Críticas de cine: Drácula de Bram Stoker

Transilvania. El príncipe Vlad Tepes el Empalador se convierte en un héroe a base de sembrar el terror y la muerte en sus enemigos. Cuando retorne de la batalla, encontrará a su amada muerta. Esto hará que se convierta en un monstruo, maldiga a Dios y tome la forma de una bestia condenada por el diablo: un vampiro. Cuatrocientos años después, una joven con el mismo rostro de su querida esposa hará que la bestia regrese desde sus tinieblas hasta el Londres victoriano. 
Él es Drácula y ha atravesado océanos de tiempo hasta encontrarla.

Críticas de cine:
“Drácula de Bram Stoker”

Fuente.
Director: Francis Ford Coppola.
Guionista: James V. Hart, basándose en la novela de Bram Stoker.
Intérpretes principales: Gary Oldman, Anthony Hopkins, Winona Ryder, Keanu Reeves, Tom Waits, Cary Elwes, Mónica Bellucci…  Consultar el resto del reparto en IMDB.
Música: Wojciech Kilar.
Nacionalidad: Estados Unidos
Duración: 130 minutos.
Año: 1992.
Género: Terror, drama, romance.

“La sangre es la vida”
DRÁCULA

No creo que diga nada nuevo al escribir que “Drácula de Bram Stoker” de Francis Ford Coppola es la mejor adaptación de la novela de vampiros más conocida de la Historia.
“Drácula de Bram Stoker”, por si fuera poco, toma todos los elementos del mito del vampiro y las diferentes visiones que ha habido sobre él en el cine hasta formar una película excelente. A la que podríamos añadir un elemento clave: mejora sustancialmente algunas cosas de la novela, aunque haya mucha fidelidad (pese a la humanización del monstruo).
Francis Ford Coppola es un gran director de cine. Eso lo sabe todo el mundo. Habría que reconocerle también su capacidad para dar una nueva entidad a la novela en cuanto al carácter visual. Coppola no es clásico, rompe con las transiciones, los juegos de sombras (y color) y con algunas ideas como mezclar imágenes de sangre (comparada después con la absenta) o conformar escenas donde vemos un diario y un segundo plano de un tren atravesando su camino, entre otros caminos que busca que el director sienta la película casi como un viaje para el espectador. Un viaje tenebroso.
Por si fuera poco, Coppola no deja de arriesgarse. Cuando se habla de la creación de lo que sería el cine hace su peculiar homenaje filmando con una vieja cámara de manivela o dedica alguna transición entre escenas que nos recuerdan a las películas más clásicas del mito vampírico.

Drácula y sus alardes vampíricos. Fuente.

En cuanto al guion, es un gran acierto que no sea una “fotocopia” del libro. Quizás moleste el cambio del monstruo, pero a mí no. Me parece genial que  desarrolle más a los personajes como Mina e incluso a algunos de los secundarios. De esa manera, se consigue mayor implicación del espectador que del lector en la novela.
Mencionar que el romance no es del todo una pega, no desvirtúa por completo la obra del irlandés loco (según el vampiro Louis de la fantástica Anne Rice) sino que le da un toque diferente. Eso sí, mucho más respetuoso que lo que han hecho otros escritorzuelos con los vampiros hasta deformarlos y convertirlos en “ángeles chupasangres ñoños y cursis”. Ya sabéis a quién me refiero, mejor no pronunciar su nombre en una crítica de esta película.
Uno de los logros de la película de Coppola es no olvidar que el vampiro es la versión del lado oscuro que todos almacenamos. En la sociedad victoriana, tan encerrada en prejuicios, llama aún más que el vampiro sea un ser avido de sangre que, a su vez, es una metáfora del erotismo (el sexo, un tema tabú en ese tiempo).
Pero, sin duda, lo mejor está en el reparto. Y de ese elenco, el que brilla con luz propia es Gary Oldman, que resulta sublime y quizás sea el personaje más conocido de su carrera (con respeto de Gordon en el Batman de Nolan o Sirius en la saga “Harry Potter”. Oldman es capaz de seducir y ser un auténtico monstruo, incluso bajo duras sesiones de maquillaje que lo convierten en un anciano Drácula (excelente su cambio de voz en la versión original) o una bestia. Estupenda cara del mal, seguramente el último gran Drácula que hemos tenido hasta ahora.
Luego está Mina, interpretada por una, a veces ingenua, otras salvaje, Winona Ryder. Cada vez que leo sobre Mina Murray (por ejemplo, “La Liga de los Caballeros Extraordinarios”) me la imagino con su rostro.
Otro punto fuerte es Anthony Hopkins como Van Helsing (aunque Liam Neeson también estuvo a punto de ser Helsing). Hopkins (menos “serio” que la versión del genial Peter Cushing (o de la novela) y alejada, sobre todo, del “cazamonstruos” barato de Hugh Jackman) es excéntrico. Me gusta su (re)interpretación. Como curiosidad, Hopkins también da vida al sacerdote que, ante Tepes, condena el suicidio de la amada de Drácula en el prefacio de la película.


Donde la elección de casting cae terriblemente es en la elección de Keanu Reeves, que apenas interpreta (algo característico en su carrera). No sentimos la impotencia que inundaba al personaje de Jonathan Harker.
Siguiendo con lo mejor de la cinta, el vestuario y los escenarios son magistrales. Pese a que quizás se note el toque de la miniatura en algún momento (la cinta tiene casi veinte años), el ambiente gótico, romántico, está muy bien concebido y las ropas de los personajes parecen salidas de aquella época tan oscura. De ahí, el Oscar a “Mejor vestuario” (y dos más de apartado técnico). 
Eso sí, los efectos especiales han envejecido un poco mal, pero nadie debería tumbar una película sólo por este aspecto. Sirven para contar la historia, eso es lo importante.
Sobre la banda sonora, toda una delicia. Cada vez que me hablan de Drácula me viene a la cabeza la música compuesta por Wojciech Kilar. Simplemente, el leitmotiv perfecto para este príncipe de las tinieblas. Por su parte, la cantante Annie Lennox daría su voz al tema “Love Song for a Vampire”, que se volvería bastante reconocido.
El mayor problema de la cinta está (además de en Keanu Reeves) en el ritmo. Hay partes en la que se hace ciertamente tediosa (aunque Coppola tuvo que cortar muchas escenas). A esto añadiría algún gran fan de la novela que se humaniza demasiado al monstruo (curiosamente, Stoker lo deshumanizó a la hora de cogerlo de varios relatos como “Carmilla” de Le Fanu).
En definitiva, “Drácula de Bram Stoker” no es sólo una digna película basada en la célebre novela, sino también un excelente film que se puede disfrutar en cada uno de sus visionados. Magistral oda a los sentidos... Y a la sangre.


“He atravesado océanos de tiempo para encontrarte”
DRÁCULA.

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