No
tengo gran cosa que decir sobre la novela. Roza las cien páginas y la última
semana estuvo parada porque me puse a documentarme (es decir, ¡leer muchos
cómics!), pero me di cuenta de una cosa que la pondré casi como curiosidad
(para cumplir con mi palabra de hablar de la nueva historia cada lunes).

En
los dos primeros, que antes fueron de mi hermano y que eran de la edad de
piedra, con 12 o 13 años, hice mi primera novela (perdida gracias a un virus).
En el segundo, recuerdo que terminé otra. Unas dos. Para mí, un milagro.
En
el primer portátil, creo que terminé una historia de tres partes, dos novelas y
un guion. Creo que ese ordenador me trajo suerte… Menos cuando no lo cogí y
cayó al suelo. Siguió funcionando, pero tenías que soplarle para que fuera el
ventilador.

En
el tercero, el que tengo ahora y compré yo en diciembre (los otros dos fueron regalo de mi
hermana, ¡gracias!), no he terminado ninguna gran novela, por tanto la actual tiene un
desafío que conseguir.
Que
los dioses binarios permitan que funcione hasta el final y que mi cabeza me dé
una historia lo suficientemente buena como para que la termine.
¡Esto ya es algo personal!
P.D.: ¿Y por qué siempre quedará más molón pensar que escribimos a máquina?