Crítica de Creature Commandos: la repetitiva fórmula de James Gunn

Creature Commandos es la clase de serie que te hace preguntarte si James Gunn está troleando al público o si de verdad cree que la mejor forma de arrancar el nuevo universo DC es con un escuadrón formado por una comadreja psicópata, un robot nazi reciclado, una mujer pez y la Novia de Frankenstein en plena crisis existencial. La respuesta, probablemente, sea ambas cosas.

Monster Squad

Con solo siete episodios de poco más de veinte minutos cada uno, Creature Commandos parece más una presentación de un concepto que una auténtica declaración de intenciones. Pero precisamente eso es: el primer bocado extraño del bufé mutante que Gunn quiere servirnos tras el desastre del viejo DCEU. ¿El resultado? Entretenido, sin duda. ¿Inolvidable? ¡Ni de lejos!

La estructura narrativa alterna el presente con flashbacks sobre el trauma personal de cada integrante del equipo. Al principio esto tiene gracia, pero después del quinto episodio, en el que el monstruo de turno narra otra trágica historia, es inevitable notar que algunos personajes como Frankenstein o Circe (cameo reciclado y presuntamente importante de Wonder Woman) podrían haber sido sustituidos por un cactus parlante sin afectar en absoluto la trama principal.

Y, por supuesto, tenemos otra vez la consabida invasión alienígena. Ya es la tercera ocasión: primero fue The Suicide Squad, después Peacemaker, y ahora Creature Commandos. En este caso, una princesa extraterrestre con escasa profundidad decide conquistar la Tierra acompañada por unos caballeros cósmicos tan carismáticos como un maniquí. La amenaza se percibe rápidamente como mera excusa para dejar que el grupo de bichos haga el gamberro sin necesidad de justificar demasiado la locura que estamos viendo. Gunn vuelve a la fórmula conocida, aunque esta vez empieza a tener sabor a comida recalentada.

Sin embargo, lo mejor que puede decirse sobre Creature Commandos es que no se toma demasiado en serio a sí misma. Abundan los guiños, cameos y conexiones que sugieren un universo más grande por descubrir, pero todo se hace con más elegancia que en el viejo DCEU, que intentaba ensamblar sus tramas con la delicadeza de un elefante en una chatarrería. Aquí, al menos, las piezas están hechas del mismo material, dando una sensación general de “ok, vamos a ver hacia dónde lleva esto”.

Fórmula repetitiva

La animación cumple, sin ser revolucionaria ni buscar serlo: los fondos lucen como reciclados de alguna serie de acción genérica de 2010 y la sangre aparece en la cantidad justa para que la audiencia adulta no se sienta insultada, pero tampoco escandalizada. Lo que sí funciona perfectamente, y se nota el sello de Gunn, es la música. Las selecciones pop y rock están colocadas estratégicamente para marcar ritmo, distraernos de que no está ocurriendo realmente mucho, y darle una pátina de frescura que tal vez no merezca del todo.

¿Es una gran serie? Ni por asomo. ¿Es mala? Tampoco. Creature Commandos habita esa cómoda zona intermedia del “bueno, está entretenida”: es gamberra, desenfadada, con personajes simpáticos (aunque algunos totalmente desaprovechados o irritantes, como el pesado de Rick Flag Sr.), diálogos divertidos (aunque muchas veces pueriles) y un ritmo lo suficientemente ágil como para no aburrirte. Pero, al mismo tiempo, tampoco consigue que ansíes ver más. No es el Superman de Christopher Reeve, sino un puñado de criaturas extravagantes soltando burradas, peleando al estilo Gunn y haciendo chorradas antes de que tengas tiempo de pensar demasiado sobre qué diablos acabas de ver.

Quizás, en el fondo, Creature Commandos sea la manera más acertada de inaugurar el nuevo universo DC: con algo tan disparatado y absurdo que cualquier cosa que venga después parezca, por comparación, la elección más lógica y coherente del mundo.