Black Mirror (3x06): Hated in the nation, el odio nacional

El último episodio de la tercera temporada juega sobre la estructura de una declaración. Fuente.
“That Internet stuff drifts off like weather. It's half hate. They don't mean it. The hate in a marriage, that's in 3D”- Karin.

Black Mirror: El odio de la nación es el cierre de la tercera temporada de la serie y el primero en la plataforma Netflix a la que dio su salto la creación de Charlie Brooker en 2016. A modo de película de noventa minutos (es el episodio más largo de la serie), Brooker reflexiona sobre el viejo tema de: “que tire la primera piedra el que esté libre de pecado” (o el “tira la piedra y esconde la mano”).

El odio de la nación trata de la investigación de dos policías (estupendas Kelly McDonald y Faye Marsay) sobre una serie de asesinatos de odio que ha habido en Reino Unido. Primero, una periodista que se dedicaba a difamar a la gente en silla de ruedas. Después, un rapero que se burló de un niño. Y la lista sigue. Los candidatos a las muertes han sido todos marcados por una especie de Twitter con el hastagh #Deathto. La investigación nos lleva a una odisea retorcida por varias subtramas que, en realidad, son más simples de lo que parecen.

Brooker apunta hacia la fama, la búsqueda de esta, aunque sea comportándonos como seres crueles, pero también reflexiona sobre la gente que es capaz de odiar a través de redes sociales, aunque sea utilizando excusas como “son redes sociales, nada es real, todo es una broma”. No, no lo es y, donde se habla de libertad expresión, se habla también de una búsqueda del odio, de los malos sentimientos y de una rabia terrible que convierte a los troles y similares de las redes en monstruos. ¿Usted iría por la calle y le diría a un desconocido “muérase”? Puede que no. En cambio, en las redes sociales, puede que sí. Que mundo más hermoso, ¿eh?

Además, Brooker aprovecha para reflexionar sobre el deterioro del medioambiente a través de unas abejas que parecen salidas de la misma creación que los pájaros de Alfred Hitchcock. También hay una potente crítica a cómo las redes sociales y los artilugios del mañana (y de hoy) sirven para que todo el mundo sea vigilado por el Gran Hermano de turno. ¿Cuánto tiempo puede pasar para que esta tecnología caiga en manos de gente que desee utilizarlas para mal o para un plan mesiánico de salvación?

Pese a todo, aunque es entretenido y las ideas críticas de Brooker siguen brillando, la trama es sencilla y la respuesta es bastante clara, pese a que se enrevese en varios puntos buscando una complejidad o un impacto que nunca llega a tener del todo. Me aterroriza más pensar en las redes sociales y quienes las manejan que unas abejas. Es decir, el mensaje real, el extrapolable, es potente y Brooker plasma así lo que ha sentido en diversas ocasiones que ha escrito sátiras sobre diversos políticos en el poder. No obstante, la alerta sobre nuestro futuro (y nuestro presente) está ahí y conecta con todo el mundo de la serie (hay guiños a Playtest y White Bear, capítulo de la tercera y segunda temporada respectivamente).

Para cerrar, como curiosidad, las últimas escenas, pese a los ponchos y los sombreros, fueron rodadas en Canarias.

En definitiva, El odio de la nación no es uno de los mejores capítulos de Black Mirror, pero es lo suficientemente interesante como para que el espectador aguante sus noventa minutos y lo más importante: piense (¡PIENSE!) sobre su papel en las redes sociales y la realidad.

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