Esta crítica se publicó originalmente el 5 de agosto de 2011, pero tras varios visionados (el último con motivo de su décimo aniversario), la he revisado y he añadido algunos párrafos y comentarios. Espero que os anime a volver a verla o compartir lo que pensáis de ella.
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Crítica de la primera temporada de Juego de Tronos. Fuente. |
“En el juego de tronos, ganas o mueres. No hay término medio” - CERSEI.
Es sencillo: desde la introducción, que nadie se salta, con ese despliegue de
Poniente y la música de Ramin Djwadi, sabemos que estamos ante una gran serie realizada con las ganas de ampliar el mundo ficticio creado por George R. R. Martin en otro medio. Con el paso del tiempo (y pese a su abrupto final), regresar a las primeras temporadas es volver a contemplar una serie que marcó un hito televisivo, pero también de la ficción en general. Muchos que nunca leyeron o vieron fantasía se internaban más allá de su propio muro y otros aficionados descubrían de nuevo la magia de una buena historia.
Esto es Juego de Tronos, una lucha de
intrigas, duelos verbales y físicos, traiciones y sorpresas, con cierto toque
mafioso que no le queda mal y que hace que muchos piensen en ella como Los Soprano en el mundo de El Señor de los Anillos, pero todos los que la hemos visto o leído sabemos que es mucho más. Todo ello, para retratar el drama de unos
personajes movidos por diferentes motivos, algunos por la paz, otros por
el honor, muchos por el poder o la pasión.
Más allá del
“fueron felices y comieron perdices”
Siete Reinos y un Trono de Hierro que espera un nuevo señor... La muerte de la Mano del Rey, Jon Arryn, hará que Lord Eddard Stark de Invernalia
se convierta en el nuevo senescal, la Mano del Rey, del monarca Robert Baratheon en Desembarco del Rey, pero ¿y
si Jon Arryn fue asesinado por la familia de la reina Cersei, los Lannister? Más allá del Mar Angosto, Daenery y Viserys, los hijos del derrocado Aerys el Rey Loco,
buscan formar un ejército con apoyo de los bárbaros dothrakis de Khal Drogo para
recuperar el poder que perdieron. Por ellos, puede que corra la sangre
de los
extintos dragones. Mientras, el Muro, que separa la civilización de los monstruos, se
ve amenazado. ¿Y si las bestias de antaño están despertando? El invierno se acerca.
Juego de Tronos tiene cierto regusto a culebrón que engancha (y mucho) y no por eso tenemos que avergonzarnos. La complejidad,
la longitud y las relaciones imposibles movidas por hechos pasionales y algún
cliché (el hijo bastardo, la mala malísima, los secretos...) son muy de telenovela, pero no hay nada malo cuando tienen la calidad de
esta producción de HBO y proviene de una saga que ha cambiado la fantasía.
Los guiones de los diez capítulos están llenos
de grandes momentos (las cosas que hace por amor el odioso y genial Jaime Lannister el Matarreyes, la batalla del Nido de las Águilas, cierta “coronación”…), diálogos
(“Yo debería llevar la armadura y tú el vestido” dicho por la maléfica
Cersei) y escenas que nos hacen disfrutar bastante de este mundo. Lo que asombra al verla de nuevo (y más sabiendo lo que pasó al final) es que, mientras Dan Weiss y David Benioff contaron con los libros de Martin, fueron capaces de escribir una gran serie que también fue muy fiel en su primera temporada al libro del que partieron. En este comienzo, se percibe que ha habido fans tras esta
adaptación de la obra de George R.R. Martin, aficionados que respetaban el
material original del que partían. El espectador nota el mimo
que le han dado a esta serie, el esfuerzo de sus creadores (véase recoger el
idioma de los bárbaros, por ejemplo) para crear este mundo. Esta adaptación será más o menos correcta para
los seguidores de los libros, pero no se puede negar que lo han intentado,
contando incluso con George R.R. Martin para escribir un episodio (el autor de
los libros trabajó en el pasado como guionista, no es ajeno a este mundillo). Puede haber
cosas que chirrían (cómo descubre Eddard el asunto del padre de Joffrey), pero
aún así se sigue disfrutando, porque cada escena significa algo, cada segmento de la historia, aporta al conjunto final.
Vista en su totalidad, el problema de ritmo que se nota en la serie es que, en sus primeras temporadas, los creadores se tomaban con calma la trama e iban poco a poco ampliando los personajes. Las dos últimas temporadas se convirtieron en un clímax que iba tan veloz que se sentía demasiado raudo para un inicio y desarrollo que decidía tomarse su tiempo para ir fraguando cada una de las tramas. Personalmente, me quedo con sus primeras temporadas y cómo iban expandiendo poco a poco Poniente [1]. Así se perdona incluso que nos saltemos las batallas (como también se hace en el libro y como HBO también solía hacer con la magnífica Roma).
