Black Mirror (4x01): USS Callyster, el fandom: la última frontera

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El espacio: la última frontera. Así comenzaban los capítulos clásicos de Star Trek y no nos extrañaría que lo mismo ocurriese con Star Fleet, esa versión mordaz con la que nos obsequia Charlie Brooker, en pleno subidón de desmitificación y rabia de la que suele hacer gala. En esta ocasión, no solo para alertarnos de los peligros de la tecnología, sino para jugar con ella y retratar la toxicidad de la que se ha impregnado el fandom en los últimos años. Solo hay que mirar alguna web sobre películas basadas en cómics, los comentarios de alguna red social sobre películas de género fantástico o naufragar en el territorio de los grupos de fans (que los dioses no lo quieran) para darnos cuenta de que, más allá de lo bueno que puedan ofrecer, siempre habrá alguien que se comporte como un idiota, tenga comportamientos dignos de megalómano o crea que el resto debe "jugar" según lo que ellos quieran. Basura, vaya.

En USS Callister nos encontramos con dos mundos: el universo online de un videojuego en línea, el Infinity, habitado en un microcosmos por los enemigos de su creador Robert Daly (obligados a fingir que están en una serie de ciencia ficción de los '60) y la triste realidad, donde Daly es un donnadie que ha tenido que crear un universo a su imagen y semejanza, pese a su increíble genio. No obstante, la nueva de la empresa y de la nave, Nanette, buscará un modo de rebelarse.


¿Recuerdan Where No Fan Has Gone Before, el capítulo de Futurama donde los personajes se veían mezclados con los héroes de la serie clásica de Star Trek y eran obligados a interpretar a sus personajes? ¿Recuerdan la simpática Galaxy Quest? Pues USS Callister recoge mucho de eso bajo el prisma de Black Mirror y en este ejercicio de metaficción es una lástima que no se aproveche también para hacer autocrítica, porque los creadores son los primeros que cogen personajes, actos, conductas u otras series (en este caso, Star Trek) para concebir nuestros propios mundos y hacer con ellos lo que quieran, tal y como hace Daly

Pese a algunos toques de oscuridad, como la "monstruificación" de los que se rebelan o el destino del pequeño Tommy, USS Callister es un capítulo extrañamente optimista, aventurero y con altas dosis de humor. Es excéntrico, histriónico y divertido en ese goce friki del que hace gala a la hora de jugar con el mundo nerd y con una referencia de este como es Star Trek. Puede que hubiera sido mejor si no fuera tan visceral o peliculero en algunos momentos (aunque ahí está el juego metaficcional), pero hasta el capítulo más regular de Black Mirror sigue siendo un buen divertimento.

Puede que el espectador quiera engañarse, puede que quiera sentirse presa de la tensión de las últimas escenas pensando que Black Mirror siempre nos da finales pesimistas y terribles, pero este capítulo va de otra cosa... Salvo que pensemos una cosa: seamos sinceros, solo alguien muy optimista o alguien que nunca haya jugado a un juego masivo online, pensará que el final es piadoso. Créanme, pasarse toda la eternidad rodeado de niños rata puede ser uno de los peores castigos que Charlie Brooker le haya dado a sus personajes. Es más, casi parece más piadoso el final que recibe el capitán Robert Daly. El fandom: la última frontera... La que seguramente no querrás cruzar.

P.D.: Atentos a la minireunión de actores de Breaking Bad, no solo con el protagonista, sino con la voz del gamer del desenlace, que no es otra que la de Aaron Paul, nuestro Jesse.

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