El apocalipsis de la gripe A o el Capitán Trotamundos

Ilustración del cómic de Marvel que adapta la novela Apocalipsis (The Stand) de Stephen King. En esta imagen, la sombra se cierne sobre los sueños de uno de los protagonistas. Y el miedo nace de algo llamado gripe A que no nos fue ajeno. Fuente.
He sacado la reciente conclusión de que leer Apocalipsis (The Stand) teniendo la gripe debe ser toda una experiencia. No sé si buena o mala, pero una experiencia. Es más, no sé si esperar a que me pille una gripe para seguir leyéndolo (nada, sé que no voy a resistir y voy a seguir con él, pero…).

Si no sabéis de lo que trata, Apocalipsis (The Stand) va sobre una epidemia llamada el Capitán Trotamundos que liquida a más del 90% de la humanidad y que conduce a que los supervivientes deban enfrentarse en dos grupos, uno que desea reconstruir el mundo y otro que desea destruirlo. Es una de las novelas más aclamadas de Stephen King, junto a It (Eso), y la he pillado antes de que la fiebre lectora que estoy viviendo, se esfume (sí, por mucho que vaya de juntaletras, leo bastante lento, pero en las últimas semanas me he terminado Eso, Los ojos del dragón, Nos4a2 y un poemario de una escritora canaria). Y me gusta lo suficiente como para dedicarle una de estas entradas que es una unión de pensamientos vanos sobre una ascua.

Lo confieso: no me extrañaría el hecho de que me pase los próximos meses acosándoos con frases, momentos o pensamientos sobre esta novela (ya me conocéis), pero, por ahora, siento casi un escalofrío en leer sobre esa epidemia de gripe que también se llama en algunos puntos de la obra como supergripe A. No creo ser el único que se acuerda de aquel 2009 en que todo el mundo vivió con miedo una gripe de verano llamada gripe A. ¿Os acordáis de esos mensajes de epidemia? ¿Recordáis aquellos anuncios que pedían que la gente se limpiase las manos y fuese al médico al primer síntoma? ¿Os acordáis de la compra masiva de vacunas? Imagino que, por aquel entonces, los que leyeron la obra de King (se publicó a finales de los ’70 y con añadidos en 1990) tuvieron que pasarlo francamente bien en esos días en los que todo el mundo vivió atemorizado por un virus que, a la larga, demostró ser más un vendevacunas indiscriminado que otra cosa.

Pese a todo, imaginamos que tendríamos que vivir con cierto alivio sabiendo que esa gripe A de nuestro mundo no fue como la gripe A del mundo de Apocalipsis. Aunque siempre está el que desea que se produzca el fin del mundo para demostrar de lo que está hecho (je) o acabar con este sufrimiento; digamos que hay gente que ve las películas de zombis como manuales de supervivencia y se olvida de lo agradable que, a veces, hace la ficción esos mundos. No obstante, esa edulcoración heroica no se lee en Apocalipsis. Es escalofriante como Stephen King va colocando las piezas sobre esa epidemia que arrasa con el mundo y demuestra lo mismo que en 2008 demostraría el Jóker de Christopher Nolan: que nuestra «poderosa» civilización tiene unos pilares bastante endebles y que, basta con tocarlos un poco, para tirarlo todo abajo. Boom. Creemos que estamos en la cumbre y no nos damos cuenta de lo fácil que es venirse abajo, detrás del velo de la falsa moral y la verdad de lo que realmente somos.

Pero ahora, mejor que lo pienso, leer Apocalipsis sin gripe está mejor. No vaya a ser que no pueda alejar esos pensamientos que me devuelven a una triste realidad donde el hombre es un lobo para el hombre y donde algo menos que la gripe A, de por sí, ya podría destruirnos con solo mover sus sombríos dedos sobre nosotros. Flagg espera.


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