Me cae bien Leah.
Sé que no existe, pero me
cae bien.
Sé que es una persona de dudoso comportamiento (a veces), pero me cae
bien.
¿Ya os he dicho que “me cae bien” las suficientes veces?
Ah, y Leah
no existe.
Es uno de
mis personajes.
Hoy, como
cada domingo, me apetecía hablaros de lo que estoy escribiendo y me gustaría
centrarme en esta ocasión en uno de mis personajes. Supongo que es lo más cerca
que estaré de hacerlo antes de que se publique La Historia, si es que algún día
se publica.
Leah, Leah, Leah...
No es
una de las protagonistas… aunque, muchas veces, dudo de que haya protagonistas
y secundarios. Creo, más bien, que es un reparto bastante coral… aunque si
hubiera protagonistas, ella no sería uno de ellos.
Ella es como
una canción triste. Como Asleep. Tiene diecisiete años recién cumplidos (cumple
a finales de septiembre). Es una chica inteligente, tiene fama de ello; aprueba
cuando todos suspenden. Es ese tipo de chica.
No le gusta
mucho la música ni el arte. Es un poco... apagada, como una luz que lo ha dado todo y ahora parpadea antes de fundirse. Tiene algunas ideas... duras y es
bastante tozuda con ellas. Siempre ha sido bastante recta, nunca ha hecho nada
extraño… y la única noche en que lo hace, tiene que pagar con ello.
Y quiere
morirse.
Pero vive y
es un personaje raro en medio de un mundo raro. A veces, me la imagino como la
fotografía de este post (un fabuloso dibujo que vi por Facebook, doy gracias desde aquí a su creador). En otras, también la visualizo, como un dibujo del estilo de Gabriel Bá en
The Umbrella Academy.
No escribo a Leah, ella se escribe sola. Los personajes hablan y responden entre ellos. Yo solo recojo lo que dicen. Si no escribes, no sé si lo entenderás.
Leah dice cosas
raras, a veces macabras, pero no reacciona ni con una sonrisa ni una lágrima. Está en otro mundo, como si fuera Luna Lovegood a veces.
Las emociones parecen ser parte de otro mundo para ella, ¿sabéis? Si te sientas
a su lado, puede ignorarte durante minutos y luego decirte: “Me caes bien”.
Cree que todos estamos muertos, pero seguimos respirando, que este mundo debe ser el infierno de otro (que diría cierto escritor).
Y luego, en
su alma, los demonios la atormentan. Y no, no son demonios reales. Son peores,
son los que albergamos cada uno en nosotros mismos, ese que nos hace ser
malvados con la gente buena o estúpidos con las personas malvadas.
Sé que hace
cosas... no muy bonitas.
Sé que no es la chica en la que te fijarías.
Sé que puede
caerte mal.
Pero, en el
fondo, la entiendo y siento lástima por ella.
Pero soy un escritor malvado y me
encantan las tragedias (como novela).
Perdóname, Leah, y gracias, si no existieses, tendría que crearte de nuevo.