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¿Cómo podemos crear? Fuente. |
Esto es un auténtico reto: ¿cómo crear personajes
para una novela? Dándole forma a las ideas de tu cabeza. ¿Y cómo se hace eso? Es uno de los puntos más complicados de explicar y, a veces, de hacer, aunque, en otras ocasiones, más que crear, sintamos que estamos descubriendo a esos personajes, encontrándolos y haciéndoles emerger como si siempre hubieran estado ahí.
Crear personajes para
una obra literaria da para escribir no solo una entrada de blog sino un libro o
varios sobre lo que yo considero uno de los procedimientos más arduos,
necesarios, divertidos y exasperantes de la literatura.
Aquí encontraréis un
par de apuntes, pero, sobre todo, encontraréis la forma según la cual yo creo a
mis personajes en novelas como Hollow Hallows.
Los personajes son importantes
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El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. Fuente. |
Una explicación simple
de la crucialidad de los personajes está en que son ellos los que consiguen que
obras que no nos llaman, nos encanten. Por ejemplo, ¿me gustaría ver una serie
sobre un tipo que fabrica metanfetaminas? No es mi tema, pero basta ver el
episodio de Breaking Bad y conocer a personajes como Walter White, Jesse
Pinkman y compañía para seguir viendo. Esto también funciona a la inversa: hay
docenas de novelas de fantasía que deberían llamarme por todos los elementos
que contienen, pero, al final, me llaman tan poco la atención sus personajes que
las ignoro (creo que es una de las grandes lacras de la fantasía épica, por
cierto).
¿Necesitamos personajes? El arco del personaje
Claro. Los
necesitamos. A ver, algunos pensaréis que soy muy tajante y me diréis que
podríais describir la historia de un paisaje o una roca, pero entonces, siento
decir que seguramente ese paisaje o la roca sean personajes. Es así. En las
historias debe haber acción. Y no, no me refiero a coches explotando o robots
gigantes (que también, maldita sea), sino que me refiero a que pasen cosas. Los
personajes, ya sean entes pasivos o activos, tienen que sufrir con esas
acciones y tienen que convertirse. Es lo que se conoce como arco de evolución o
un arco del personaje (y no, no me refiero a Ojo de Halcón, Legolas ni Katniss…
No al arco de ese tipo, al menos).
Nos gustan los
personajes que son complejos muchas veces. Sí, sé que hay ocasiones en que los
personajes son planos, pero siempre se pueden encontrar dobles lecturas. La
literatura para mí no es un arte de términos absolutos, es arte, es libertad y
todo es posible. Aún así, considero que muchas veces nos gusta la complejidad.
Algunos aseguran que también la credibilidad y se refieren a lo que sienten,
aquello con lo que empatizamos, aunque confieso que, a veces, también nos gusta
lo irreal de personajes como James Bond, capaces de hacer lo increíble con una
facilidad que asusta. Creo que peor es cuando creamos un mundo medieval, por
ejemplo, todo muy histórico y rígido y, de pronto, metemos a un personaje
supermorderno, con ideas progresistas avanzadísimas que no pegan… Ahí, se nota.
Sin un buen arco de
evolución, los personajes no nos llaman. Los lectores somos gente horrible que
quiere que a esos simulacros de vida les pasen cosas. No queremos que Jon Snow
sea el chaval inocente que se une a la Guardia de la Noche durante varios
libros, queremos que evolucione y cambie ("mata al niño", le dijo el maestro Aemon). No queremos que Harry sea siempre el
huérfano desdichado, queremos que haga frente a la muerte. No queremos que
Julia de The Magicians sea siempre una chica apocada, queremos que se enganche
a la magia y, al final, quiera salvarnos. ¿Lo entendéis? Los grandes personajes
evolucionan y cuanto más interesante es el arco de evolución, mejores son
personajes como, por ejemplo, Gollum de El Señor de los Anillos o Roland de La Torre Oscura.
Es importante que tus personajes tengan objetivos y motivaciones, que tenga algo que los impulse. Este personaje quiere esto (recuperar el arca de la alianza), el otro quiere lo contrario (hacerse con el arca para esclavizar al mundo)… Ahí tenemos al protagonista (Indiana Jones) y el antagonista (los malos malosos nazis), por ejemplo. Si no quieren nada, son sujetos que no terminan de ofrecer lo que deberían, aunque siempre haya excepciones y dependa de las situaciones (pensad en Gregor Samsa, él sufre la maldición de despertar un día convertido en un insecto, le pasa esa acción e intenta afrontarla aunque ya el destino baraja contra él).
¿Qué necesito saber de mis personajes?
Y aquí vengo yo y una
de mis tonterías: no me gusta planificar en demasía por un simple motivo: me
spoileo mi propia historia. Sonará estúpido, pero siento la dualidad de creador
y lector. Por un lado, quiero disfrutar creando y, por otro, como lector,
quiero sorprenderme mientras leo lo que escribo y sigo escribiendo. Esto hace
que siga los esquemas poco e improvise mucho… Y esto se traslada a los
personajes.
