Crítica del cómic: The Sandman. Volumen 2: Deseo de Neil Gaiman

Los Eternos de GaimanFuente.

“Dicen que voy por ahí comprando almas, como una verdulera el día de mercado, sin pararme a preguntar por qué. No necesito almas. Además, ¿cómo se puede poseer un alma? No. Sus almas les pertenecen a ellos… pero no soportan tener que reconocerlo”.
Lucifer a Sandman.
 
Y llegamos a uno de los puntos más emblemáticos de la famosa serie The Sandman en este segundo volumen. Tras liberarse de su encierro, recuperar sus poderes, comenzar a aceptar el cambio y enfrentarse a un vórtice del sueño en el primer tomo, el poderoso Sandman, el Eterno que representa a los Sueños, tendrá que saldar deudas pendientes establecidas desde hace mucho tiempo y para ello deberá viajar al mismísimo infierno para luchar contra el terrible Lucifer Estrella del Alba. Quizás sea el último viaje de Sueño. Pero ese será solo el principio...

El infierno de The Sandman. Fuente.
 

Musas, gatos, sueños y suicidios

El segundo volumen de The Sandman se divide en dos arcos: País de Sueños y Estación de Nieblas, donde conocemos más al enigmático protagonista de la obra, Morfeo, que deberá recuperar al antiguo amor (Nada), a la que condenó al averno. 
 
País de Sueños se compone de cuatro historias cortas y, en apariencia, autoconclusivas. Por una parte, sirven para ampliar el lore. Por otra, significan un descanso después de largos arcos. Además, Gaiman se toma un respiro y demuestra su talento en las historias cortas. El primer relato es Calíope, que nos cuenta la historia de Richard Madoc, un escritor que ha raptado a la musa Calíope; este autor, al que comparan con Clive Barker (amigo en esa época de Gaiman), viola una y otra vez a la musa para conseguir ideas para sus historias. Calíope desea esperar, Calíope desea reencontrarse con su amado Morfeo, al cual abandonó tras que perdiese al hijo de ambos, Orfeo. Calíope es una muestra del talento de Gaiman para concebir un relato digno de la fantasía más oscura.
 
 
Calíope es todo un ejemplo de historia corta escrita por Gaiman. Fuente.


A continuación, tenemos El sueño de un millar de gatos, una de mis historias favoritas de todo Sandman. De noche, un pequeño gato escapa de casa para reunirse con el resto de los felinos en el cementerio. Esa madrugada llegará una gata que contará una mágica historia sobre la época en que los felinos gobernaban el mundo, antes de que todos los humanos fuesen capaces de cambiar la realidad, pero ¿cómo? A través de un sueño. Aparte de ser un número perfecto para prestarlo y convencer a cualquier no lector de que dé una oportunidad a Sandman, El sueño de un millar de gatos sigue siendo una obra disfrutable, se lea las veces que se lea, y ser hemana con todos esos autores que, como Lovecraft, encontraban en la mirada de los gatos un atisbo de magia implacable. 
 
El sueño de un millar de gatos es uno de los números más recordados de The Sandman. Fuente.

 
El tomo incluye además el célebre El sueño de una noche de verano, basado en la obra de Shakeaspeare (quien aparece de nuevo en este número, ya apareció en Hombres de Fortuna, en el anterior volumen). Es recomendable la lectura de la obra original para no sentirse desorientados. Como ya he mencionado en otras ocasiones, The Sandman, como todas las grandes obras maestras, es una puerta a otras obras. Además, es otro de los mejores números de Sandman y fue el primer tebeo que ganó el World Fantasy Convention... El primero y el último, debido a que los miembros de la World Fantasy Convention cambiaron las reglas para que un cómic no puediese volver a ganar ese premio. Así son las cosas, ¿por qué no las cambiamos? Gaiman  hizo un gran trabajo con ese número al que, por recomendación de la editoria Karen Berger, logró darle un enfoque humano cuando se centró en Hamnet, el hijo desaparecido de Shakespeare, y su relación con la creación artística de su padre. Si en Hombres de Fortuna, Shakespeare aceptaba ser un gran dramaturgo a cambio de darle su primera y su última gran obra a Morfeo, aquí asistimos a una fantástica representación de El sueño de una noche de verano a la que asisten las auténticas criaturas mágicas (Morfeo se despide de ellas, ya que están abandonando el mundo, y su último regalo consiste en darles esa función). Una joya que mezcla magia, ternura y esa fuerza que solo Gaiman sabe dar a sus mejores relatos.
 
