Había leído muy buenas opiniones sobre ¡Universo!, el cómic de Albert Monteys publicado en la plataforma de Brian K. Vaughan y Marcos Martín, Panel Syndicate, así que decidí darle una oportunidad antes de que alguien me retirase mi carné de aficionado a los cómics (ya sabemos cómo se las gasta el fandom).
Monteys, recordado por su etapa en El Jueves antes de que El Jueves pasase del humor inteligente a ser en sí misma un mal chiste, se adentra en ¡Universo! en un terreno que parecía ajeno a él a simple vista (aunque ahí está Calavera Lunar): la ciencia ficción pura y dura, aunque, por suerte, no abandona del todo su mirada satírica.
Como siempre digo, la buena ciencia ficción es una especie de sátira sobre el hoy a partir de una imaginación sobre nuestro mañana. Con una mala baba digna de Las estrellas mi destino, Monteys consigue una de las mejores obras del cómic español reciente (o una que, al menos, no tiene que recurrir a manidos moderneos de gente que nunca ha leído un cómic aunque se dedique a ello).
El espacio y más allá
Lo primero que uno piensa al leer ¡Universo! es cómo demonios ha tardado tanto en llegar este cómic a mis manos. Publicado originalmente a través del sello digital Panel Syndicate (casa de joyas como The Private Eye), esta recopilación de relatos cortos tiene el sabor clásico de las historias de Ray Bradbury o Harlan Ellison, mezclado con una crítica mordaz que recuerda los mejores episodios de Black Mirror antes de convertirse en una broma.
En la primera historia, El pasado es ahora, Monteys lleva el capitalismo al límite más absurdo y perverso imaginable: viajar al origen del universo para ponerle un copyright. Una historia delirante, que entre risas nos recuerda hasta dónde estamos dispuestos a llegar por dinero. La sátira no podría ser más clara, es como si Amazon hubiese patrocinado directamente el Big Bang. Y visto lo visto con lo que está pasando con ciertos millonarios en la actualidad, me creo que un lunático decida hacer algo así. Por suerte, siempre nos quedará la oportunidad de reírnos de ellos.
Pero no solo hay espacio para la crítica social más ácida en ¡Universo! La segunda historia, Desconsuelo mecánico en la fábrica del amor, aborda los dilemas éticos de la inteligencia artificial, presentándonos robots de compañía que comienzan a cuestionar su papel con consecuencias inquietantes, algo así como un episodio perdido de Westworld con más corazón y menos presupuesto. Todo empieza cuando varias parejas humanas son asesinadas por sus amantes cibernéticos (al estilo de la película de Yo, robot). A partir de ahí, la historia logra también un equilibrio al estilo Her, todavía más presente ahora, con el auge de la IA.
Lo mejor de ¡Universo!
Destacan especialmente los relatos "gemelos" Lo que sabemos del planeta Tierra y Lo que sabemos del planeta Tierra. Monteys hace gala de una narración magistral al contar una historia desde dos perspectivas completamente distintas: primero desde la humanidad, en una trama que destila maravilla y desconcierto, y luego desde la perspectiva alienígena, logrando un juego narrativo tan ingenioso que uno no puede más que aplaudir el experimento. La primera es una de mis favoritas del compendio por cómo puede que descubramos un concepto de vida más extraño que el que conocemos hasta el momento.Es como si Isaac Asimov y Douglas Adams se hubiesen ido de copas y decidido escribir juntos una historia sobre las frustraciones de crecer, aunque fuera en un lejano planeta. Me encanta cómo empieza con un tema universal y acaba con Bonaparte, su protagonista, haciendo frente a una historia más pequeña: no estar solo nunca más. La segunda no terminó de engancharme como esperaba.
Por último, me quedó con ¡La Cristina del mañana!, una historia sobre una mujer que, por accidente, empieza a percibir el tiempo más adelantado que los demás. Lo que sería un recurso para una historia de ciencia ficción sobre grandes problemas, acaba siendo una metáfora sobre una pareja que no puede seguir junta por mucho que luche. Un concepto fascinante que Monteys maneja con gran inteligencia.
Dando vida a ¡Universo!
En lo visual, Monteys se lanza sin red a un estilo más experimental y colorido con el paso de las historias, alejado del dibujo de viñeta cómica clásica. De este modo, demuestra una versatilidad que, francamente, no esperaba del autor que durante años hizo viñetas sobre políticos y otros monstruos. Su uso vibrante del color y su composición demuestran que no está aquí para cumplir, sino para ofrecer algo que merece la pena leer.
Si tuviese que señalar un defecto, sería que algunas historias prometen más en su planteamiento que lo que finalmente entregan en sus cierres. Pero no seamos aguafiestas: ¡Universo! es un gran trabajo que logra algo importante en tiempos de productos genéricos: tiene personalidad propia.
Mientras espero con impaciencia el segundo volumen, puedo afirmar sin temor a equivocarme que Monteys no solo ha sobrevivido a la debacle de El Jueves, sino que ha demostrado con ¡Universo! que hay vida inteligente en el cómic actual. Y lo hace con una propuesta capaz de maravillar, divertir y, sobre todo, hacernos reflexionar sobre el absurdo universo que habitamos. Casi nada.
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