En Internet, encontraréis
una serie interesante de procedimientos para descubrir a tus personajes. Hay
muchos autores que tienden a hacer fichas con datos y datos. Estos juntaletras
se sientan delante de sus personajes y empiezan a hacerles preguntas cual
periodista o policía malo de los interrogatorios:
- ¿Cómo te llamas?
- ¿Qué edad tienes?
- ¿De qué color es exactamente tu pelo?
- ¿Qué traumas tienes?
- ¿Tienes algún defecto físico?
- ¿Cuánto mides? Oye, y si no es indiscreción, ¿cuánto pesas?
- ¿De qué color es tu piel?
- ¿Tienes hermanos?
- ¿Tienes amigos? (Yo no cuento).
- ¿Tienes hijos?
- ¿Cuál es tu trabajo?
- ¿Qué te ha traído hasta aquí?
- ¿Me prestas cinco pavos?
Es un buen método y
suele ser el que más se recomienda, por lo que veo en Internet. Una vez lo usé: la famosa técnica de las cien horribles preguntas y se las hice a mis cinco
personajes principales y obtuve quinientas respuestas de unos tipos que
surgieron de la nada. Fue interesante, pero mi problema es que, cuando empecé a
escribir sobre ellos, sentía que los conocía tanto que ya no me interesaba. No terminé esa historia.
Y siempre teniendo en cuenta la importancia de saber quiénes son, aunque todos queramos que tarde o temprano nos sorprendan. Si te asombra un personaje a ti, su creador; imagina a un lector.
Entonces, ¿qué? ¿Voy a
lo loco cuando creo personajes? Recordad esta entrada sobre escritores brújula y mapa. No, antes de crear a un personaje, suelo pensar en la historia y en lo
que sucederá. Pongamos que la historia va sobre un mundo posapocalíptico donde
la gente se alimenta de gasolina. Pues me surgen ya personajes: el héroe que
protege a su hijo enfermo que necesita un poco de gasolina 95, el villano con
sus secuaces motorizados que van detrás de él para robarle la gasolina, un tipo
que se encuentran por el camino que es un esclavista… ¡Ideas!
Y pronto empiezan a tomar voz y yo intento reflejarlo brevemente. Les busco un nombre (cuyo significado suele encajar con ellos), digo su edad, escribo un poco sobre ellos y empiezo a excavar, añadiendo cosas que me gustan. Muchas veces mis personajes vienen de mi imaginación, otras lecturas, películas, mi guía visual… Y algunos reconozco que no sé de dónde vienen. Por ejemplo, en mi cabeza, veo a Dawn Hownland de Hollow Hallows perfectamente y no sé si he visto a esa chica antes.
Y pronto empiezan a tomar voz y yo intento reflejarlo brevemente. Les busco un nombre (cuyo significado suele encajar con ellos), digo su edad, escribo un poco sobre ellos y empiezo a excavar, añadiendo cosas que me gustan. Muchas veces mis personajes vienen de mi imaginación, otras lecturas, películas, mi guía visual… Y algunos reconozco que no sé de dónde vienen. Por ejemplo, en mi cabeza, veo a Dawn Hownland de Hollow Hallows perfectamente y no sé si he visto a esa chica antes.
Sobre M is for Magic,
la mayoría de los personajes cambian, pero tengo una imagen sobre ellos. Sé de dónde han surgido algunos (tipos de personajes, formas de ser, circunstancias...). Me veo a todos ellos ante mí cada vez que me dispongo a escribir y eso es genial. ¿Os ha pasado alguna vez?
Decir también que hay muchos autores que dibujan a sus personajes, buscan fotos de actores o crean mediante sistemas online a los personajes, como si fueran personajes de rol.
Decir también que hay muchos autores que dibujan a sus personajes, buscan fotos de actores o crean mediante sistemas online a los personajes, como si fueran personajes de rol.
¿Y de dónde saco cosas interesantes para mis personajes?
Me gusta variar y
cambiar cosas. Uno de los puntos fuertes de acabar tus novelas es que sabes qué
no debes repetir y qué cosa nueva puedes incorporar. Eso me ha pasado entre
Hollow Hallows y M is for Magic, los personajes de ambas son diferentes y,
quizás, el único punto es común es que yo los escribo.
Como os conté en su
día, soy partidario de la diversidad en las obras. Me gusta huir de los
estereotipos y me gusta darle carisma a mis personajes. La diversidad es buena,
la que no es forzada por índices de mercado, sino por las ganas del autor, la
que sí me permite que haya personajes diferentes y variados. Por ejemplo, un
personaje mudo. Hay pocos en la literatura. ¿Por qué no incorporar uno? Algunos
pensaréis que es un reto, a mí me gustan los desafíos y permiten que los
lectores obtengan algo distinto.