Como hará Gaiman en Stardust más tarde y tomando la tradición de que las hadas abandonan el mundo, el escritor crea uno de sus números más emblemáticos y también todo un homenaje a Shakespeare y la creación. Fuente.

 
País de Sueños termina con una de las historias más oscuras de Sandman: Fachada. Esta historia nace de cómo podría llegar a suicidarse un personaje que es inmortal. Aprovechando a una superheroína olvidada de DC, Raine Blackwell, Gaiman nos cuenta una historia sobre la depresión, sobre la búsqueda de una vía de escape, sobre una vida que se viene abajo. Muchos la malinterpretan pensando que es una historia que defiende que Blackwell se suicida al verse fea o perder el amor de un superhéroe, pero en realidad, Blackwell quiere morir porque solo encuentra máscaras, fachadas que se quiebran entre grietas que no se pueden arreglar... Gaiman nos sumerge en esa depresión... y es entonces cuando aparece Muerte, una vieja amiga con la que todos nos encontraremos al final del camino. 
 
 
Fachada es una de las historias más trágicas de la serie. Fuente.

El corazón condenado

Pero ¿qué une País de sueños y Estación de nieblas? El deseo. Es la hermana de Sandman, Deseo (que da nombre a este volumen), la que marca este compendio con aquello que representa: el deseo de un escritor por ser el más grande de todos los tiempos, el deseo de los gatos por cambiar su mundo, el deseo de ser normal y el deseo por recuperar a un antiguo amor y poseer el infierno. El deseo golpea una y cada vez a los personajes, ya sean mortales, ya sean monstruos. Deseo.

Estación de nieblas rompe la estructura habitual del cómic mensual de grapa. Sabiendo que la serie era más disfrutable en tomo y aprovechando para crear ediciones de lujo, las historias de Sandman tomaron una envergadura mayor. De ahí que Gaiman decida empezar con un prólogo, aunque, al principio, como él reconoce no era un gran partidario de la idea, hasta que Karen Berger le insistió. El mayor desencuentro entre el guionista y la famosa editora estaría cuando Berger le comentó la situación del infierno en DC en esos momentos y Gaiman quiso saltárselo, porque pensaba que The Sandman era bastante independiente; Berger le insistió y, tras una breve discusión, Gaiman pediría disculpas e incluiría alusiones a las recientes guerras infernales. Lo importante de este preludio es que Destino, sabiendo de un inminente desastre, reúne a todos sus hermanos en una cena que dará pie a lo que está por ocurrir; tras volvernos a presentar a cada uno de los seis Eternos (el séptimo, Destrucción, les abandonó hace mucho), el espectador asiste a uno de los grandes momentos de la serie cuando vemos cómo se llevan Muerte, Sueño, Deseo, Desespero, Destino y Delirio. Es justamente un enfrentamiento verbal lo que lleva a que Deseo eche en cara a Sueño lo que le sucedió a Nada, la amante que Morfeo condenó al infierno en el pasado. Una vez que Muerte da la razón a Deseo de un modo inesperado, Morfeo acepta que debe liberar el alma de su antigua amada y aceptar lo que debe aceptar a lo largo de toda la serie: el cambio. Es justamente cuando todo empieza, como bien dice Destino.
 
Neil Gaiman hace un magnífico trabajo a la hora de darnos a conocer, en un par de viñetas, a cada uno de los Eternos. Fuente.


