Críticas de cómics: V de Vendetta, recuerda, recuerda el 5 de noviembre...

La gélida sonrisa de V. Fuente.

"¿Quería matarme? Bajo esta capa no queda carne ni sangre que se pueda matar. Solo hay una idea"-V.

“Recuerda, recuerda el 5 de noviembre, el complot de la pólvora y la confabulación. No existe motivo para el olvido de la pólvora y la traición”. Esa es la célebre rima que se dedica la Bonfire Night (la Noche de las Hogueras) de Reino Unido y otros países, evocando al personaje de Guy Fawkes, que formó parte del Complot o Confabulación de la Pólvora. El  objetivo de Fawkes y compañía era volar el Parlamento Británico debido a la represión al catolicismo vivida por la madre del monarca y este mismo en la época, convirtiendo a los católicos en enemigos para los protestantes. Fawkes fue la mano ejecutora, hallado en los sótanos del Parlamento con varias cerillas y pólvora. Antes de cumplir con su cometido, fue apresado por las fuerzas del rey Jacobo I. La historia de Guy Fawkes concluye con su ejecución: ahorcado y torturado de una forma atroz. De esa manera, se convirtió en un villano nacional, pero nadie le ha olvidado. Cada 5 de noviembre se le recuerda con hogueras, fuegos artificiales y con muñecos que le representan y son quemados. 

Décadas después de su muerte, Fawkes inspiró a uno de los personajes más grandes de la literatura. No tiene nombre, solo responde a V. 

El Complot de la Pólvora. En él, podemos encontrar a Fawkes bajo el nombre Guido. Fuente.

Cómic revolucionario 


V de Vendetta es una de las obras maestras del noveno arte, reconocido tanto por público como por crítica. A lo largo de su historia sobre un mundo inundado por el fascismo y la violencia, el guionista Alan Moore y el dibujante David Lloyd nos mostraron, realmente, no solo nuestro futuro, sino nuestro presente. Estamos ante un cómic que demuestra toda la grandeza del noveno arte. Es una historia profunda, donde cada personaje importa, el misterio sobre quién es V nos embarga y llegamos a llorar y reflexionar con este relato de un mundo que transcurría en 1997 (ahora pasado, en la época en la que se concibió el cómic, futuro próximo). Nada hacía augurar en el mundo real que no se llegase a terminar como vemos en el tebeo: con una dictadura fascista, campos de concentración y gente que guarda silencio. Es más, de una manera más discreta, ¿cómo poder saber si no hemos caído ya en esa dictadura de mercados y nuevos mesías que amansan al pueblo con “el pan y el circo”? De lo que estamos seguros es de lo segundo: que el público sigue dormido, olvida los símbolos y no les importa la realidad. 

“V DE VENDETTA, es para las personas que no apagan las noticias” dice acertadamente David Lloyd en la introducción del volumen “absolute” que recoge la historia del revolucionario V. Leer V de Vendetta supone abrir los ojos y descubrir cómo es en realidad este lugar en el que vivimos, donde los políticos parecen rendir solo cuentas a los mercados y el poder, en el que la tecnología se usa para vigilarnos por “nuestra seguridad”, en el que los medios de comunicación lamen la bota militar, en el que el fascismo es aplaudido o permitido…  Pero donde, por suerte, queda gente que pretende luchar como el antihéroe romántico de esta historia: V. 

V de Vendetta es un cómic inspirador, serio y dramático, donde se enfrenta la anarquía con el fascismo y se nos representa todo este mundo cayendo en matices. Ni los malos son tan malos ni los buenos tan buenos, para Alan Moore no hay maniqueísmos. Eso se sabe cuando el protagonista es un terrorista, con halos de romanticismo y personaje trágico, no duda en recurrir a crueles métodos para cambiar el mundo o cuando descubrimos que el gran dictador solo es un fracasado, enamorado de la máquina que le permite espiar a cada ciudadano de Reino Unido. El auténtico héroe de la obra es el ciudadano de a pie que tendrá que elegir qué será de él, porque el cómic va de eso: devolverle la responsabilidad sobre su existencia a cada ser humano, tanto de la viñeta como fuera de ella. El lector toma entonces conciencia de si seguirá colaborando con el sistema o deseará crear uno nuevo, tema frecuente en la obra de Alan Moore
La icónica máscara de V, homenaje a Fawkes. Fuente.


