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No siempre se puede salvar a todo el mundo y Q. debe aprenderlo. Fuente. |
Me resulta complicado por muchos motivos hablar del último capítulo emitido de The Magicians, pero como ahí nos espera, a la vuelta de la esquina, el siguiente, he cogido la costumbre de comentar la serie cada lunes y tengo que escribir algo, allá vamos…
Superman y la debilidad. Fuente. |
Recuerdo las palabras de un joven escritor de cierto éxito sobre los personajes y cómo ese comentario me sacó directamente del vídeo donde daba consejos literarios. Lo que dijo fue que Superman era un personaje tan poderoso y perfecto, que no era interesante y que por eso era un mal personaje, porque no se le podía generar conflicto. Imagino que se nota lo poco que ese muchacho ha tenido la suerte de leer cómics. Muy bien, imagino que los escritores, dibujantes, cineastas y demás que han trabajado durante más de setenta años con estos personajes se han equivocado, que no es interesante.
No, no lo han hecho. No han errado. Desde sus comienzos, los autores lo supieron y se fijaron ciertas debilidades. Pensaréis en la kryptonita, su talón de Aquiles, pero yo os digo algo más básico: Superman, pese a ser todopoderoso, es humano y eso establece unos límites.
Cuando escribimos fantasía, siempre se habla de delimitar un elemento tan peligroso como la magia. Si en una historia, todo se arregla con magia, el lector acaba perdiendo el interés si hay demasiado deus ex machina (y, a veces, la magia es eso). Los lectores quieren problemas, que a los personajes les ocurran cosas y, en ocasiones, cuando se trata con un “destrozaargumentos” como la magia, es muy importante limitarla como al propio Superman. De ahí que surjan cosas como los sistemas con los que Brandon Sanderson la domina en su obra. La magia hace todo posible, pero nuestra historia no suele ir sobre todo lo que es posible. Requerir demasiada energía para utilizarla, tener que recordar hechizos, usar objetos mágicos, entrenar la mente… La magia tiene docenas de facetas y formas de coartarla, según cada cuál. La magia tiene un precio, como dirían los personajes de Los Libros de la Magia de Neil Gaiman y John Bolton.
Todo este comentario viene ocasionado por el último capítulo de The Magicians: Mendings, majors and minor, que termina con una de esas escenas que te hace maldecir por no poder ver ya el siguiente capítulo. Durante el episodio, los alumnos buscan a un antiguo alumno que les sirva de mentor, se practica un juego de hechizos bastante interesante, Julia se convierte en una adicta (siniestra) a la magia y lo más importante: Q aprende algo triste, la magia no puede arreglar todo.
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Fuente. |
A menudo, cuando leemos cómics pensamos en por qué hay seres superpoderosos que se enfrentan a los villanos de turno en vez de enfrentarse a los verdaderos villanos: políticos corruptos, señores de la guerra, causantes de epidemias… ¿Por qué los superhéroes no se enfrentan a los auténticos problemas? ¿Por qué no acaban con el hambre? ¿Por qué no acaban con las guerras? Multitud de guionistas han tratado este tema, pero una de mis historias favoritas era aquella en la que La Cosa del Pantano de Alan Moore se propone salvar el mundo. Y descubre una importante lección: podría hacerlo, podría instaurar su dictadura bondadosa, pero comprende que los humanos no lo apreciarían, que ellos deben tomar sus propias decisiones y obrar en consecuencia (lo mismo que le pedía el Doctor de Peter Capaldi a Clara en Kill the moon). El mundo les pertenece a los humanos, ellos deben aprender, deben superarse, deben arreglar muchos de sus problemas por algo tan básico como, que, si no lo hacen, volverán a caer en el círculo vicioso, en la oscuridad, en el mal.
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La Cosa del Pantano de Moore, enfrentada al horrizonte. Fuente. |
En el capítulo de The Magicians se vive una pequeña trama donde Q se propone curar a un ser querido de una enfermedad terrible, de una maldición. Cualquiera lucharía por salvar a alguien que quiere de esa enfermedad. Convocaría la magia, destruiría a quien hiciera falta e intentaría salvarlo, porque es lo único que le queda, al final del camino, más allá de cualquier condena. Pero la magia no siempre puede arreglarlo todo, hay límites y, a veces, nos topamos con ellos, por mucho que luchemos. Q lo sabe, pero no lo ha aprendido todavía y puede que un agujero negro peor que Fillory le espere en el horizonte. ¿Cómo no iba a gustarme y recomendar esta serie?