06-05-2011
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| Imagen de dominio público. |
—Es increíble. Me parece una expresión estúpida, muy estúpida. A la gente se le debería caer la vergüenza por usarla. O ir a la cárcel. O las dos cosas. Por usarla. ¿No entienden que no tiene ni pizca de sentido lo que dicen? Me ofende.
" ¿Y cuál es esa expresión que tanto odio? Sé que usted se lo estará preguntando. Tiene esa cara entre la duda y el erotismo hacia mi persona. No se preocupe. Me pasa mucho. Una vez cada diez minutos, inventándomelo aproximadamente… ¿Qué? ¿Que cuál es esa expresión? Bueno, se lo diré, pero que sepa que podrían matarle por saber este secreto. Hurm… Bueno usted nunca me ha caído muy bien así que se lo voy a decir… Espera, ¿no has leído el título que he puesto a esto? “¡Me das la razón como a los locos!”.
" A ver… Alma de botijo… ¿Cómo te van a dar la razón como a los locos? A un loco no se le puede dar la razón, carece de ella. Un loco es un sinrazón. No piensa como tú y como yo, colega. Nunca se ha puesto a oler un semáforo por el simple placer de la lectura y nunca se ha puesto a bailar mientras hacía la cola de la compra. Completamente desnudo. Nunca, ellos, los locos no tienen razón. ¡Qué irónico! ¡Me vuelve loco! ¡Qué dramático! ¿Cómo, a caso, se da la razón a un loco?
—Sí, sí, sí– dijo el hombre, alzando de la libretita su mirada. Miró el reloj. En ese instante, se cumplía la hora y llegaban los dos gorilas que se llevaban al “invitado” a sus “aposento”–. Tiene mucho sentido todo lo que me ha dicho. Creo que la solución está próxima, amigo. Hasta la próxima terapia.
—¡Adiós, doc!– dijo el paciente, mientras salía siendo arrastrado educadamente. Hubiera deseado decir “adiós”, pero la camisa de fuerza se lo impedía.
—Sí, sí, sí... Lo que usted diga.
Y el psiquiatra regresó a su diván.
Tenía el impresionante dibujo de una marmota oliendo un semáforo a medio acabar.
No sabía de dónde le sacó la idea, pero considero que estaba bien.
Que no carecía de razón de ser.
