Crítica de Superman de James Gunn (2025)

 


Cuando Superman surgió en 1938, nadie se imaginaba que estaba ante el origen de un icono que conectaría durante generaciones con el público. El ideal del superhéroe, por naíf que fuera, estaba dedicado a los más jóvenes y se convirtió en baluarte de todas las ideas extrañas y únicas de los cómics de superhéroes. 

Basta con ver las locuras del Superman de los '50 para saber que la industria del cómic, dedicada a los niños, buscaba ser un reducto de la imaginación más salvaje. Todo era posible en aquellas páginas, como bien defendió Alan Moore en su magnífica Supreme (una de las mejores historias de Superman... sin Superman) o en Tomorrow Stories.

Tras diferentes adaptaciones y versiones, Superman parecía un personaje que había quedado anclado a otra época. Cuando vivimos ante el auge del fascismo, parece que un Homelander de The Boys es más oportuno... pero acaso, ¿Superman no surgió como una alegoría creada por dos chavales judíos, Jerry Siegel y Joe Shuster, justo cuando Hitler amenazaba desde Alemania? Quizá Superman sea más necesario ahora que en mucho tiempo y James Gunn lo ha entendido con su nueva película, donde ser punk, ser rebelde, es decidir no ser un monstruo cuando todos los demás lo son.

La locura del cómic

Ayer salí del cine francamente contento. Este Superman era lo que esperaba que fuera Man of Steel en 2013 y no fue. La visión del Superman de Zack Snyder, tan edgy, ya no encajaba conmigo en su momento y menos ahora. Por suerte, James Gunn ha entendido esto y de mucho se podrán quejar algunos, pero no de que la película del director de Guardianes de la Galaxia y el Escuadrón Suicida no guarde un inmenso cariño por los cómics de cualquier época de Superman y, sobre todo, un grandísimo corazón.

Allá por 2010, cuando todavía era un chaval de diecinueve años que pensaba que lo edgy era lo mejor, leí All-Star Superman de Grant Morrison y Frank Quitely. Más allá de alguna historia suelta y sus adaptaciones, lo único que había disfrutado de Superman era de las historias de Alan Moore

¿Y qué decir de All-Star Superman que no se sepa? Aparte de ser un gran cómic, es una obra que nos deja claro que Superman es demasiado bueno para nosotros y que puede convertirse en un ejemplo cuando todo se va al garete. Si estás afrontando un problema, quizá debas pensar: ¿qué haría Superman? Y si la respuesta es no romperle el cuello a nadie (ese es el Superman de Snyder), sino ayudar a los otros, incluso cuando los otros son ardillas o un perro, entonces eres el Superman de Gunn y de los mejores cómics de este personaje.


El legado de Superman

Superman: Legacy, como iba a titularse originalmente, es una película que busca conectar con una nueva generación de fans, con los más críos, como lo buscaban los tebeos originales. Sé que mucha gente mayor (¡yo ya soy mayor que el actor que hace del nuevo Superman!) conectará con este superhéroe que alude a aquel «creerás que un hombre puede volar» del Superman de Christopher Reeve. Y también sé que hay muchos que no conectarán porque esperaban... No, no sé que esperaban. Básicamente, esto es lo que debería ser una película de Superman, la película de un inmigrante que acaba dándole una paliza a un dictador, impidiendo una guerra y dándole otra tunda -con ayuda de su perro- al futuro presidente de los Estados Unidos/dueño de una red social y de una marca de cohetes chusca con forma de miembro viril. Pedirle a esto un guion digno de un Oscar, es como querer pedirle honradez a un político.

Hemos entrado en un período interesante dentro de las adaptaciones de cómics de superhéroes a la gran pantalla. Más allá del agotamiento que se siente con la fórmula Marvel o el fallido intento de trasladar el Universo DC a la gran pantalla, me parece sumamente interesante lo que hacen películas como Spider-Man: Homecoming o Spider-Man: Into the Spider-Verse, The Batman o la presente Superman de James Gunn: reflexionan sobre el valor de estos superhéroes en la época actual. Más allá de la deconstrucción de los cómics de los '80, los directores detrás de estas películas se centran en preguntarse: ¿qué significan estos personajes en el mundo actual? ¿Por qué los adoramos? ¿Pueden ser símbolos de esperanza? Y es interesantísimo como se llega a la respuesta afirmativa en todas ellas.