Gaiman aprovecha para reunir varios cabos sueltos, mientras Morfeo se despide de sus compañeros (es sumamente importante la referencia al niño de Hippolyta Hall, al que llamará Daniel). Es entonces cuando Morfeo viaja hasta el infierno después de que Caín anuncie su llegada a Lucifer. Después de lo visto en los primeros números de Sandman y recordando la promesa de Lucifer de que lo aplastaría, esperamos una gran batalla... que no llega. Lucifer ha reflexionado sobre su papel en los hechos: él se rebeló a Dios y cayó, pero ¿de qué le ha servido? Gobierna el infierno, justamente lo que quiere Dios, ¿qué acto de rebeldía es ese? Por tanto, acordándose de las palabras de Morfeo y su papel en el Paraíso Perdido de Milton, él decide que también tiene un sueño: ser libre... y es entonces cuando toma una decisión. No es pelear contra Morfeo, no es enfrentarse a los sueños, no es liderar a los demonios... Es dejarle la llave del infierno a Morfeo, cerrar el averno y marcharse. La jugada perfecta.

Una lleva desencadenará el tormento de Estación de nieblas. Fuente.

Es entonces cuando Morfeo debe decidir quién se hará cargo del infierno. Para ello, acompañado por el cuervo Matthew, recibirá a dioses como Odín, Loki y Thor (cercanos a la visión que dará de ellos en American Gods y Mitos nórdicos), a la diosa egipcia Bastet y el dios Anubis, a la hada Nuada y su hermano Cluracán, a la divinidad japonesa Susan-O-No-Mikoto (que volverá en la serie de Lucifer de Mike Carey), a los ángeles Duma y Remiel, a los demonios que desean recuperar el infierno, a la representación del Orden y el Caos (esta última inspirada en la hija de Gaiman cuando era pequeña)... Morfeo los recibirá y los escuchará, pero ¿cuál será su decisión y qué supondrá para el averno, que es el reflejo de la Ciudad de Plata, el infierno? Asistimos a una entretenida trama de deseos, de actos, de engaños. La premisa es lo suficientemente interesante como para haberse convertido en una especie de evento, pero, por suerte, The Sandman escapa de ello: sí, los demonios y los muertos abandonan el infierno, aunque la trama no se centra en ellos salvo para relatarnos el origen de los Detectives Fantasmas, Edwin Paine y Charles Rowland, en uno de los números más siniestros (y que recuerda a El libro del cementerio, Coraline y otras futuras obras de Gaiman), que trata sobre un internado lleno de alumnos y profesores fantasmas... salvo un chaval que se ha quedado solo en Navidades.
 
Una de las citas de Estación de nieblas.

Una de las cimas literarias de Gaiman es su capacidad para convertirnos en espectadores de historias mayores que la vida misma y sentirnos identificados. Es esa habilidad la que destaca cuando domina a personajes como el melancólico Lucifer, que no nos es de extrañar que luego protagonizase su propia serie. La magia, la melancolía y la tragedia de este personaje, junto a la capacidad de Gaiman y otros héroes y villanos, desde Sandman hasta Morfeo, completan un ciclo que transforma a The Sandman en una obra de indudable lectura. Cuando leemos a Gaiman, no solo sentimos que estemos leyendo una obra entretenida, sino que sentimos que nos está llegando a lo más profundo de nosotros mismos.

Sandman y Lucifer se encuentran durante un conmovedor diálogo. Fuente.

La divina comedia

El volumen segundo de la edición de
The Sandman: Deseo. Fuente.
Neil Gaiman vuelve a demostrar que debe tener una musa encerrada en su casa gótica (y quien haya leído el segundo volumen -o lo lea- entenderá esta referencia). Deja varias de sus mejores historias en este volumen, como es el caso de Calíope, Un sueño de mil gatos o gran parte del arco argumental Estación de Nieblas. En cada una de esas historias, cambia ligeramente su forma de escribir, su registro, pero sigue siendo The Sandman, uno de los mejores cómics que he podido leer. Asombra la fuerza y la perfección que destila usando ideas tremendamente buenas de las que muchos escritores vivirían toda su vida, pero es el afán de Gaiman por seguir siendo original es algo que lo hace grande incluso cuando recrea mitos o cuentos clásicos. 
 
