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Sobre este relato sólo puedo decir… La primera idea era ir fijándome en todo lo que se ve en verano, porque cuando el sol aprieta, la gente se vuelve rara y los encuentras sin camisa, bebiendo barriles de agua, abanicándose con periódicos, quejándose todo el rato, gente que persigue el "airito" del ventilador... Me parecía que podía hablar de la flora y fauna veraniega, pero ¿quién soy yo para hacer esto?
Así que... No veáis una película de Cronenberg cuando haga calor… No encontraréis nada raro en sí en el pequeño cuento, pero sí la sensación de que hay algo pasando que no acabamos de entender. Más o menos como cuando ves una película de Cronenberg y te preguntas: “¿Soy tonto o me están tomando el pelo?”. Al menos, he intentado darle una estructura coherente y un final en el que creo que se entiende todo (o si no, es que soy un escritor sofisticado de esos que escriben birrias que sólo entiende él y... Bueno, él).
A continuación, mi colaboración del mes de julio con la revista “Sin Nombre”, la cual os recomiendo en su totalidad, si no la conocéis.
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“El delirio de una noche de verano”
Eres cegador. Ellos lo saben. Miran al horizonte y sólo ven líneas desdibujadas. Les haces sudar y les asfixias, amante exigente. Quieres que se quiten la chaqueta y que recuerden que antes se postraban ante ti: un gran rey, amado, venerado y temido.
Vigilas a los especímenes, flora y fauna veraniega. Vigilas a los que van en sus motocicletas, algunos sin camisa; si caen, se quemarán y reirás. Vigilas a la señora desesperada que toma agua para no morir y, si muere, disfrutarás. Vigilas a ese pobre hombre que se coloca bien la gorra y, si estalla en llamas, arderás. Vigilas al pobre gótico que por su voto de eterna tristeza va vestido de negro y si es luminoso, lo será por ti. Vigilas al carterista que aprovecha al turista distraído, el que se hace una foto besando una estatua tantas veces besada que es un monumento a la enfermedad venérea de la vida. Vigilas a la ciudad por si despierta, cansada del calor, y, si se marcha, vomitarás luz… Vigilas.
Y pensarás, riendo: “¿Cómo me he convertido en juez supremo de este mundo?”.
Y ellos pensarán: “¿Quién demonios es ese que no tiene una vida y sólo se dedica a mirarnos?”. Sienten el calor y deliran. Nada tiene sentido: ¿qué es esto? ¿A dónde vamos? Y si vamos a algún lugar, ¿hay autopista para llegar antes? ¿Habrá un taxi libre?
Responderás, escribiendo en los pensamientos de desgraciados. Hace mucho que no tienes manos, sino tentáculos, maldito rey loco, y has olvidado quién eres. Has perdido la cordura buscándome, creyendo que me haces arder cuando sólo es una ilusión. Finjo.
Marchita luz de días consumidos del pasado, disfruta de tu tiempo. Arde y consúmete. Pronto viene la noche y no será buena contigo. Delira hasta entonces, brillante Rey Sol.
F.D.: La mujer que nunca alcanzarás,
la luna, con su amante celosa: la noche.