Cuentos de hadas y C.S. Lewis

"Algún día tendrás la edad suficiente para empezar a leer cuentos de hadas otra vez"
C.S. LEWIS.

Varias fuentes señalan que C.S. Lewis es el autor de esta cita y, de no serlo, bien podría haberlo sido debido al amor que desprende por el halo fantástico que envolvió la vida de este interesante escritor.

Hace ya más de diez años que leí El sobrino del mago y me he sentido viejo al pensar en aquellos anillos mágicos, que hacían viajar a un mundo a punto de surgir, donde la fuerza divina estaba representada en un león y el mal en una bruja pálida.

Siempre he considerado que la vida de Lewis es digna de ser descubierta, como su obra, incluso en los ensayos, donde muestra cierta mordacidad (en ocasiones, realmente fascinante para cualquier lector). No obstante, la vida de Lewis fue llevada al cine (en Tierras de Penumbra) y muchos seguimos imaginando cómo serían aquellas charlas entre J.R.R. Tolkien y él.

Recordemos, por ejemplo, que C.S. Lewis fue, durante años, ateo, mientras que Tolkien era cristiano por la iglesia de Roma. Sin embargo, Lewis acabaría sufriendo una crisis de fe y se acabaría convirtiendo al cristianismo, pero protestante, a diferencia de su viejo colega. Es crucial también saber que mientras que Tolkien prefería no incluir alegorías en sus obras, como El Señor de los Anillos, Lewis sí incluyó varias a lo largo de Las Crónicas de Narnia, que situaron a la saga como un referente para muchos cristianos.

Las Crónicas de Narnia
El sobrino del mago, el primer volumen 
de Las Crónicas de Narnia,  saga que 
hizo célebre a C.S. Lewis. // Fuente.

Sea como sea, y regresando a la cita de este post (sí, sé que he desvariado un poco), C.S. Lewis recomendaba la lectura de los cuentos de hadas y a mí me gustaría recomendar la importancia de jamás olvidarlos. Suena estúpido, pero, a menudo, menospreciamos la fantasía inherente en ellos. O nos obligan a crecer. "Los cuentos son para niños", nos dicen. Qué trágico sería crecer y quedarse sin ellos. Qué agraciados serían los niños sabiendo que poseen tal dicha y qué pena sufrirán sabiendo que si crecen, los olvidarán. Tal vez, ese es el motivo secreto por el que los Niños Perdidos no crecen.

A veces, no obstante, aunque perdemos estos dones de la infancia y siempre podríamos sumirnos en la fantasía, tenemos algo de inesperada y divina suerte: podemos leérselos a nuestros hijos (incluso si esos hijos metafóricos o literales somos nosotros mismos, coff, coff). Nuestros hijos son la oportunidad de seguir la magia, descubrir a sobrinos de magos, encontrar a anillos mágicos, leones sabios y brujas de piel pálida. La imaginación es el camino, ellos la llave y nosotros los viajeros. O somos todos cualquier cosa, ¿quién sabe? C.S. Lewis lo sabía.

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