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La cuarta temporada de Sherlock continúa con su segundo capítulo, The Lying Detective. Fuente. |
"Al salvarme la vida, le otorgó un valor.
Es una moneda que
no sé cómo gastar"
Sherlock.
En cierto momento del capítulo The Lying Detective, los personajes reconocen que no están bien, pero es lo que hay y esa puede que sea la sensación que se nos queda en lo que llevamos de la cuarta temporada de Sherlock.
No sé muy bien si es que ha
cambiado algo en el tono de los creadores (Mark
Gatiss y Steven Moffat) o que el
rumbo de su historia, desde The Six Thatchers, se está volviendo más rocambolesco que el de alguno de los
misterios del personaje de sir Arthur Conan
Doyle, pero la verdad es que está siendo distinto a lo esperado. Todos
aguardábamos el regreso de Moriarty (más
o menos) y, bueno, estamos teniendo… otra cosa a cambio.
…
Pero, en serio…
¿Adónde quiero ir con esta crítica? Si mi resumen perfecto es este gif del pobre Sherlock, que bien representa la cara con la que me quedé hace un rato cuando vi el desenlace del capítulo…
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¿Eso ha sido una "sacada de manga"? No estoy seguro... Hurm... Fuente. |
La subtrama de todo el capítulo,
aquella que se lleva tendiendo desde el último capítulo de la tercera, con el
juego del viento del este, ronda terriblemente la idea del culebrón (llevo
media hora poniendo acentazo de telenovela y diciendo la revelación del
capítulo y ¡suena bien!)… En “categoría Moffat”,
el giro de guion ha sido casi una revelación tipo Missy en Doctor Who. Por
un lado, a muchos les gustará. Otros, odiarán la idea. En mi caso… aún no sé
por dónde decantarme. ¡No sé qué pensar? Si bien me ha sorprendido que la chica
del autobús volviese de ese modo tan inesperado (ay, el maquillaje), no me
sorprendió que la hija tuviera el rostro de la otra persona. Y sí, esto suena
muy críptico, pero es que no quiero que suene tan spoileante como es. Y es que, pese a todo, vale la pena verlo para
comentarlo.
Si Steven Moffat y Mark Gatiss querían darle un giro final al capítulo,
lo han conseguido. Ha sido como dar un golpe en la mesa, pero con una
taladradora. Y un hacha. Y un tanque de la Segunda Guerra Mundial… Ahora cabe
preguntarse si servirá para ese tercer capítulo. Y es que no habíamos tenido un
cliffhanger así en la serie, en el
segundo episodio, nunca (siempre se reservaba para el tercero) y ahora no
sabemos si tenemos que enfrentarnos a un cierre apoteósico o un mar de dudas. ¿En
dónde nos hundiremos o saldremos a flote? Buena cuestión. Y no sé si quiero
responderla (por suerte, ese es trabajo de Moffat).
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La relación de Sherlock y Watson es la auténtica protagonista de este capítulo. Fuente. |
Lejos del vacuo juego de palabras, esta temporada está
siendo la que posee un arco argumental más continuista. Lo ocurrido en el
primer capítulo con Mary prosigue en
el segundo, para algunos de un modo algo cargante, y para mí, a veces, como un
remedo de la River Song fantasmal de
El Tiempo del Doctor. Al menos, Martin Freeman y Amanda Abbington son dos
grandísimos actores y lo hacen de un modo fenomenal.
No se puede decir nada diferente
de Benedict Cumberbatch, que me
parece un grandísimo actor con un personaje, Holmes, cada vez más humano… Cumberbatch
es una de las mejores encarnaciones de Holmes,
por mucho que algunos se quejen de que se le trate como a un drogadicto o que
posea ciertas revelaciones que no son más extrañas que las que ya tantease en
su obra sir Arthur Conan Doyle. Que
sí, que todos se tragan que Holmes
es pura lógica y nadie parece acordarse del extraño plan de El sabueso de los Baskerville (¡píntame como uno de tus perros diabólicos!), por
ejemplo.
Aparte de eso, iba a comenzar esta crítica hablando de qué
pasaría si se mezcla Trainspotting
con Sherlock (por el tema de cómo es
retratada la adicción), pero casi que me lo guardo y así comento que la
dirección (pese a algunas cámaras lentas que no sé si adoro u odio) sigue
pareciéndome genial y digna de una película, gracias al trabajo que hay detrás.
Desde las transiciones ingeniosas hasta la fotografía, Sherlock conserva un toque único, incluso cuando juega a ser James
Bond (ese plano final de la pistola, ese Aston
Martin, el villano ególatra con suero para olvidar incluido, etc.).
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El villano del segundo capítulo, encarnado por Toby Jones. Moraleja: ¿en serio quieres deshacerte de alguien que te ha acusado de que eres un asesino en tu propio hospital, tras que casi te atacase? En serio, ¿nadie sospechará de ti? Chaotic evil, que se le llama. Fuente. |
Pero ¿a qué es curioso que lleve
un par de párrafos divagando sobre el final, la estética, los personajes y algunos
peros y no me haya centrado en el capítulo de por sí, en el villano? Puede que
tuviese las cotas muy altas debido a Moriarty
y Magnussen, pero esperaba que Culverton Smith, el personaje de Toby Jones (al que considero un
grandísimo actor) me fascinase y, si bien me ha gustado y ha habido escenas
bestiales con sus duelos con Sherlock,
¿soy el único que ha sentido que todo el capítulo era una transición más para
el episodio final? Es decir, no se siente realmente la amenaza de este
histriónico monstruo, de este amo de los medios. En realidad, el capítulo lo
zanja (y de lo que va realmente) es la relación de Watson y Holmes, no
tanto de ese villano y sí, eso ya se ha usado en las historias originales y en
la serie, pero a mí me ha sacado un poco del capótilo, porque esperaba más tiempo para el villano y una
auténtica sensación de amenaza (y sé que siendo fan de las películas de Marvel, no debería quejarme de los
malos de otras obras de ficción, pero…). Incluso así, hay muchos diálogos y
momentos estupendos para el villano y a saber qué papel juega realmente dentro
de la función.
Porque queda una semana para ver el último episodio de la cuarta temporada y
yo ya me estoy preguntando si habrá quinta, si se estrenará antes de 2020 y si
estará a la altura de lo mejor de Sherlock o seguirá redefiniéndose la serie de
un modo que aún no sé si adoro o detesto. Puede que, irónicamente, hasta la
próxima semana, cuando concluya la temporada, no sepa si esta cuarta me ha
gustado por lo que he visto o me he dado cuenta de que Moffat empieza a mostrar los signos de cansancio en Sherlock que llevo notándole desde hace
un par de años en Doctor Who (que,
por cierto… ¡pronto se va! ¡Se va! ¡Con el viento del este!). ¿Acabaremos
pidiendo un poco de suero para olvidar?
Sea como sea, tampoco sé cuándo
adoro y cuándo detesto un truco de magia. Un truco consiste muchas veces en que
el mago hará que te concentres en lo superficial (sus palabras, sus gestos, sus
movimientos…) y luego te sorprenderá porque te has perdido el momento donde se
ha producido el cambio. Insertad aquí alguna referencia a El Prestigio de Christopher
Nolan, pero es cierto que el arte también es ilusionismo y las historias de
misterio son su máximo exponente. The
Lying Detective ha sido una enorme mentira, un juego de ilusionismo para hacer
magia mientras estábamos pendiente de los artificios y no tanto del contenido. Ahora,
queda una semana para saber si seguiremos bajo el espejismo o nos despertaremos
con una brusca caída. Y el viento del este nos llevará a todos. O no.