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El árbol de Halloween, una obra única de Ray Bradbury. Fuente. |
Emerge del lejano túnel negro del Día de Muerte / y regocíjate, ah, regocíjate de estar... ¡vivo! / Calvera... Calavera...
Halloween. Uno de los momentos más mágicos del año. Para muchos es una mera fiesta importada en busca del dinero del consumidor, para otros es la conmemoración de todos aquellos que se han ido. Fantasía y realidad, espíritus y brujas, vampiros y monstruos, muerte y vida, resurgen a nuestro alrededor cada treinta y uno de octubre y Ray Bradbury les rindió un bello homenaje en la novela corta: El Árbol de las Brujas (The Halloween Tree).
El Árbol de las Brujas sigue la historia del grupo de amigos de Tom Skelton que, el Día de Halloween, deben buscar a su amigo Pipkin, que ha desaparecido. A través de la siniestra figura del señor Mortajosario (Moundshroud), la pandilla deberá viajar por todo el mundo (y el tiempo) para descubrir la historia de Halloween y salvar a su amigo de la muerte.
De este modo, Bradbury convierte esta novela en su homenaje a la infancia, la amistad y el propio Halloween a través de una prosa digna del escritor de Fahrenheit 451 y otras joyas de la literatura. Esta obra es perfecta para los más jóvenes a la hora de conocer a la figura del escritor estadounidense. Y también es perfecta para leer en Halloween y recordar que esta fiesta es algo más que un "truco comercial" como piensan los cínicos.
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El Árbol de las Brujas, portada original. Fuente |
Atentos a todos los juegos de palabras que utiliza Ray Bradbury a lo largo de su novela y que pueden dejar descolocado a alguno que se haya perdido en una edición traducida.
El Árbol de las Brujas, por cierto, contó con una adaptación en formato animado en 1993 y fue para muchos el medio por el que conocimos esta historia y disfrutamos por primera vez del talento de un genio como el escritor de Crónicas marcianas.
Para cerrar este comentario, Bradbury siempre fue un autor que sintió nostalgia por su infancia jugando con su disfraz de Halloween por las calles del lugar que le vio nacer. En sus novelas y relatos detectamos ese amor hacia la fiesta de difuntos, pero también sabemos que su espíritu inmortal continúa recorriendo esas calles a través de sus obras y, por supuesto, más allá de los vientos del largo otoño traídos por el Árbol de las Brujas.