El gran Stan Lee. Fuente. |
Tenía hecha mi colaboración desde hace unas dos semanas. Anoche, decidí borrarla, jugar con los plazos y hacer otra. Me gusta escribir sobre lo que me apetece y espero que a vosotros os guste leerlo. He escrito esto, porque me salía del alma.
Esto va sobre tebeos. Vale, ya veo al que piensa “pedazo de friki”, el que dice “el pobre no sabe leer cosas dibujitos” y el que escupe “pero ¡eso es para niños!”. ¿Mi respuesta? Pasad la página. ¡Esto no es para vosotros!
Si, en cambio, sois de esas personas que algún día os habéis sentido indignados con las injusticias cotidianas, mientras pensáis ¿y si pudiéramos cambiarlo?, este texto va por vosotros. Os guste o no los cómics.
Me crié viendo las series de dibujos de “La Patrulla-X”, “Iron Man”, “Hulk” y mis favoritas: “Spiderman” y “Batman”. En aquella época, pensaba que esos tipos que vestían de manera extravagante y se comportaban como héroes, existían y acabarían con todas las cosas malas que nos asfixian día a día. Lo sé, era un pequeño idiota adorable.
Tiempo después, cuando era un adolescente que no le gustaban las cosas (¿a quién por esa época le gusta algo que no sea no gustarte nada?), conocí la obra de Alan Moore, el guionista que llevó el tebeo a un nuevo nivel. “La Cosa del Pantano”, “Miracleman”, “Watchmen”… (Por nombrar sólo algunas de sus obras donde toca a los superhéroes). Supe que el cómic era un arte, incomprendido, pero arte al fin y al cabo.
Me gustan los cómics, me conmueven, me hacen ser optimista, intentar ser mejor persona, porque sé que alguien puede marcar la diferencia.
Esta columna va dedicada a todos los que creáis que podemos cambiar las cosas. Vosotros sois los que valéis la pena y salváis el mundo continuamente.
En conclusión, como diría Stan Lee: “Nuff said”.