A de Alan Moore, D de David Lloyd 


Un amigo me comentaba una vez que todas las historias estaban contadas, que cada una formaba parte de la mayor, la única. Hay variables, cambios en la manera de contarla…, pero siempre es la misma. Lo importante son los personajes que las interpretan, ahí están los cambios, los atajos, las manías, los odios, los amores… Son los grandes personajes los que hacen las grandes historias y  V de Vendetta es tan tan buena por sus extraordinarios personajes, a los cuales nos creemos y los vemos crecer en cada capítulo. Sentimos empatía por la joven Evey, repulsión por los hombres del Líder, compasión por el inspector Finch, horror por lo que se ve en las calles de ese personaje más que es el Londres distópico… Y luego está la incertidumbre, el no saber qué sentir: a veces, adoramos a V, otras veces, lo odiamos. 

V no es un héroe, V no es un dios, V es un psicópata, V es un destructor, V es un monstruo… Y como él bien dice, no hay lugar para él en el mundo nuevo que se ha forjado a partir de las cenizas del viejo mundo que él ha derrumbado. V es un reflejo de todos los personajes y de todos nosotros. Estamos solos en un mundo que no nos ha dejado otra oportunidad. Cambiar es lo único que tiene sentido ahora. Toda esta habilidad hace del guionista de este tebeo uno de los mejores escritores de la Historia, y no sólo dentro del cómic, sino en la literatura en general. 

Hablamos del Bardo de Northampton, Alan Moore, ese anarquista de larga barba y aspecto extravagante que ha conmovido el mundo con su sabio uso de la palabra y con acciones como convertirse en un mago. Su influencia en autores como Neil Gaiman o la mayoría de los tebeos de los últimos años está ahí. Uno llega a pensar tras leer V de Vendetta y otras obras del autor, como la maravillosamente oscura From Hell, que Moore escribe obras maestras hasta cuando hace una lista de la compra. No es raro, Moore lo tiene claro: la importancia radica en que cada secundario es crucial, cada personaje que vemos en V de Vendetta tiene una historia, tiene motivaciones y son humanos, demasiado humanos, como diría Nietzsche. 

Moore pondría gran parte de su pensamiento y sus propias ideas de la época en este cómic donde se explorarían los grandes temas de la literatura, que no son otros que los del propio ser humano, y así este guionista británico demostraría que el cómic no tenía nada que envidiar a las novelas y que su cantidad de empeño era reivindicable a unos niveles desconocidos. Véase esa parte de V de Vendetta que comienza con una canción a piano y que retrata la situación de cada uno de los individuos de este tebeo. Años después fue grabada y este es el resultado, la llamada This Vicious Cabaret


En ese “cabaret del vicio” en el que se ha convertido el Londres dictatorial (al que apuntaba maneras Margaret Thatcher y su conservadurismo pasado de rosca), la trama gira en torno al misterio de quién es el terrorista conocido como V y qué planea. Pero ese es el principio. Moore “nos vende la moto” con esa idea cuando empezamos a leer. Nos atrae tanto, que aprovecha para enamorarnos de sus personajes, su trama, su prosa. Finalmente, nos importa más saber qué será de ese mundo, llorar con la historia de Valerie o pensar en qué mundo vivimos, que en la mera idea en torno a la que gira el tebeo (y muy bien solucionada por el Bardo de Northampton, ya que estamos). El mundo de V es realista

Deudor de 1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, ¡Arrepiéntete, Arlequín!, dijo el Señor Tic-Tac de Harlan Ellison… nada de lo que vemos es “futurista”. Estamos en una tierra deprimente, donde la congoja y la opresión están bajo las cámaras de un régimen dictatorial. El blanco y negro de la edición original aportan dramatismo y el coloreado en tonos aguados y tirando del gris apuesta también por una estética sombría y derrotista. Cada viñeta es la prisión de los personajes. Nadie es libre y sin libertad no hay esperanza. V nos hace comprender eso, que él es el producto de un lugar terrible que ha de destruir, incluso consigo, si quiere que el resto de la gente tenga algo por lo que luchar. Este antihéroe debe mucho a personajes como el Zorro, Batman, el Fantasma de la Ópera…, pero Moore crea algo con él, un nuevo emblema e icono para el lector. 

