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Parar el tráfico. Buena runa. |
No he leído
estos libros de Cassandra Clare basados en un mundo donde los demonios,
vampiros, hombres lobo y docenas y docenas de monstruos varios aparecen sin
parar y existen unos Cazadores de Sombras destinados a proteger al ser humano y
blablablá. Sabemos la historia al dedillo, al igual que sabemos que la
protagonista Clary (una pasable Lily Collins), que se terminará convirtiendo en
uno debido a su cruce con Jace Wigand (un “pues vale” Jamie “I feel you, Johanna” Campbell), mientras aguanta al pagafantas de Simon (un desperdiciado
Robert Sheehan, al que hemos visto en Misfits). No hay nada nuevo bajo el
sol, pero se deja ver como un documental de esos que parecen una nana mientras
hacemos la siesta.

Y es que la
tontería sobra. Un aplauso para la bruja demonio más inútil de la historia que,
sabiendo que los Cazadores descubren a muchos demonios mediante la música de
piano de Bach… ¡tiene un piano en su casa! Muy útil. Y ya el momento de que
Bach era un cazador… Despiporre.
Ah, y por el
camino varias canciones dignas de musicales para adolescentes con deseos de
frotarse bonitamente y que te hacen dudar de si están matando a tus neuronas o
dejándolas en un leve coma que hace que toleres esto.
Además se nos
mete en un mundo mágico donde solo se salva algún plano de ese Instituto
(digital, vaya), porque de resto el director no tiene la más mínima pasión por
intentar asombrar al público (la falta de presupuesto se nota y, a veces,
parece que estamos ante La Reina de los Condenados).
Quizás, por
tener una trama algo más currada que otras tonterías similares, alguna hostia
más (que se agradece) y ser menos mojigata en temas como el sexo, se hace aún
más pasable que toda esa riada de films que intentaron copiar la moda de
adolescentes que se enamoran de monstruos.
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¿Soy el único que se preguntaba porque este chaval iba en gayumbos? |
Tampoco se toma
muy en serio a sí misma (aunque no esperéis la malicia de Jóvenes ocultos), cosa
que se agradece frente a esa oda al director con Parkinson y el libro mal
recortado que es la olvidable y sobrevalorada Los Juegos del Hambre. Al
menos esta tiene un principio aceptable aunque luego se alargue y se hunda,
haciendo que uno tenga ganas de que Valentine les fulmine a todos.
Quizás con un
director más habilidoso que Harald Zwart (qué hombre con más poco brío), un
montador mejor (y no solo de videoclips como parece) y algo más de presupuesto
que no tenga que inventar excusas tontorronas para no ver a un maldito
licántropo convertido en lobo…
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Homenaje a los libros que a saber si algún día leeré. |
Al menos no
tiene el “mágico” efecto que tienen películas como La brújula dorada, que
hacen que si ves la película, rehúyas el libro por mucho que sea mejor. Esto
tampoco quiere decir que vayas directo a leer esta obra juvenil, que hay muchas
obras importantes que siempre nos quedan pendientes.
En definitiva,
he aquí Ciudad de hueso (que creo que me perdí la aparición de cierta urbe):
el comienzo de otra saga que a saber si continuará. Se agradece matar las
neuronas de vez en cuando con algo medianamente soportable.
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Estoy por escribir una saga adolescente donde los chavales lleven casco cuando se suben a una moto. |
SPOILER Luego, para rematar
la faena, hay hasta un brillante deus ex machina donde Clary dibuja una megarruna (de poder 15 + 1) y todos los
demonios se quedan parados (como en las Embrujadas) y lejos de destruirlos,
simplemente los esquivan. Asombroso. FIN DEL SPOILER