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Daenerys evolucionará a través de toda la primera temporada y se convertirá en uno de los personajes favoritos. Fuente. |
¿Héroes y
villanos?
Decía George R. R. Martin que siempre le fascinaron los héroes capaces de hacer cosas terribles y los villanos capaces de mostrar piedad. Eso hace que los personajes de Juego de Tronos sean tan interesantes.La historia está llena de personajes carismáticos, cuya
línea entre ser buenos y malos es muy difuminada (¿quién en el mundo real es
sólo una cosa?). Muchos lectores y/o espectadores se deleitan identificándose
con alguno de los personajes y odiando a otros (el tema de las Casas también
motiva). No es de extrañar por tanto el éxito de la serie. Se agradece (y
mucho) que se desarrolle a todo este reparto coral, a los que llegamos a
comprender o vislumbrar. Todos tienen su tiempo medido y cada uno aporta al gran mosaico que se está creando a lo largo de toda la serie en sus primeros compases. El único fallo destacable es el poco peso de Rickon (con su huargo Peludo), la aparición
del hijo pequeño de los Stark como si saliese de la nada, cuando quizás debería
haber estado algo más presente para que no quedase como ¿y de dónde ha salido
este? Se sembraron semillas sobre la posibilidad de sueños proféticos en este personaje que, finalmente, no llevaron a nada.
El reparto brilla en cada escena.
Incluso hay personajes secundarios que, con un par de líneas o escenas, nos demuestran su capacidad para parecer arrancados de las páginas de los libros. Me refiero, por ejemplo, a la cuidadora de Bran y su historia sobre los largos inviernos. De pronto, un personaje secundario nos deslumbra con la capacidad de contar historias, que es lo que precisamente ha hecho grande a Martin. Muchos de los actores no eran famosos cuando comenzó la serie, otros ya eran estrellas, pero dejaban ver su
capacidad para dar vida a unos personajes que recuerdan a las grandes
tragedias de Shakespeare. Uno disfruta de cada momentazo y cada duelo interpretativo que hay a
lo largo de la serie.
El actor Sean Bean, conocido (entre otras
cosas) por ser Boromir en La Comunidad del Anillo o por (casi) siempre morir en las películas en las que aparece, encarna a la muestra del
honor y el coraje que es Eddard Stark, Señor de Invenalia. Gran parte de la
serie es un recital donde demuestra sus habilidades como patriarca de los
Stark, haciendo que su personaje se convierta en lo más parecido a un héroe. Es un noble soldado que se encuentra cautivo en este juego de poder y acaba convirtiéndose en una
de las mayores víctimas de esta guerra de intrigas. Logra llenar de humanidad a su personaje, hundido por el peso del título, el honor y su pasado.
Pese a que Jon Nieve sea uno de los personajes más interesantes de los libros, Kit Harington varía demasiado su labor y, a veces, no logra destacar tanto como debería. Mejor es el trabajo de su hermano, Robb Stark, un Richard Madden que hace que comprendamos a su personaje, digno heredero de Ned Stark. A los Stark se añade Maisie Williams, como la aguerrida Arya Stark, que acabó convirtiéndose en uno de nuestros personajes favoritos, e Isaac Hempstead Wright como Bran (que se me antoja mejor escrito en su niñez que más adelante). Sobre Sansa, es un personaje trágico que, con las temporadas, logró desarrollarse y que comienza aquí un trágico camino hacia la redención. El hermano "adoptivo", Theon Greyjoy (Alfie Allen), considero que está más forzado, escrito de una forma más "gruesa", pese a entender lo que se buscaba extendiendo su papel.
El intérprete que se hizo más conocido gracias a la serie es Peter
Dinklage, quien encarna al enano Tyrion (que se merece un aplauso por
su carisma y su interpretación). Pese a que durante la segunda mitad de la serie su
personaje pierde un poco de fuelle (algo que ocurrirá con él al final de la serie), hay que decir que Dinklange siempre
lo encarna con una valía que lo hace único. Escenas como el juicio o la revelación de su matrimonio más que fallido, hacen que Dinklage destaque en cada escena que se le dedica. Larga vida a Tyrion Lannister, el
único Lannister que no dan ganas de matarlo a collejas.
El resto de los actores interpretan tan bien
sus papeles que acaban pareciendo parte de la familia. Hay interpretaciones que
van creciendo como la del Rey Robert, un magnífico Mark Addy que asombra por el reflejo de la depresión, o la de Harry Lloyd (Viserys), al que se llega a comprender como un ser herido por su pasado, su origen y sus anhelos de poder. En esta primera temporada, creo que incluso su hermana en
la ficción, Emilia Clarke como la joven Daenerys, está fantástica en algunas escenas (lástima que, al final de la serie, Clarke ya no interpretase al personaje, estuviese peor escrito o ella peor dirigida). Y si hablamos de Daenerys, hablamos también del brutal Khal Drogo: Jason Momoa nació para interpretarlo). Sobre Ian Glenn, Jorah Mormont, creo que hay cierto punto en la serie en la que no saben qué escribir con él, pero aquí no era ese momento.