Hacer personajes
diferentes suele ser mi lema, es lo que en parte añade cosas interesantes a los
personajes. Acaso, Glokta de La voz de las espadas de Joe Abercrombie, ¿no es
la cojera y su desfiguración lo que hacen que el personaje sea tan importante e
inolvidable? ¿No son los tics de maníaco de Sherlock Holmes lo que lo
convierten en un personaje increíble? ¿Y qué me decís de Batman y su tormento?
¡Personajes!
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La versión en cómic de Glokta de La voz de las espadas de Joe Abercrombie. Fuente |
Así que si queréis
obtener cuestiones interesantes para vuestros personajes os recomendaría:
- Salir fuera y observar.
- Inventa sus vidas: esta actividad recuerdo que la hacía mucho cuando esperaba en la estación de guaguas (o autobuses). Me quedaba mirando a la gente un instante y me inventaba sus historias. Encontraba luego en ellas inspiración para seguir escribiendo. Un poco raro, ¿no? Pero más frecuente de lo que creéis, os lo aseguro.
- Pensar en tus personajes favoritos y por qué lo son.
- Anotar tics o rasgos que te gusten en personajes que lees o ves en la ficción.
Una anotación: muchos
cuando empezamos a escribir, camuflamos a personas reales en nuestras
historias. Vaya, qué reto y qué fácil es que nos demanden por eso. Creo que es
interesante cuando estás empezando a escribir. Al fin y al cabo, ¡la otra es
una persona real y puedes sacar todo de ella mientras escribes! Sabes cómo habla, cómo se mueve, qué diría… Y puedes inventar
algunos detalles más allá de su nuevo nombre. Es como crear un universo
alternativo donde esa persona está a tu merced (plan maligno). Opino que se
aprende mucho con la gente que nos rodea al incorporarla en una historia… Pero
no es divertido hacerlo siempre, tendemos a repetirnos y podríamos acabar
tronados como los protagonistas de En la casa. Pienso que, si bien siempre hay
algo real en nuestros personajes, también es necesario que inventemos y que,
algunas veces, los personajes vengan de la nada.
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Más o menos, así. Fuente. |
¿Cómo sé si mi personaje es bueno o no?
Ya he comentado el
tema del arco de evolución y la necesidad de que al personaje le pasen cosas.
Creo que destacaría el tema de la transformación y el hecho de hacer sufrir a
tu personaje, que se transforme, que no lo tengas entre algodones. Que sufra,
por mucho que lo adores.
Añadiría la
importancia de que el personaje tenga una función en la obra y que no sea un
esclavo del guion. Es decir, que no vaya de un lugar a otro porque tú lo
necesites, sino que sea natural. Considero que las grandes obras son aquellas
donde los personajes hacen lo que hacen sin que el lector piense que es porque
el escritor los obliga. ¿A qué el tema de la ruptura de la Comunidad del Anillo
parece natural? ¿Habéis pensado qué hubiera pasado si no hubiese sucedido? La
mayoría de los hechos no hubiesen pasado y el Anillo no se habría destruido,
pero Tolkien lo cuenta de un modo en que parece algo normal. Nunca notamos su
mano. Y lo agradecemos.
Por tanto, sé que los
personajes son buenos cuando hacen cosas y cuando siento que hablan solos, que
los conozco de toda la vida y existe esa magia. Lo noto cuando me voy a la cama
y noto que me hablan impulsándome a seguir escribiendo la próxima escena. Lo
noto cuando me sorprenden revelándome un secreto que desconocía. Lo sé cuando
ellos toman su camino. Y les dejo porque sé que entonces están vivos.
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Gollum, según Alan Lee. Fuente. |
Tengo un truco más
sobre cómo crear personajes, pero es un truco que hasta ahora no he leído en
ninguna parte y lo tomo como propio, por lo que, por ahora, me lo guardo. Algún
día, imagino que lo desvelaré. Solo tendréis que decirme dos palabras: “tablas”
y “personajes”. Si es el momento adecuado, lo contaré. Sé que suena un poco
extraño, bastante (¿cómo decirlo?) supersticioso, pero es un sistema que me
funciona tan bien que (por ahora) me lo guardaré. Lo siento. Cada uno tenemos nuestros trucos, ¿no?
En definitiva, esta ha
sido una de esas entradas que pienso que serán una odisea escribir hasta que
empiezo a escribirlas y voy soltando todo. Luego, queda ordenar, pero es un
asunto, sin duda, apasionante.
Y hasta aquí algunos
apuntes sobre cómo crear personajes. ¿Qué os ha parecido? ¿Estáis de acuerdo o
no? ¿Vosotros qué pensáis? ¿Cómo creáis a vuestros personajes?