El Perfume. Historia de un asesino

¿Puede un asesino ser un genio de un arte sin nombre? De eso trata El perfumeFuente.
"He still had enough perfume left to enslave the whole world if he so chose. He could walk to Versailles and have the king kiss his feet. He could write the pope a perfumed letter and reveal himself as the new Messiah. He could do all this, and more, if he wanted to. He possessed a power stronger than the power of money, or terror, or death - the invincible power to command the love of man kind. There was only one thing the perfume could not do. It could not turn him into a person who could love and be loved like everyone else. So, to hell with it he thought. To hell with the world. With the perfume. With himself".

El perfume. Historia de un asesino tomó en 2006 la responsabilidad de adaptar una obra de suma importancia como lo es la escrita por Patrick Süskind, donde narraba lo inenarrable ya fuese por el sentido que prima en la obra (el olfato) o por los actos terribles cometidos por un genio terrorífico como Jean Baptiste Grenouille.

El perfume nos traslada al pestilente siglo XVIII, al París de los pobres, donde nace un pobre desgraciado llamado Jean Baptiste, cuyo don es el olfato, la búsqueda de cada uno de los aromas y su deseo de ser capaz de inmortalizarlos. Pronto, este incomprendido ser encontrará un modo de almacenar el olor de la gente y, si para ello debe asesinar, lo hará con tal de crear el perfume perfecto.

El olor de la muerte

¿A qué huele el mal? ¿Qué es el olfato? ¿Los crímenes son aceptables con tal de conseguir una obra artística? ¿Es Baptiste un genio? ¿Es la obra un homenaje surrealista al mundo decadente y una fábula sobre los talentos? ¿Es Baptiste un incomprendido que jamás aceptará ni siquiera su triunfo? 

Estamos ante un film excesivo desde el primer momento. Quien acepte los primeros minutos sabrá lo que verá a lo largo de la película e intentará comprender a un personaje tan fascinante como su protagonista (interpretado por un joven Ben Whishaw), entender a su mentor encarnado por Dustin Hoffman o llorar como lo hace el personaje de Alan Rickman cuando se ve incapaz de que su hermosa hija no sea perseguida por el criminal. Si uno no entra en el juego, lo más seguro es que solo encuentre un film incomprensible, ridículo y extraño, mientras que el que se adentre en esta pieza disfrutará de su encanto abismal.

El director Tom Tykwer cumple y logra algunos planos interesantes (ese crimen en las sombras, esas manzanas cayendo por la escalinata). Busca en cada momento que se pueda respirar el film, una emoción imposible de lograr en el cine, al igual que lo es en la novela. Se apoya sobre todo en algunos recursos visuales redundantes, pero su mayor pilar está en el guion y en la narración que sigue, aunque de forma breve, lo descrito en la novela (y es que quizás, hoy, El perfume sería una gran adaptación si tuviese el formato de miniserie).

Baptiste y su ejecución. Fuente.
Uno de los puntos fuertes de la cinta es que, pese a que dura más de dos horas, en ningún momento nos sentimos obligados a mirar el reloj y esperar a que cese el espectáculo. Sí puede que el ritmo sea más irregular y se acelere en la segunda mitad en busca de ese final que a muchos dejó desencajados, pero nunca aburre. Y ya mencionando el desenlace, a mí me complace por cómo refleja con ese aire de cuento de hadas oscuro el logro de un criminal como Jean Baptiste: la orgía de la alta sociedad frente al patíbulo y el desmembramiento en el París de los pobres. Entre las pegas más tiquismiquis cabe pensar por qué no hay relaciones del mismo sexo (o no llegan a verse de modo más evidente en esos planos centrados en el movimiento y la decadencia). Para muchos, este punto final no encaja y para mí es perfecta para un film excesivo como este: Baptiste acepta acabar como empezó tras su gran victoria.

Gran parte del material que vemos podría haber sido perfecto para una película de Stanley Kubrick y me vienen a la cabeza dos de sus cintas: Barry Lyndon y La naranja mecánica, ambas por reflejar una sociedad decadente y, en el segundo caso, por centrarse en la mente de un asesino. Sin embargo, la versión de El perfume de Kubrick debe estar durmiendo en el reino de los sueños y no, por supuesto, de nuestra realidad, aunque siempre cabe que uno se pregunte: ¿qué habría pasado si la hubiese dirigido Kubrick?

Lejos de preguntas hipotéticas, dos apartados muy destacables de esta adaptación son la recreación del París de finales del XVIII y la utilización de la fotografía para hacernos creíble todo el mundo que transitan sus personajes, desde el pobre y fétido mercado hasta los lugares de reunión de la clase más alta, como si fuesen fragmentos robados del tiempo. La influencia de la pintura es clara. En parte, esta atmósfera se obtiene también por la música realizada por Reinhold Heil, Johnny Klimek y el propio Tom Tykwer, que agregan un gran aire clásico a la propuesta.

El Perfume es una de esas adaptaciones cinematográficas que parece que caen en el olvido, pero que, para el espectador que desee ver algo arriesgado, clásico, oscuro y excesivo, puede ser una gran elección. 

Y ahora, lectora o lector, respire. Y huela.

¿Qué conlleva la ilusión de Baptiste? Fuente.

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