Me encuentro
actualmente releyendo El guardián entre el centeno de J.D. Salinger. Lo leí por primera vez en segundo de carrera gracias a la recomendación de un buen amigo y un profesor de Literatura. Desde que lo leí por primera vez, no solo siento que me hubiera gustado leerlo cuando era un adolescente o que ojalá algún día yo escriba tan bien cómo Salinger, sino que también intento captar ese sentido que tiene guardado, porque lo importante es lo que te cuenta y cómo te lo cuenta.
Y me sigo
dando cuenta de una cosa y es que muchos fuimos Holden durante nuestra
adolescencia, que algunos lo siguen siendo, que algunos han conseguido
convertirse en ese cazador que espera salvar a todos los niños de ese mal que
es hacerse mayor y volverse un hipócrita. Todos lo odiamos todo a esa edad.
"Si realmente les interesa lo que voy a
contarles, probablemente lo primero que querrán saber es dónde nací, y lo
asquerosa que fui mi infancia, y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y
todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la
verdad no tengo ganas de hablar de eso".
Y es que hay libros
como este que son una auténtica joya que se pueden disfrutar una y otra vez, que nunca dejamos de redescubrir.
Gracias Salinger, gracias Holden.