 |
| Ya llega Halloween... y el Príncipe Pálido. Imagen hecha por un servidor a partir de este dibujo libre de derechos. |
Ya llega Halloween al calendario, aunque para algunos, Halloween es un modo de vida. Ya podemos ver a los niños disfrazándose, atiborrándose de golosinas y viendo alguna película de miedo. Mientras, algunos adultos sonríen, otros se horrorizan y algunos suelta perorata (¿o "pedorrata") sobre "oh, la globalización" cuando ellos mismos son productos. No importa. Yo, en Halloween, leo... como todo el año, pero en esta fecha con una gracia, una chispa más, porque parece que todo puede ser posible, que la línea entre vivos y muertos, entre realidad y ficción, se difumina...
Durante los dos últimos años, mi recomendación lectora para Halloween (en cuanto a mis libros) ha sido mi pequeño cajón de sastre que fue Hollow Hallows, mi primera historia, y sí, sigo recomendándola para quien quiera descubrir mis comienzos (a falta de una nueva edición que imagino que saldrá para un futuro aniversario).
Sea como sea, este año quiero comenzar a recomendar otra de mis obras, y más allá de aquellas colecciones de relatos en las que participé o la fantasía algo oscura de Devon Crawford y los Guardianes del Infinito, mi obra para recomendar este Halloween es... El Tiempo del Príncipe Pálido, una fantasmagoría.
Sí, sé que no sorprendo a nadie y que para algunos quedará un poco "peliculero" que me ponga a recomendar por Halloween mi propio libro, pero pensad que me paso el resto del año recomendando libros, cómics, películas y lo que sea de otros autores. Creo que por un día y para mi fecha del año favorita, no será ningún agravio.
No la recomiendo por ser mi última novela (que bien podría), lo hago porque es una historia de fantasía, sí, pero también de terror, de miedos, de enfrentarnos a nuestros propios sueños y luchar contra el tiempo, que pasa inexorable y nos lleva a todos. Al fin y al cabo, la vida es solo la historia que le contamos a la muerte, como dice uno de los personajes de las siguientes novelas.
Durante estos años pensaba: ¿por qué vas a escribir terror? Me encanta el género, pero siempre pensaba: ¿qué dice esto de ti? Visitar institutos siempre me hace pensar que algún padre o madre o algún profesor creerá que mi obra puede dañar las mentes ya dañadas de sus pupilos. Y es que lo malo de volverse viejo es que empiezas a pensar como un viejo y piensas que todo el mundo es frágil y, al final, el único que te rompe eres tú. En la realidad, más allá de mis pensamientos derrotistas, me he percatado de que a un sinfín de alumnos les encanta el terror y, cuando se ponen a escribir en un taller de creación literaria, a menudo acaban siendo más gores que todas las pelis de serie b de este estilo que existan. En serio. Recuerdo cuando les pregunte: "¿cómo acabaríais esta historia?" y varios me respondieron: "arrancándole la cabeza", "tirándolo por una azotea"... y tuve que decir: "¿y alguna forma que no incluya la muerte?". Todas las manos que pedían la palabra, bajaron excepto una y el chaval me dijo: "pues yo pillaría la motosierra, pero no le mataría de inmediato". Los jóvenes... son maravillosos. Parezco Koro-sensei.
Por tanto, cuando me decidí a escribir El Tiempo del Príncipe Pálido, más de una vez acose a Els con preguntas como: ¿crees que me estoy pasando aquí? ¿Crees que estoy traumatizando a alguien con esta parte de los sueños? ¿Crees que me estoy traumatizando yo solito? Ella me dio el consejo literario más perfecto que he escuchado en mucho tiempo: "escribe lo que quieras y de lo que te sientas orgulloso". Y de ahí que escribiese una novela con la que estoy muy feliz y que es lo que quería que fuese. Es fantasía, pero también tiene algunos sustos y, debajo de todo, un par de mensajes. Es lo que quería transmitir. Y no solo es una novela juvenil de terror edulcorado, sino que es una novela para jóvenes hasta los cien años o más (uno puede ser joven tanto como quiera), que trata al final sobre algo más que monstruos; trata sobre ti y sobre mí, sobre los amigos perdidos, sobre los veranos, sobre la muerte, sobre la vejez, sobre el enemigo último que es el tiempo.
