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Fuente. |
—No puede ser. Eres escritor —dije yo— y has visto mil películas, has leído mil libros y memorias, y conoces a personas de carne y hueso que están sinceramente enamoradas. […] ¿Piensas que actúan? Tú has escrito libros enteros, cuentos y escenas en las que los personajes están profundamente enamorados. Quiero decir… que no me lo puedo creer. ¿Cómo podía escribir sobre el amor si no creías que existiera?
—Justamente, querida —me dijo—. Los escritores se inventan cosas”.
AMANDA PALMER,
El arte de pedir.
Y aquí está, una de las partes más conmovedoras de El arte de pedir (esa mezcla de biografía y ensayo escrito por la cantante Amanda Palmer).
Recuerdo leerlo de madrugada (leo mucho a altas horas de la noche, después de escribir) y decir: "esto es un fragmento espléndido, es conmovedor, es una gran historia" (sí, suelo decir muchas cosas mientras leo, en plan farfullando, sin mucho sentido).
Guardé este fragmento para compartirlo con vosotros (siempre estoy pensando en cosas de las que poder hablar con vosotros) por muchos motivos. Uno de ellos es por conocer un poco más a Neil Gaiman y Amanda Palmer (o la forma de verlos que tenemos), otra es por la soledad del escritor (muchas veces, vista de una manera muy bohemia, pero en la realidad es muy distinto) y puede que, quizás, también por cómo funciona el amor y el arte.
Si bien me pasé la adolescencia negando la existencia del amor y el enamoramiento (porque, en realidad, estaba enamorado de muchas cosas, entre ellas la idea de ir de ser destructivo por el mundo), ahora no puedo negar la importancia de que el amor es lo que construye y destruye futuros y es un poder magnánimo y devastador... Incluso todo eso a la vez. Y me siento afortunado de sentirlo y de poder compartir esto con vosotros.