Había llegado un triste día, pero no por ello, menos esperado.
Suspiró cuando escuchó la primera noticia del día. ¿Cuál era? “El Estado anuncia que la tarifa de los sueños sube debido a la crisis”.
¿Quién podía comprar sueños tan caros? ¿Cómo se viviría sin ellos? ¿Qué males despertaría en los desgraciados el no tenerlos? Y ¿en qué momento empezaron a venderse y comprarse los sueños?
Se levantó, fue hacia la ventana y se arrojó por ella.
Un mundo sin sueños no merece ser vivido.