Otra de las gracias del cómic es que, pese a que el Genio de Northampton es, reconocidamente, anarquista, no convierte a V de Vendetta en un planfleto político como podría señalar algún detractor (y quien lo hace es porque seguramente no se ha fijado realmente en todo lo imparcial que es la propuesta de Alan Moore y David Lloyd). El guionista de Watchmen también muestra los pensamientos del Líder, alguien que ama (literalmente) el fascismo. No se conforma con contarnos su ideología, no. En un ejercicio de responsabilidad y enriquecimiento de su obra, nos muestra todo lo que rodea su mundo y eso lo hace aún más perfecto. A lo largo de sus capítulos, Moore y Lloyd no solo narran, sino que lo hace con su propio estilo. Juegan con las simetrías, los nombres de los capítulos con la letra uve, narran un preludio a partir de una canción, utilizan los dobles sentidos, colocan la posibilidad de hallar gratas sorpresas tras las nuevas lecturas… V de Vendetta es más que un simple tebeo. 

Gracias a todo lo expuesto, hay momentos imborrables: la primera aparición de V, la estancia de Evey en el campo de concentración y exterminio, el discurso de V a toda una nación como si él fuera un dios que va a despedirles por no haber sabido tomar su responsabilidad, el diálogo de V con la estatua de la justicia y ese final grabado para siempre en la retina del lector, el momento de Finch y el LSD para descubrir la verdad, la transfiguración de Evey en la noche bajo la lluvia tormentosa, los “juegos de tronos” para tomar el poder, el nacimiento del odio de una viuda, una iglesia (protestante para variar) que se derrumba bajo el peso de los más bajos instintos, las filias y fobias de los miembros del partido y sus secuaces, los cabarés corrompidos, la toma de poder de las bandas criminales, los atentados para demoler un mundo, el descubrimiento de quién es V

En V de Vendetta no hay héroes ni villanos, solo personas. Fuente.
En un alarde de habilidad, Moore y Lloyd crean un final abierto (que no lo es tanto), pero que nos deja elegir. Cada lector, como los habitantes de ese Londres deprimido, deberá elegir qué mundo quiere: si caer de nuevo bajo el yugo de cualquier tirano o decidir, por primera vez, en la historia asumir su responsabilidad y ser auténticamente libre… Todo esto con un par de viñetas de revueltas y, finalmente, entre la oscuridad, un Finch que se niega a ser un nuevo dictador, que da espalda a la avaricia representada en Helen Heyer, a la oscuridad que es Londres. Se marcha, humildemente, para que cada uno haga lo que le dé la gana con su destino. ¿Ese es un buen final? No, es el mejor final posible.

Por si fuera poco, como los mejores cómics, V de Vendetta tiene una línea difusa entre quién es el guionista y quién es el artista que plasma las palabras de Moore. David Lloyd dibujó lo que deseaba dibujar y dio ideas para la trama, como la idea de que V, ese revolucionario anarquista, luciese la máscara de Guy Fawkes. A partir de esa idea, Moore otorgó al personaje todo ese halo de idealista antihéroe atormentado, de ese monstruo que ama el arte y es capaz de matar por cambiar un mundo que es injusto. El guionista nacido en Northampton supo exprimir el concepto hasta unos niveles insuperables. Es decir, Lloyd supo qué canción usar, pero Alan Moore supo cómo bailarla. 

