“La tinta que fluía a las páginas en blanco era lo que me sostenía, mi gota a gota, mi única escapatoria para no derrumbarme. En ese momento entendí algo sobre mi marido escritor que hasta entonces no había sido capaz de comprender. Vislumbré el acto de escribir como una escapatoria directa y muy eficaz al dolor. No tenía ninguna intención de publicar este escrito; no pensaba en un público. Simplemente tenía que escribirlo, o si no lloraría y no podría controlarme. Experimenté por primera vez la realidad física de lo que se tiene al entregarse al acto de creación como una trampilla para escapar de una realidad insoportable.
Si dejaba de escribir y me ponía a pensar, arrancaría a llorar sin parar y me volvería loca, así que mantuve el bolígrafo encima del papel y apenas lo levanté durante todo el viaje”.
AMANDA PALMER,
El arte de pedir.
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Fuente. |
No, no lo sé. Solo puedo hablar de mí en este punto.
Lo que sí sé es que yo me he sentido perdido, mal, hundido, desmotivado..., y lo único que me ha servido es crear, escribir..., aparte de disfrutar de algún libro, película o lo que sea ajeno. Sin arte, la vida no serviría porque no hallaríamos sentido ni goce a la mayoría de las cosas.
A veces, el dolor puede producirlo escribir: sentir que no llegas a tu público, temer que no valgas como escritor, temblar ante lo que estás haciendo...
Pero es lo único que queda y Amanda Palmer lo ha captado con este fragmento de su libro.
Le doy gracias.