![]() |
Póster de La forma del agua (The shape of water), la nueva película de Guillermo del Toro. Fuente. |
"If I told you about her, what would I say? That they lived happily ever after? I believe they did. That they were in love? That they remained in love? I'm sure that's true. But when I think of her - of Elisa - the only thing that comes to mind is a poem, whispered by someone in love, hundreds of years ago: "Unable to perceive the shape of You, I find You all around me. Your presence fills my eyes with Your love, It humbles my heart, For You are everywhere".
Decían que a King Kong lo mató la belleza y hay mucha en The Shape of Water. Guillermo del Toro lo sabe; es un artista, un contador de historias, con un universo propio muy particular que ha logrado a lo largo de su carrera concebir maravillas como Cronos, El Laberinto del Fauno, Hellboy 2... por solo citar algunas de sus obras. Ahora, goza del reconocimiento por su película más reciente: The Shape of Water (La forma del agua).
Si El Laberinto del Fauno era, entre otras cosas, un homenaje a los cuentos de hadas más oscuros y a todo ese imaginario del que siempre ha bebido el cine de Guillermo del Toro, en The Shape of Water nos encontramos un drama fantástico que homenajea a la Bella y la Bestia, pero también a King Kong, La criatura de la Laguna Negra (tan bien titulada en España como La mujer y el monstruo, si la comparamos con la cinta de del Toro)... Y resulta ser un film interesante, lleno de poesía desde su inicio hasta su final y que vaga por varios espacios comunes de la filmografía de Guillermo del Toro, transformándose en una especie de "grandes éxitos" del creador mexicano y una culminación para varias de sus obsesiones: puede que el aficionado al cine de del Toro más cínico no se sorprenda en ningún momento, pero alguien que desee hacerlo puede llevarse un par de fascinantes escenas.
Monstruos y esperanzas
En sus anteriores películas, Guillermo del Toro ya había sido capaz de mezclar elementos del mundo fantástico con el real (si es que no son el mismo) y aquí lo vuelve a hacer bajo el marco de la guerra fría. Los protagonistas de The Shape of Water son humanos: son chicas de la limpieza, un ilustrador homosexual, un científico soviético, un jefe de seguridad horripilante... Y todos son plasmados con cierta dosis de esa capacidad mágica de del Toro para plantear a los personajes. No hay muchas heroínas como Elisa (estupenda Sally Hawkins), la muda de esta cinta; no hay muchos villanos tan perturbadores como el Richard Strickland de Shannon... Un espacio merecido también para reconocer el trabajo de Doug Jones como la criatura. No solo el maquillaje y el diseño (una mezcla este la criatura de la Laguna Negra y Abe Sapien), es perfecto, sino que el propio Jones llena de humanidad a este ser surgido de las profundidades. Se habla mucho de reconocer el trabajo de captura de movimiento de Andy Serkis (y lo merece sin duda), pero también deberíamos hablar de Jones.
La historia se ve realzada por la fotografía y la plasmación de unos años sesenta entre lo idílico y lo sombrío, con excelentes momentos como ese monstruo que se queda viendo la enorme pantalla de cine y bien podría ser el resumen de la filmografía de Guillermo del Toro. Y esa fuerza se consigue en parte gracias a la melancólica banda sonora del compositor Alexandre Desplat.
Puede que The Shape of Water no sorprenda (y menos para aquellos que la comparan con el cortometraje The Space Between Us), pero siempre hay distintos matices, lecturas y disfrutes en cada una de sus películas que nos hacen desear volver a zambullirnos en ellas, incluida esta. Cualquier que se fije, puede hallar ese miedo al otro, tan imperante en nuestra sociedad actual, ese deseo de destruir lo mágico, lo misterioso y lo bello, como ya nos contaba del Toro en Hellboy 2. Al final, el film es la celebración de la diferencia, del no tener que ser igual que los demás, de amar aquello que nos hace felices sin importar lo que digan o dejen de decir, lo que hagan o dejen de hacer, los demás.
Puede que The Shape of Water no sorprenda (y menos para aquellos que la comparan con el cortometraje The Space Between Us), pero siempre hay distintos matices, lecturas y disfrutes en cada una de sus películas que nos hacen desear volver a zambullirnos en ellas, incluida esta. Cualquier que se fije, puede hallar ese miedo al otro, tan imperante en nuestra sociedad actual, ese deseo de destruir lo mágico, lo misterioso y lo bello, como ya nos contaba del Toro en Hellboy 2. Al final, el film es la celebración de la diferencia, del no tener que ser igual que los demás, de amar aquello que nos hace felices sin importar lo que digan o dejen de decir, lo que hagan o dejen de hacer, los demás.
Al final, nos queda claro que la belleza puede matar a King Kong, pero bien vale morir por ella, como aprendemos a través de La forma del agua. Bien vale morir por ella, aunque sea en las profundidades del mundo de agua.
![]() |
La criatura encarnada por Doug Jones. Fuente. |