Críticas de cine: El gran dictador, la risa como esperanza para la humanidad

“El dictador de Tomania ansía ser el emperador del mundo.
Un barbero sólo desea la paz”.
Críticas de cine:
El Gran Dictador

El Gran Dictador de Charles Chaplin. Fuente.
Director : Charles Chaplin.
Guionista: Charles Chaplin.
Intérpretes principales: Charles Chaplin, Paulett Goddard, Jack Oakie, Reginald Gardiner, Henry Daniel…  Consultar el resto del reparto en IMDB
Música: Charles Chaplin y Meredith Wilson.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Duración: 128 minutos.
Año: 1940.
Género: Comedia, sátira.

“Hannah ¿puedes oírme? Dondequiera que estés, alza los ojos ¡Mira, Hannah! ¡Las nubes están desapareciendo! El sol se está abriendo paso a través de ellas. Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz.¡Estamos entrando en un mundo nuevo, un mundo más amable, donde los hombres se elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad! ¡Mira, Hannah! ¡Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza! ¡Alza los ojos, Hannah! ¡Alza los ojos!”
EL BARBERO JUDÍO.

El gran dictador de Charles Chaplin es una de esas películas cuyo visionado debería ser casi obligatorio. ¿Cuántos desastres se hubieran evitado con sólo verla?

La magnífica secuencia del globo terráqueo. Fuente.

Muchos se quedarían en que es Chaplin haciendo política, pero no es así. Chaplin hace sátira hacia toda la humanidad. No se queda en una película propagandística (toda la cinta fue sufragada por Chaplin y recibió presiones para que no la realizase), Chaplin está hablando de la condición del ser humano: de los tiranos y el pueblo. Es más, años después también satirizaría la situación actual del mundo con “Un rey en Nueva York”, menos brillante que esta pero muy interesante.

Chaplin dirige esta película, la produce, escribe su guion, compone parte de su música e interpreta a dos personajes: por un lado, ese detestable monstruo que es Hinkel, con sus momentos histriónicos y sus rabietas de niño; por otro, al humilde barbero, que ha regresado de una guerra y lo quieren convertir en un paria, y que muchos expertos lo comparan con el personaje de Charlot (su vestimenta, forma de caminar, aspecto). Esta sería la primera película sonora de Chaplin y, si lo tenemos en cuenta, la primera película (si la memoria no me falla), en la que Charlot habla.

Chaplin, usando la risa como arma, quiso con la cinta denunciar la situación de la Alemania nazi y una Europa quebrada por una guerra que se estaba gestando. A su vez, esto le hizo muy impopular en Estados Unidos (aunque después, cuestiones de “cambiar la realidad”, han hecho que parezca que en EE.UU. nunca hubo nazis antes de la Segunda Guerra Mundial). Chaplin demuestra su amor por la humanidad, el mismo que le haría marcharse a Europa años después, tras que J. Edgar Hoover y compañía se encargasen en convertirlo en ciudadano non grato.

El dictador y su mundo. Fuente.

Charlot se ríe de todos los símbolos del fascismo, véase los monumentos “de hoy”, como “El pensador”. A su vez, su acertada crítica a unos humanos que, cada vez, somos más esclavos de la máquina, como ya hiciera en Tiempos modernos (otra película de lo más recomendable y donde también aparece la actriz Paulette Goddard, la protagonista femenina de El gran dictador).

Por el camino, Chaplin nos regala secuencias geniales. Una de ellas, cuando se esconden los judíos y se ve un pájaro enjaulado; es pura poesía. La película está llena de escenas memorables, como el dictador Hinkel bailando con el globo terráqueo (y el final de esa danza). La cinta se llena de momentos de brillantez, capaz de hacernos reír (la escena del pudin) o estremecernos (los asaltos contra los judíos).


La grandeza de esta película está en que es aplicable aún hoy. Pensar lo contrario es un poco idiota. El ser humano sigue sufriendo tiranos y seguimos siendo controlados como marionetas. “El gran dictador” propone que nos liberemos de ese yugo.

El final consigue devolver la confianza al ser humano, el deseo de ser mejor, aunque en la realidad acabase habiendo otra Gran Guerra.

Ante todo El gran dictador supone esperanza para el espectador. Sólo por eso, ya es una auténtica obra maestra sobe la paz. Por favor, vedla.

“La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás”.
EL BARBERO JUDÍO.

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