En cuanto al tomo, es imprescindible contar también con los extras, que aparte de las consabidas entrevistas con Gaiman (donde nos narra el proceso que convirtió una grapa mensual en tomos recopilatorios que darían vida a la serie), cuenta también con varios guiones. Es interesante leer los libretos de Gaiman no solo para aprender como escritores, sino también para comprender el proceso creativo del escritor y cómo se convierte en el cómic que, finalmente, llega a nosotros. Aparte, tenemos también portadas y algunas imágenes que sirven como homenaje a toda esta historia que nos hizo amar a Morfeo y su mitología. Si bien considero que es extraordinario que los cómics se hayan transformado en una mitología moderna, me resulta todavía más fascinante que un solo hombre crease una mitología tan rica como la que protagoniza el señor del sueño.

En cuanto al apartado gráfico, Kelley Jones, Mike Dringenberg y Matt Wagner hacen un buen trabajo para reflejar el enigmático mundo de los Eternos, al igual que los entintadores y rotulistas hacen aún más enorme la obra de estos genios. Su estilo pasa del feísmo a lo caricaturesco, sin olvidar algunas viñetas más realistas y otras que, directamente, caen en el paraje de la pesadilla; una extraña combinación que podría resultar cargante, pero que, lejos de esto, es una de las claves de Sandman. Puede que el coloreado digital actual y el coloreado de Malcolm Jones III deje que haya varios espacios inacabados, con expresiones más simplistas de las esperadas y un tramado menos complejo del tan ansiado por Gaiman. Otro aspecto importante es la unidad gráfica o, tal vez, la falta de unidad gráfica de toda la serie: si hay que decir algo, es que Sandman o Lucifer cambian de aspecto no sólo durante el volumen, sino comparándolo con el anterior, por lo que puede parecer chocante, pero ¿y por qué no mostrar su aspecto cambiante, cuando Sandman ya lo demostró con Hombres de Fortuna en el anterior recopilatorio? Personalmente, todo este tema era una cuestión en la que no había caído hasta escuchar diversos podcast y leer varios comentarios al respecto: muchos piensan que el dibujo es uno de los puntos más discutibles de esta mágica obra, pero, cuando lo leí en su momento, no me pareció un motivo de queja, sino parte del encanto de la propia obra (lo asumí como asumí el estilo de dibujo de los primeros cómics de Vertigo que devoré sin cesar). Ahora bien, en el terreno de la ucronía siempre cabrá preguntarnos qué hubiera pasado si un autor como el extraordinario Bernie Wrightson hubiese dibujado algún volumen de The Sandman.

Morfeo y los gatos, una relación que viene de lejos, como vemos en la maravillosa El sueño de un millar de gatos. Fuente.
 
Sin duda, el segundo recopilatorio es una buena continuación del volumen uno, colmado de momentos épicos (la cena de seis de los siete Eternos es memorable, un digno prólogo de lo que está por llegar y la demostración de una ruptura con la estructuración clásica de los cómics) e incluye una serie de detalles que seguirán desarrollándose en los siguientes recopilatorios de la obra. Llega un punto en que el lector podría pensar que la serie no puede llegar más alto, pero sigue adelante. Muchos consideran Estación de nieblas como el punto álgido de la serie, pero todavía queda un largo camino hasta el final, un largo camino colmado de historias. 
 
¿Algo más? Ah, sí… Aparece de nuevo la encantadora Muerte, la hermana mayor del torvo Sandman, y lo hace para demostrar que hasta los Eternos guardan cierta humanidad en sí... ¿o los humanos guardan cierta "eternidad" de los Eternos en sí? Pero esa no es la gran pregunta, la gran pregunta nace de la tentación, como bien sabe el taimado Lucifer: ¿a qué deseas caer por segunda vez en el sueño de Sandman? Nosotros ya sabemos la respuesta.



Esta reseña fue publicada originalmente el 04/10/2010.
Fue actualizada por primera vez el 24/05/2016 y por última en agosto de 2021.

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