Mediados de febrero de 2011
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Imagen de dominio público. |
Respira. ¡Vamos! No pienso detenerme ni dejar que te detengas. Sí, así, respira. Me das posibilidades para seguir jugando. Sí, huye. Da igual, ¡estoy detrás de ti! Detrás. Mírame. ¡Me ves! ¡Hola! Miras, miro. Gritas, grito. Huyes, huyo. Lloras, lloro. Sonríes, sonrió… ¡Somos tal para cual! Escribes tus delirios y lees los míos. ¡Son los mismos! ¿Te copio o me copias? ¿Tú eres yo o yo soy tú? ¿Qué ocurre? No lo entiendes, no lo entiendo. ¿Quién es el original y quién copia? Te vuelves loco, me vuelvo loco.
Esto termina. Te atormentas, me atormento. Sacas tu cuchillo, saco mi cuchillo. Te giras, me giro. Atacarás por la espalda, te atacaré a la nada. Lo sé. Me hieres, te hiero. Moribundo escaparás, moribundo escaparé. Entre risas siniestras, me dirás y te diré:
— ¿Por qué te odias tanto a ti mismo, a mí mismo?
Y me responderás y te responderé:
—Nunca me cayó bien mi sombra, siempre me seguiste.
Harás mutis, haré mutis. Será tu final y mi final. Tú lo sabes, yo lo sé. Ellos lo saben. Adiós.