Mata o transforma el estereotipo (consejo a raíz de The Magicians)

Un ejemplo de buen mentor. Fuente.
¿Cansado de la figura del mentor? No te preocupes, no eres el único. Bien me temo que el rol del anciano sabio que enseña el camino y abre la puerta de los personajes principales está un poco quemado.

Bastante quemado si somos sinceros.

Se me ocurren rápidamente una docena de mentores que están bien en las historias (Yoda, Obi-Wan, Dumbledore, Gandalf, Ra's al Ghul…) y algunos más que resultan ser solo clichés (mejor no nombrarlos por si hay algún ofendido).

Parte del viaje del héroe. Fuente.
No estoy diciendo que haya que eliminar la figura del mentor. Suele ser muy necesaria a la hora de contar muchas historias, lo que estoy diciendo es que se puede abordar de una manera diferente a un anciano sabio, barbudo o extraño que da consejos raros que hay que seguir.

Un amigo me dijo una vez que las historias están bien, pero lo importante para una película, un libro o un cómic son los personajes. Disfrutamos de las historias por los personajes más que solo por lo que suceda en ellas. Y estoy, hasta cierto punto, de acuerdo. Me encantan los personajes trabajados y que son diferente de lo común.

Lo que me lleva a pensar en el profesor Mayakovsky del último capítulo de The Magicians (The Mayakovsky circumstance) que podéis imaginároslo como un Ojoloco Moody borrachuzo, con acento ruso, terriblemente honesto y con unos modelos y métodos de enseñanza. Tal vez, inspirado en el auténtico Vladimir Mayakovsky, un poeta y escritor de teatro ruso.

Un mentor distinto. Fuente.
Al menos, el personaje es distinto a otros que hemos visto últimamente, más cercano al sargento Hartman de La chaqueta metálica que a otros maestros más insignes como los que pueblan, por ejemplo, La prueba de hierro (que lo estoy leyendo ahora) y con ciertas excentricidades a lo Elodin de El nombre del viento, solo que Mayakovsky está en un mundo demasiado real (aunque enseñe magia).

Capaz de ladrar, insultar, gritar y también de llevar a sus alumnos a un límite al que no hubieran llegado de otra manera, Mayakovsky demuestra que sus métodos, aunque dudosos, siempre alcanzan lo que él quiere.

Todo esto es un ejemplo que me demuestra una cosa: puedes estar cansado de un estereotipo constante en la ficción, pero si un buen escritor lo utiliza, juega con él y hace cosas que no esperas o no sueles disfrutar, vale la pena y nos hace, como creadores, retarnos a la hora de tocar cualquier elemento: nuestro mentor no debe ser sabio y reverenciable, nuestro héroe no debe ser perfecto, no debemos incluir al personaje pícaro que ayuda al héroe porque sí… Tenemos el deber de desafiarnos como si Mayakovsky nos diera clase.

El mentor... Distinto al que imaginamos. Fuente.

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