Owen
es un niño que se siente solo, no tiene amigos, sus compañeros de clase le
pegan, sus padres están siempre enzarzados en disputas… Y entonces conoce a la
única persona que le tratará bien: un monstruo.
Críticas de cine:
Déjame entrar es el remake de la
película (para algunos) de culto del mismo nombre, basado en una novela
de John Lindqvist. Trata sobre el monstruo como metáfora de ser diferente, la crueldad de los
niños y el final de la infancia.
Matar al niño que fuimos
La cinta es una película que
juega con algunas de las claves del terror más actual, a partir de un villano
tan clásico como el vampiro (aquí encarnado por una extraña niña interpretada
por la prometedora Chloë Grace Moretz, la pequeña de filmes como Kick-Ass o 500 días juntos).
Un niño
maltratado en la escuela, olvidado por sus padres, se hace amigo de una joven
que resulta ser un monstruo. Una premisa que mezcla la infancia con el
nacimiento de la vida adulta, algo que ya fue tocado con gracia por Stephen
King en su novela Carrie (y en la primera adaptación al cine, de Brian de
Palma).[1]
La película
elimina varias partes de la novela, aunque intenta permanecer fiel a los
momentos más escabrosos y duros de la cinta, como el tema del bullying.
La cinta olvida
un poco la frialdad tanto del libro como la primera versión en pos de cierta
espectacularidad más o menos bien llevada, por ejemplo en las escenas más
violentas, la fotografía o el maquillaje vampírico.
No obstante, nunca he terminado de comprender el
encanto de muchos hacia la primera película, este remake que parece casi
olvidado y la propia novela (la cual me aburrió bastante en su momento). Al
menos, en la versión americana se reduce la intervención de los personajes que
giran en torno a la mujer que una vez convertida en monstruo estalla en llamas
(una de las partes más soporíferas de la novela).
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Póster de la película Déjame entrar. Fuente. |
Hay que
reconocer, eso sí, que escenas como la de la piscina están mejor en la versión original (llena de un lirismo que la versión americana busca y pocas veces
consigue), donde el niño termina aceptando que va a morir, significando el fin
de su infancia.
Matt Reeves
intenta hacer una gran película, imitando los toques de la versión sueca, y
consigue un film aceptable, pero que cae en un ritmo lento en el último tercio
que acaba aburriendo.
La música no está mal, aunque tampoco aporta demasiado, al igual que los intentos de dar miedo y que no consigue.
En definitiva,
Déjame entrar (Let me in) es una cinta para pasar el rato que no está nada mal
y, quizás, dependiendo de cada uno, incluso capaz de sorprender. Personalmente, algo sobrevalorada.
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El espectador debe decidir si deja entrar o no. Fuente. |
[1]
Curiosamente, en el remake, Chloë Grace Moretz dará vida al personaje de
Carrie en esta nueva versión.