![]() |
Imagen libre de derechos. |
Dos suicidas en potencia y un amigo que ya no lo soporta…
— ¿Crees que ahorcarse es doloroso?– dijo Agatha.
—Lo que sé es que no tiene “glamour”– contestó Joseph–: se te relajan los esfínteres.
— ¡Vaya mierda, tío!
—Exacto.
Segundos de silencio…
— ¿Y un disparo en la cabeza, tío?
—¿Tienes una pistola?
—No, tío.
—Yo tampoco, tía.
Segundos de llamar a la muerte…
— Tía, ¡ya sé! ¿Medicamentos? ¿Sabes? Tomarte muchas pastillitas y eso, ¿no…?
—Te asustas. Primero te relajas, pero después te horrorizas cuando te das cuenta de que se te ralentiza el pulso. Bueno, ni siquiera te horrorizas… Ya es tarde.
— ¿Lo has vivido?
—No, idiota. Si lo hubiera vivido, estaría muerta.
—¿Entonces…?
—Lo leí en Internet.
—¿Y quién lo escribió? ¿No debería estar muerto?
Segundos de pensar…
—Cierto, tío…
—De todas formas, no creo que tuviese valor para eso, tía. Me puse a rezar cuando casi me reviento tras comerme tres bolsitas de ositos de goma…
—Bueno, sí… Hay que tener valor para morir.
—Al menos, más que para vivir.
Segundos de regodearse en lo que piensan que es una gran frase…
Después vuelven a la carga…
—¿Y qué me dices de cortar las venas? ¿Duele?
—La incisión duele, aunque si te metes en una bañera con agua caliente, no sientes nada. Es agradable.
—¿Es agradable? ¡Guay, tía!
El otro chico se detuvo. Él, que fue el amigo de aquellos dos que deseaban visitar el cementerio para su funeral lo antes posible, ir de compras al Otro Barrio y charlar con el fantasma de Kurt Cobain y Elvis (aunque todos sabemos que Elvis sigue vivo).
El chico… Sin aguantarlo más, Frank, que era su nombre, dijo:
—En serio, no sé cómo podéis hablar de todo esto con tanta tranquilidad, joder. ¿Quién coño sois? ¿Niños pijos tristes?
>>Vais por ahí, lloriqueando por las esquinas, como si hubierais tenido una vida cruel porque no os regalaron una Playstation o no sé qué mierdas…– Respiró hondo ante la cara de atónitos de sus compañeros–. ¡Sé que si quisierais suicidaros, ya estaríais muertos y no iríais por ahí soltando gilipolleces!– ¿No fue aquello lo que hizo su padre muerto?–. ¡Querer morir no es una moda! ¡Querer morir no es algo que mole! Querer morir es una gilipollez. ¡Joder! A ver si maduráis…
Diez años después, habían madurado… Agatha y Joseph seguían vivos y felices; Frank había muerto atropellado cinco años antes… Pero nunca quiso bailar con la muerte antes que la muerte desease sacarlo a la pista.
***
¿POR QUÉ DE ESTE RELATO? Escribí este relato hace algo más de tres meses. No sé por qué no lo he colgado hasta hoy. No hay una gran respuesta, pereza o que necesitaba una buena revisión que me convenciera de colgar esta crítica hacia ciertas actitudes que considero estúpidas o los azares del destino.