Los monstruos son reales: The Magicians: The Writing Room

Otro motivo por el que no me gusta el té. Fuente.
¿Hasta qué punto la ficción puede ser el germen del mal? ¿Puede el arte de escribir crear a seres oscuros? ¿De dónde viene el mal? ¿De la ficción o de la realidad? ¿Qué nos depara el largo camino de estas preguntas?

En el último capítulo de The Magicians: The Writing Room, la serie volvió a centrarse en la trama de la Bestia, Fillory y cómo los personajes de Quentin y compañía tenían que enfrentarse ante semejante amenaza.


Y también dejaron otra de esas buenas ideas que a saber por qué no se ha utilizado ya o no se ha utilizado con mayor frecuencia. Me he acordado de Neil Gaiman cuando tuvo la idea de la asamblea de asesinos en serie para The Sandman y le pareció tan buena que dudó que no hubiese sido ya utilizada. Volviendo a The Magicians, imaginad la típica mansión victoriana encantada. ¿Sí? Bien. Imaginad ahora que era de un escritor de literatura fantástica que cuidó de unos niños. ¿Sí? Bien, mezclad ambos conceptos. ¿Os sale? Bueno, si queréis ver el resultado, ved el capítulo porque contiene algunas dosis siniestras que valen la pena al respecto, satirizando sobre la relación de amistad que muchos escritores han tenido con niños y centrándose en el punto más oscuro.

El lado oscuro de la magia. Fuente.

Los monstruos son reales


Es interesante que pensemos en muchos casos como el propio Quentin y creamos que un ser como la Bestia no puede venir de un mundo fantástico y mágico como Fillory o que pensemos que el autor infantilizó a ese monstruo para no hacer que el lector infantil se horrorizase.

Y más interesante es pensar que quizás la Bestia no vino de la ficción, sino de nuestra realidad. Solemos cometer el error de pensar que los grandes horrores jamás pueden venir de nuestro día a día, pero seguramente, más gente sufre por un asesinato, las drogas, la malicia y otros actos mezquinos y reales que por la avaricia de un dragón, la magia oscura de una hechicera o el poder de objetos mágicos en la ficción.

En muchas ocasiones, cuando los adolescentes hacen cosas terribles (como matar a sus padres o sus compañeros de clase), se “justifica” afirmando que leían ciertos libros o cómics, jugaban a ciertos videojuegos o veían ciertas películas. Pienso que es la forma que tiene mucha gente de alimentar sus prejuicios y dormir más tranquila: “el problema es del arte, no de nosotros, nuestra educación y la sociedad que hemos creado donde un chaval puede considerar la vida como algo insignificante”. No, eso no funciona.

Solo por este tipo de cuestiones, ya merece la pena zambullirse en The Magicians, mientras nos queda la oscura moraleja de que quizás, los fantasmas jamás puedan salvarse de su tormento y, contra ello, no hay ninguna magia posible.


El hogar de la pesadilla. Fuente.

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