Anotación: Si pasa usted la siguiente página de la Guía del Viajero Multiversal, podrá encontrar algunos comentarios sobre el inicio de la historia de Devon Crawford. Y también encontrará un par de espóras capaces de devorar sus sueños. Tenga cuidado.
Prefacio / Prólogo / Lo que sea
El origen del título “prólogo, prefacio, lo que sea” se lo debo a muchas confusiones sobre los dos primeros términos y porque pensé que el hecho de aparecer tachados (como si alguien se estuviera pensando cómo empezar su historia) sería una declaración de intenciones en cuanto al tono de la novela: desenfadado... hasta cierto punto.
La primera frase de una novela es complicada, porque se formula alrededor de la idea de “tengo que hacer que el lector siga leyendo, se lleve este libro, no me lo tire a la cara, le guste y se zambulla en la ficción”. Tiene que formular una pregunta, un pequeño misterio. Hay grandes inicios: El guardián entre el centeno, El mago de Terramar, El Hobbit, La Torre Oscura, etc. No sé si el mío es tan bueno, pero creo que dejaba las cosas claras: Devon está muerta, cuenta su historia, es irónica y nos hace preguntarnos quién es, qué ha pasado y de qué va esto. Al menos, lo intenté.
“Devon Crawford era chica muerta. Algo que, como a ti, debería importarme poco excepto porque yo soy Devon Crawford”.
El tono para mí era muy importante a la hora de escribir a Devon. No quería una chica refinada y tampoco a una doña perfecta que narra a la perfección. ¡Tiene quince años! ¡Es lo primero que se propone narrar! Y eso fue para mí como viajar a esa época donde me centraba más en la acción, por ejemplo, que en la narración. No considero que olvidase todo lo aprendido sobre escribir, pero sí que fue como poner ruedines a la bicicleta y evocar los viejos caminos. Sé que hay un pacto entre el lector y escritor, pero también sé que debía cumplirse de más de una manera y dicha manera era teniendo una novela clara y amena, pero que también pudiese haber sido escrita por una chica distinta, capaz de bromear, criticar y mostrar sus sentimientos con la libertad que permite comenzar a vivir (oh, qué profundo ha sonado esto).
Elegí la primera persona del singular y en presente porque lo consideré un modo de identificación del lector con el personaje. Aunque considero que Devon es joven, siempre pensé en un lector de esa edad que creciera con el personaje, igual que a mí me pasó con los protagonistas de otras sagas como la de cierto célebre mago o cierta aprendiza de hechicera. Como peco de adultescente, sigo disfrutando de estos aspectos. Y resultó una completa libertad para mí escribir de este modo, incluso me recordó a tener esa edad.
Hay una alusión a ciertas novelas de ¿fantasía?, que en realidad creo que son románticas. Adivinad: chica normal y corriente conoce a un chico atormentado que la trata de un modo fatal, pero lo hace para “protegerla, por amor” y acaban “enamorados”… No, no es mi tipo de literatura, vende un cliché dañino (opino que alguien que te quiere no te debe tratar mal). Y quería dejarlo claro. Devon es mi modo de responder a todos esos estereotipos y ese peligro de la “historia única” de la que hablaba una conocida escritora nigeriana, Chimamanda Adichie. Pensé que ustedes, los lectores, se merecían algo diferente.
Siguiendo con este tema de los clichés, también me eché unas risas sobre las profecías y las galletitas de la suerte. ¿Por qué siempre debe haber un elegido? ¿Por qué las profecías deben salvarnos? ¿Por qué poner nuestra fe en eso? Se usa mucho en la literatura fantástica y yo mismo acabo hablando un poco de ello más adelante, aunque desde la perspectiva de qué pasaría si una profecía no se cumpliese. ¿Y si el elegido fracasase? No daré más pistas por ahora, pero ya llegaremos a ese punto a medida que vayamos leyendo y comentando.