Puede que la película abarque demasiado, pero en ningún momento me ha aburrido. Algunos dicen que parece una serie de dibujos animados. Y recuerdo que el mejor Superman era el de la serie animada, así que no es ningún problema. Puede que haya decisiones arbitrarias, pero ¿no las hay en los cómics? ¿Qué más me da que Perry White se lleve a todos sus periodistas en una nave, porque sí? ¿Por qué nos quejamos de que este Superman ayude a la gente y salve a su perro cuando hasta hace unos años nos quejábamos de que Superman fuese un psicópata que destruía ciudades a lo Son Goku? Creo que hemos perdido un poco el tino con estas cosas o que hemos matado al crío que fuimos y no hay nada peor que eso.


¿Es un pájaro? ¿Es un avión?

Pero más allá de todo esto, me quedo con la buena química de su reparto. David Corensweet encarna al Superman de los cómics, el superbuenazo que tiene los poderes de un dios, pero elige ser humano. Ojalá Henry Cavill hubiera podido tener esto... Corensweet lo hace estupendamente como Superman y como Clark, y encaja muy bien con Rachel Brosnahan, nuestra pizpireta Lois a la que Gunn le busca algo que hacer en todo momento. Por otra parte, he escuchado muchas quejas sobre que Lex Luthor sea un tipo histriónico y esté pasado de vueltas por parte de gente que admiraba el Luthor de Batman v Superman y con esto ya me confirman que no sé en qué mundo vivo, porque Nicholas Hoult lo hace fenomenal (o porque era el Luthor que quería ver en pantalla). 

Por suerte, contamos con una plétora de secundarios del Daily Planet (aquí no te matan a Jimmy Olsen porque sí) y de otros terrenos insospechados, como la Justice Gang (genial Nathan Fillion como Guy Garner y muy reivindicable el papel de Edi Gathegi como Mr. Terrific). Lástima que el papel de la Ingeniera no esté resuelto por su actriz como debería, por cierto. Por suerte, hay mayor acierto a la hora de elegir a los padres de Superman (a los auténticos, a Martha y Jonathan Kent). Pienso que, al fin y al cabo, Superman comparte muchos aspectos con Spider-Man (o, mejor dicho, al revés) y siempre me ha gustado cuando sus secundarios tienen más relevancia y todo es más culebrón, como lo son los cómics de superhéroes al fin y al cabo. Así que... ¡muy bien, James Gunn!


¡Mira al cielo!

En cuanto a los apartados técnicos, muchos se han quejado de los efectos especiales de Weta e ILM, pero considero que son correctos, salvo algún plano que quizá se depure en la versión digital que salga en algunos meses. En resumen, si suspendes la credibilidad, te da igual cuando da el cante. Acaso, ¿todas las páginas de un cómic de Superman están perfectamente dibujadas? ¡Ya querrían algunos!

Sobre la fotografía, se ha mejorado la vista en los tráileres, aunque todavía se podría haber hecho mejor; al menos, aquí no le han robado el trípode a Gunn, como sí pasó en Man of Steel. No obstante, me ha hecho mucha gracia las poses que Superman pone en algunos momentos y que parecen homenajes de James Gunn a las grandes poses que han dibujado autores como Carlos Pacheco, Curt Swan, etc.

Con respecto a la banda sonora, no deja temas demasiado reseñables, salvo rescatar el leitmotiv del Superman de John Williams: total, si James Bond recupera su fanfarria en cada película, aunque cambie el actor, ¿por qué no íbamos a recuperar uno de los mejores temas que se han compuesto nunca para el cine de superhéroes y el cine en general? Aparte de estos temas, me quedaría con la colaboración de Iggy Pop (¡!) y la banda de punk inventada por Gunn, y que nos recuerda a que ya hizo algo parecido en Guardianes de la Galaxia 2, con cierto falso videoclip que fue de lo mejor de la campaña publicitaria.

En definitiva, me marché ayer del cine muy contento, hermanado con esa parte de mí que todavía es un crío grande. Luego entré en Bluesky y me deprimí un poco pensando en que la gente le pedía a Superman ser cosas que realmente no tiene que ser. Más tarde, me acordé de la escena de los monos de Lex Luthor, de su cárcel, de su agujero negro, de su ciencia ficción loca, de la escena de Krypto ayudando a Superman, de Superman siendo capaz de salvar a todos... y volví a creer, a creer en que un hombre puede volar. Y eso, en esta época tan oscura, merece la pena.



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