«Como Jedi, fuimos entrenados para ser guardianes de la paz, no soldados, pero desde que era una Padawan, lo que he sido es una soldado»- Ashoka Tano, The Clone Wars.

«Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…». Con estas palabras arrancaba un cuento moderno llamado Star Wars, que en 1977 nadie imaginó que podría cambiar para siempre el cine, el entretenimiento y la cultura popular. La película de George Lucas no solo rompió récords en taquilla, sino que creó una mitología contemporánea que sigue fascinando generación tras generación, por encima de mercadotecnia y efectos especiales.

Star Wars siempre ha sido mucho más que espadas láser y batallas espaciales; es una narrativa sobre héroes caídos, villanos complejos y aventuras épicas que nos enseñan sobre la naturaleza humana, el sacrificio y la redención. Sin embargo, tras la segunda trilogía, hubo algo que generó más debates encarnizados que si Han disparó primero (spoiler: sí lo hizo): las famosas Guerras Clon.

Clone Wars: El estallido de las Guerras Clon

La primera mención a este conflicto surgió con Obi-Wan Kenobi, encarnado por un magnífico Alec Guinness, cuando mencionó a Luke la enigmática guerra en la que él y Anakin habían luchado juntos. Durante décadas, fans alrededor del mundo imaginaron su propia versión de las Guerras Clon. Fue una especie de patio de recreo galáctico donde cada niño (o adulto) creó su propia historia. Pero George Lucas decidió recuperar esos juguetes y mostrar oficialmente el conflicto en Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones, provocando una ola de decepción entre quienes esperaban algo completamente diferente.

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