El estilo del narrador, recomendado que te leas otro libro, creo que me recuerda ahora al tono de algunos narradores como Lemony Snicket, de Una serie de catastróficas desdichas (película, serie, libros, ¡os los recomiendo) o incluso Stephen King en el prólogo de The Stand (que es algo así como “para leer antes de comprarlo” y te advierte de que tengas cuidado). Lo prohibido es solo el nombre, el apellido es tentación y pesa más.
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El bueno de Lemony Snicket en una de sus famosas advertencias. Fuente. |
Es un inicio in media res. ¿Lo es del todo? Hurm..., juzgad. Sea como sea, es un truco, es técnica y me parece interesante para atraer al lector desde la primera página. Hay muchas historias así. Por ejemplo, la película El club de la lucha, basada en la novela de Chuck Palahniuk. O uno de los primeros capítulos del maravilloso cómic From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell (hay una serie de viñetas en el primer capítulo, sobre el personaje de William Gull, que no entiendes hasta el final, por ejemplo). Pensé que sería atractivo empezar por el final de la historia y luego contar el final para después volver a ese desenlace y acabar realmente. Suena un poco extraño, pero quería que la obra fuese eso: algo extraño.
Con respecto a la extensión, pretendía que fuera lo más breve posible (como la mayoría de los capítulos) para empezar con acción e ir hacia delante. Es más, que este comentario esté siendo tan largo, más que el propio inicio, me está desconcertando.
También esta introducción es un mensaje. Uno de mis momentos literarios es cuando se rompe la cuarta pared de Peter Pan de James Barrie (el "yo creo en las hadas", hablaré de ello más adelante, llegado el momento). Romper la cuarta pared es cuando yo (el narrador) o uno de mis personajes habla contigo (el lector) en medio de la obra. O, por ejemplo, un personaje. ¿Os suena el personaje de Deadpool (Masacre) de Marvel Cómics? Lo hace continuamente. Pues quería que con este inicio de la historia in media res, al final, supusiera un mensaje. Devon te escribe esto a ti, lector, porque depende de ti también para salvar el multiverso. No es un “libro aventura” o un videojuego, pero si existe el multiverso y diferentes realidades paralelas donde tú existes, donde no, donde naciste en otro tiempo, donde eres más de una persona… puede que haya uno donde Devon sea real e intente salvar dicho multiverso. Mi deseo era implicar al lector: no estás solo leyendo una novela, estás salvando al multiverso y de ti depende.
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Un ejemplo de romper la cuarta pared según el irreverente personaje de Deadpool. Fuente. |
Hay muchas historias que empiezan por el protagonista muerto. El crepúsculo de los dioses es uno de los grandes ejemplos; Sunset Boulevard de Billy Wilder es una auténtica obra maestra del séptimo arte y, si no la habéis visto, estáis tardando, porque puede que os encante tanto como a mí y, si es así, algún día os contaré por qué me recuerda mucho a Drácula. También está la novela The Lovely Bones de Alice Sebold, una novela que leí hace casi siete años y que significó mucho para mí en cierto momento (he leído casi todos los trabajos de su autora). Volviendo al caso, son inicios realmente interesantes y quería este, aunque sé que resulta irónico empezar una saga con una protagonista que está muerta desde la primera página. Ya lo había intentado en otras obras, por ejemplo, en sagas de fantasía épica que comencé siendo un niño… y siguen inconclusas. Devon, al menos, ha significado llegar hasta el final.
Por cierto, un prólogo suele ser cuando lo escribe alguna autoridad, el prefacio suele escribirlo el propio autor sobre su obra… Así que, en ningún caso, es lo que ha hecho Devon, que sería más bien una… ¿introducción? Mirad, las reglas están hechas para romperlas muchas veces. Y para jugar con ellas, ¿vale?
Ya está. Ya dejo de dar la chapa con el inicio. Ahora, toca seguir con la historia en sí. Intentaré ser lo más ameno posible. Devon y todos ustedes se lo merecen tanto como a veces os trate de vosotros, otras de ustedes, algunas de tú… Escribir como Devon me sigue afectando.
Allá vamos...