Seamos sinceros: los monstruos existen, pero esta ya no es su época.
Ahora, nadie les teme. Persisten, sin mucho ímpetu, a lo largo de los siglos.
Nuestro protagonista
es un vampiro que ha pasado una inmortalidad… De muerte. Cansado de pasarlo
siempre tan bien, acepta la apuesta de sus amigos (una bruja, una diablesa, un
hombre invisible, un cazador de monstruos -a punto de quedarse en paro- y la
mismísima Muerte). Ese reto consiste en enamorarse de una mortal.
Justo entonces,
aparece en la vida del chupasangre una chica que adora a los vampiros del cine actual
(ñoños y cursis) con toda su alma… Y de alma es lo que carece nuestro
chupasangre, que pronto se dará cuenta que tras tantos siglos, quizás
enamorarse de una humana haya sido la peor de las decisiones de su vida.
Al final, ninguno de
ellos querrá verse… Ni muertos.