como la prostitución. Y de tal modo, hay escenas de terror dignas por su
morbosidad, su fascinación, como esa niña que bebe del trapo lleno de sangre
(sin poder evitar su raza, la cual tanto odia) o el sacrificio de aquellos que
suspiran por la muerte, como si los vampiros fuesen la mano amiga de la
eutanasia que requieren los que ya no quieren seguir. Es interesante que se
muestre al vampiro como una figura piadosa, tan contradictoria a la aparente
fobia a la religión que se les atribuye a estos seres de las tinieblas.
La idea de Byzantium da para unas cuantas historias que se desarrollan dentro del film con el talante afectado de su narradora, a la que describen como la hija de Edgar Allan Poe y Mary Shelley por su forma de contar y resulta interesante para un film tan clásico en un mundo tan moderno. No es la única alusión a los clásicos, aparte de la mención a Ruthven, tenemos otra a Carmilla, la famosa vampiresa de Joseph Sheridan Le Fanu.
Hay espacio además para
la lectura del film en torno al conflicto de sexos. Las mujeres del film sufren
bajo el yugo de hombres crueles como el personaje del sádico Ruthven (encarnado
por Jonny Lee Miller) – que comparte nombre con el vampiro de John Polidori,
inspirado en lord Byron-, pero encuentran también la endeble piedad de un
vampiro como Darvell (Sam Riley). Y finalmente, se quema el mensaje de que todo
lo que se rompe, crea astillas con las que matar a otros. Eso sí, puede que sea
cuestionable el desenlace, donde madre e hija requieren del amor de otros y renuncian
a una vida juntas.
Más interesante resulta ser el enfrentamiento generacional entre las dos vampiresas, como madre e hija.
Y ahí brilla el film porque las dos actrices protagonistas son geniales. Ronan
y Arterton parecen auténticamente lo que interpretan ser. Es maravilloso ese acto, cuando
esa magia sigue existiendo en la gran pantalla.
Por otra parte, llama poderosamente la
atención, también, la fotografía y la creación de esa ciudad irlandesa, la
tórrida luz de la feria y ese islote donde las cascadas tiñen sus aguas de rojo
cuando nace un nuevo hijo de las tinieblas. Todo ello complementado con la
música clásica, la banda sonora de Javier Navarrete.
Byzantium es una
película sobre víctimas convertidas en monstruos que buscan otear el horizonte,
siempre que este no sea un amanecer. Y es también un celuloide impregnado de la
sangre del vampiro. Es, al fin y al cabo, una película sobre nosotros.
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Fotograma de la película Byzantium de Neil Jordan, donde se muestra su poderosa fotografía y una nueva recreación del nacimiento del vampiro. Fuente. |