Críticas de cine: Cazadores de Sombras. Ciudad de hueso, resultón asesino de neuronas para pasar el rato.


¿Quién no se acuerda de Embrujadas? Aquella teleserie me pilló en una edad tonta y me acuerdo de verla pese a que visto un capítulo, vistos todos: llegaba el demonio (cutre) de turno, se recitaba el poema (cutre) que iba a hechizo molón y el malo (recordemos, cutre) de turno se convertía en cutrecenizas. Embrujadas fue un intento de tomar las cosas buenas de Buffy Cazavampiros… pero de forma fallida. Pero la veías. Entretenida muerte neuronal sin más, aunque nunca la defenderías en ningún debate cinematográfico o seriéfilo (bonita palabra que suena a enfermedad, por cierto). ¿Y a qué viene esto? A que Cazadores de Sombras. Ciudad de hueso parece deudora de ese espíritu de coger lo fantástico y reducirlo a un “vale, tolerable” (algo cutre).





Parar el tráfico. Buena runa.


No he leído estos libros de Cassandra Clare basados en un mundo donde los demonios, vampiros, hombres lobo y docenas y docenas de monstruos varios aparecen sin parar y existen unos Cazadores de Sombras destinados a proteger al ser humano y blablablá. Sabemos la historia al dedillo, al igual que sabemos que la protagonista Clary (una pasable Lily Collins), que se terminará convirtiendo en uno debido a su cruce con Jace Wigand (un “pues vale” Jamie “I feel you, Johanna” Campbell), mientras aguanta al pagafantas de Simon (un desperdiciado Robert Sheehan, al que hemos visto en Misfits). No hay nada nuevo bajo el sol, pero se deja ver como un documental de esos que parecen una nana mientras hacemos la siesta.
Centrándonos: estamos ante una adaptación que condensa varias tramas y no termina de explicar nada. Porque muchos no sabemos si el tal Alec (el Cazador de Sombras gay) sobrevive, qué pinta Magnus Bane, qué hacen los vampiros atrapando al pagafantas, por qué exactamente Hodge (malgastado y mal desarrollado Jared Harris) hace lo que hace, ni idea de quiénes son los Hermanos Silenciosos, suponemos qué es eso de la Clave, uno no sabe por qué los siervos de Valentine (Jonathan Rhys-Meyers parece que se lo pasa bien con las rastas) van a por la madre de Clary cuando esta dibuja las runas, por qué alguien tan poderoso como Valentine no recupera sin más la Copa, a qué viene la historia de los hermanos si no es para echarnos unas risas pensando en que estos chavales pecan de incesto (como Luke o Leia o Jaime y Cersei Lannister)… No sabemos cómo era el guion de Jessica Postigo ni cómo era el primer montaje, pero estamos ante un film troceado, un bonito colador que al menos se deja ver (no como otros casos, véase Eragon… O mejor dicho, no se vea).
Y es que la tontería sobra. Un aplauso para la bruja demonio más inútil de la historia que, sabiendo que los Cazadores descubren a muchos demonios mediante la música de piano de Bach… ¡tiene un piano en su casa! Muy útil. Y ya el momento de que Bach era un cazador… Despiporre.
Ah, y por el camino varias canciones dignas de musicales para adolescentes con deseos de frotarse bonitamente y que te hacen dudar de si están matando a tus neuronas o dejándolas en un leve coma que hace que toleres esto.
Además se nos mete en un mundo mágico donde solo se salva algún plano de ese Instituto (digital, vaya), porque de resto el director no tiene la más mínima pasión por intentar asombrar al público (la falta de presupuesto se nota y, a veces, parece que estamos ante La Reina de los Condenados).
Quizás, por tener una trama algo más currada que otras tonterías similares, alguna hostia más (que se agradece) y ser menos mojigata en temas como el sexo, se hace aún más pasable que toda esa riada de films que intentaron copiar la moda de adolescentes que se enamoran de monstruos.
¿Soy el único que se preguntaba porque este chaval iba en gayumbos?
Tampoco se toma muy en serio a sí misma (aunque no esperéis la malicia de Jóvenes ocultos), cosa que se agradece frente a esa oda al director con Parkinson y el libro mal recortado que es la olvidable y sobrevalorada Los Juegos del Hambre. Al menos esta tiene un principio aceptable aunque luego se alargue y se hunda, haciendo que uno tenga ganas de que Valentine les fulmine a todos.
Quizás con un director más habilidoso que Harald Zwart (qué hombre con más poco brío), un montador mejor (y no solo de videoclips como parece) y algo más de presupuesto que no tenga que inventar excusas tontorronas para no ver a un maldito licántropo convertido en lobo…
Homenaje a los libros que a saber si algún día leeré.
Al menos no tiene el “mágico” efecto que tienen películas como La brújula dorada, que hacen que si ves la película, rehúyas el libro por mucho que sea mejor. Esto tampoco quiere decir que vayas directo a leer esta obra juvenil, que hay muchas obras importantes que siempre nos quedan pendientes.
En definitiva, he aquí Ciudad de hueso (que creo que me perdí la aparición de cierta urbe): el comienzo de otra saga que a saber si continuará. Se agradece matar las neuronas de vez en cuando con algo medianamente soportable.
Estoy por escribir una saga adolescente donde los chavales
lleven casco cuando se suben a una moto.


SPOILER Luego, para rematar la faena, hay hasta un brillante deus ex machina donde Clary dibuja una megarruna (de poder 15 + 1) y todos los demonios se quedan parados (como en las Embrujadas) y lejos de destruirlos, simplemente los esquivan. Asombroso. FIN DEL SPOILER

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