La corte de Desembarco del Rey no estaría completa sin Varys, Meñique y Pycelle. Los tres son estrategas y tienen varios diálogos para enmarcar a lo largo de la temporada. Varys controla todo por el "reino", pero eso no evita que sea un manipulador. Meñique es el que comienza, desde las sombras, el juego de tronos y se ve a sí mismo en el trono. Pycelle aprovecha la falsedad de su imagen para llevar a cabo su gobierno en la corte.
Lena
Headey como Cersei está fantástica y, a lo largo de toda la serie, supo
ir matizando al personaje gracias a su interpretación en escenas como
aquella en la que recuerda a su primer hijo, que murió demasiado pronto,
o cuando charla con Robert como una vieja amiga (¿o enemiga?). Jaime
Lannister, el hermano y amante, es encarnado por un estupendo Nikolaj
Coster-Waldau, que es la demostración plena del talento de Martin y los
guionistas para hacer evolucionar a un personaje a través de las
temporadas. Sus diálogos, siempre llenos de dobles lecturas, son
magníficos. Si hablamos de los Lannister, no olvidemos a Tywin, el
patriarca, un espléndido Charles Dance que impone con su voz y su
interpretación desde que es presentado "limpiando" un ciervo.
Los secundarios como John Bradley (Sam), Rory McCann (Sandor), Jerome Flynn (Bronn)... dan todavía más vida a esta enorme red de historias que es Juego de Tronos.
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Los Stark reciben al rey. Fuente. |
Westeros, un lugar oscuro
El mundo de
Juego de Tronos, Westeros (o Poniente), es un lugar duro y oscuro,
sumergido en una época en la que se pronostica la llegada de un terrible
invierno que durará años y que podría traer a los monstruos de dentro y fuera
del Muro. Al típico mundo fantástico se le hunde en el fango y la maldad de la
auténtica Edad Media.
La ambientación y la recreación son bastante
buenos. Consigue que parezca que estamos en otro mundo, desde que comienza la
introducción con el mapa de Westeros. Los castillos, paisajes, ropas, armas
(por ejemplo, la armadura del Caballero de Las Flores) y demás dan el pego,
destacando la calidad y el esfuerzo que ha puesto HBO (aunque puede haber algún
detallito que dé el cante como la plataforma de madera hecha en puro plástico
donde es decapitado cierto personaje).
Quizás, la falta de presupuesto se nota más en
el tema de algún efecto, como usar perros para encarnar a los huargos
(muy molones, eso sí), cierta decapitación o la aparición de ciertos
dragones. Pero es sólo eso. No son ejemplos, son los tres
momentos que hay en diez horas de entretenimiento que supone esta primera
temporada de Juego de Tronos.
¿Es buena tanta violencia y contenido sexual en
Juego
de Tronos? Aunque puede haber algún momento algo gratuito, se agradece
que los creadores de esta serie no hayan edulcorado demasiado la trama[2],
sean bastante explícitos y no se corten, demostrando que la televisión no tiene
por qué tener tantas de esas barreras que se han puesto. Por ejemplo, el sexo como motor de
parte de la trama da un enfoque bastante bueno y diferente a otras series,
recordándonos a Roma; no sólo se rompen tabúes al mostrarlo sino también al
tocar ciertas temáticas que podrían ser polémicas como el incesto.
Juego de Tronos nos demuestra que por aparecer en la pequeña pantalla, las
series no son peores que el cine (es más, parece que hoy el
buen cine ya no se hace en la pantalla grande). Además, no sólo por el nivel
del gasto económico, sino por cómo retrata un género un poco ajeno a la tele
actual como es la fantasía y con un enfoque adulto y sucio, Juego
de Tronos es un ejemplo a destacar del cambio que estamos viviendo en
la televisión y sus series. ¡Damos gracia por ello!
Vista de nuevo varias veces (la última con motivo de su décimo aniversario), la adaptación de la primera parte
de Canción
de hielo y fuego demuestra en su primera temporada muchas cosas buenas
que nos obligan a participar en este juego. ¿Marcará la Historia? Un
servidor creo que ya lo ha hizo en 2011 y seguirá haciéndolo en el futuro.
“Todos los enanos son bastardos a los ojos de sus padres”- TYRION.
[1] Una
justificación para que estos libros sean una serie televisiva en su adaptación
y no una película es que, simple y llanamente, no se podrían haber explicado
tantas cosas en una película con una duración normal y corriente. Por suerte,
no se ha sacrificado el trasfondo gracias a historias como la luna que es un
huevo de dragón o la caída de estos que narra el hermano de Daenneris.
[2] Han
edulcorado con el tema de cambiar las edades de los personajes más pequeños y
darle un año o dos más para que ciertas cosas que hacen no resulten tan
polémicas como en las novelas.