No nos podemos olvidar de que David Lloyd destaca merecidamente por sus juegos de sombras, su realismo y su habilidad para captar la tristeza que embarga cada página en ese “no hay futuro” que es este cómic, a menos que la gente decida que sí lo hay, por encima de un régimen autoritario. Lloyd era un gran amante de los cómics de corte similar al cine negro y se nota en su dibujo, que nos traslada a un futuro que tiene mucho de pasado ya en el momento en que los primeros números aparecieron en la fallecida revista Warrior y se vieron completados por DC (V de Vendetta es una de las claves por las que surge el sello Vértigo dentro de DC).


El hogar del antihéroe, un museo de todo lo perdido. Fuente.
Siempre habrá un debate sobre si los dibujantes que acompañan a Moore cumplen las expectativas. Muchos señalan que parecen elegidos autores gráficos de limitadas condiciones para que el guion brille aún más que el dibujo. Esto no es así. Cada dibujante de la obra de Moore se caracteriza en que encaja a la perfección con el cómic que se está narrando. El ejemplo perfecto es From Hell, con un Eddie Campbell que da un paso hasta fusionarse con el propio Alan Moore y la estética perfecta para ese insigne tebeo. Quizás el acabado de Lloyd no es siempre excelente (también hay algún fallo de continuidad en el coloreado), pero sí es mejor que cualquier otro dibujante. ¿Por qué? Porque es el que se adapta mejor a la obra. ¿Alguien podría haber dibujado V de Vendetta de una forma superior? Yo lo dudo. Al menos, no me lo puedo imaginar. 

Todo esto se conjuga para elaborar la que es una obra que deja huella, que marca al lector que se apasiona con esta inmortal historia sobre la libertad. Personalmente si no me salen mal los cálculos, leí este cómic por primera vez hace seis años y aún recuerdo aquella noche de viernes y aquella mañana de sábado, devorando cada una de las historias que componían esta obra de arte que nos regalaron Moore y Lloyd

Es una obra tan acertada porque golpea la mente y apuñala el corazón, conmoviéndonos en cada punto y haciéndonos sentir que estamos viviendo un viaje único. V de Vendetta es un cómic que no se pliega a una larga continuidad ni a elementos que podría disuadir al lector que no suele devorar tebeos. Cualquiera que quiera acercarse a V puede hacerlo, sea mujer u hombre, independiente de su raza o creencias. Es un tebeo siempre recomendable, que no pone más barreras que una elemental: el lector debe dar el primer paso y zambullirse y vagar por ese Reino Unido que sobrevivió como pudo a la Tercera Guerra Mundial.

V demuestra su filosofía en solo dos viñetas. Fuente.
Por si fuera poco, habría que sumar que, increíblemente, es ya un referente cultural. Pese a que, por desgracia, lo sea por una película que traicionaba su espíritu (llamémosla V de Vergüenza), siempre nos encontramos en alguna manifestación a alguien con la máscara de V. Esperemos que hayan comprendido la enseñanza que encierra este tebeo si es que, a caso, lo han leído. Al respecto, David Lloyd me comentó un día lo siguiente: 

"Estoy feliz de ver la máscara usada como lo que se ha convertido, en un símbolo de uso múltiple de la resistencia a la opresión y la represión. Por supuesto, ni Alan ni yo imaginamos lo que vendría, pero nosotros estábamos interesados en contar una historia que quisiera decir algo sobre el mundo real, así que es bueno que haya tenido un verdadero impacto con el objeto real que originó la serie".

En conclusión, V de Vendetta es una obra maestra que nos enseñó ya hace un par de años que cada uno de nosotros debe elegir ser libre y no caer, nunca más, en gobiernos de tirano. Ojalá un día consigamos aplicarlo. ¿Por qué no leerlo en su día, el 5 de noviembre, cuando se celebra (¿o se conmemora?) el intento, hace varios siglos, de Guy Fawkes de destruir el tiránico Parlamento Británico, siendo su rostro el de la máscara de V


"Eso es porque tienes miedo, Evey. Tienes miedo porque puedes sentir la libertad dentro de ti. Tienes miedo porque la libertad es terrorífica"- V.



La soledad y la responsabilidad del cómic en una sola imagen. Fuente.

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