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Hoy toca hacer de abuelo y recordar uno de los libros que han marcado mi vida como lector: Wicked: Memorias de una bruja mala de Gregory Maguire. |
La importancia de un retelling
Vivimos en una época en la que adoramos que nos vuelvan a contar la misma historia una y otra vez, pero ¿y si siempre hemos vivido esto y solo nos hemos hecho conscientes ahora? Me explico: los cuentos siempre se han contado y se han recontado, cambiado, transformado... Son como seres vivos que se contagian. Puedes ver cientos de versiones de un cuento clásico. Es parte de su magia.
En este caso, en Wicked, darle voz a Elphaba permitía darnos cuenta, mediante la deconstrucción, de que ni los buenos son tan buenos (Dorothy aparece poco y resulta terriblemente odiosa) ni los malos tan malos (es inevitable sentir cierta empatía por Elphaba, a la que conocemos desde niña). Por hacer un símil, es lo que intentó hacer la película de Maléfica de Disney, solo que lo que acabó resultando realmente maléfico de esa obra fue la propia película (qué cosa más terrible... y, además, inauguró esa epidemia de terribles "live action" donde ves a actores famosos haciendo cosplay cutre de personajes de la compañía del ratón).
En mi caso, como anécdota, me acerqué antes a Wicked que a El mago de Oz, obra que conocía de oídas, de versiones y parodias, y que más tarde descubrí como una de las joyas del cine fantástico y una pionera del séptimo arte a gran escala. Para cuando leí el libro de Baum, debo decir que no podía evitar alzar la ceja cada vez que Dorothy hacía algo cuestionable o veía cómo decapitaban a algún enemigo como si no pasase nada. Por suerte, todas estas obras y la propia Wicked me enseñaron a desconfiar del mago de Oz y de todos esos vendehumos que son muy reales, tanto en la ficción como en la realidad.
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La portada con el póster de marras. |
Tras dos décadas...
... Wicked sigue en mi estantería. Me lo recomendó una amiga de aquel verano ya tan lejano y sigue siendo una obra a la que le guardo cariño. Hay pasajes y personajes que he olvidado (otros que no, como la familia de Elphaba, su visita a la ciudad...), pero albergo todavía muchas de las sensaciones que me dejo aquel libro (la nostalgia, lo agridulce) y también la capacidad de que nos fijemos bien en cómo una historia puede cambiar con tan solo cambiar el punto de vista.
Es interesante pensar cómo hay libros que nos cambian sin que nos demos cuenta: pasan a formar parte de nosotros, como los recuerdos, y siempre serán parte de nosotros, aunque a veces creamos que los hemos olvidado. Por eso, merece la pena escapar de la manía de comprarse el libro de moda y fijarse más en todos esos volúmenes que nos han conformado como personas. Leí que una vez alguien dijo que la biblioteca de una persona puede ser su mejor biografía. Estoy de acuerdo.
Y sí, si por algo es conocido este libro es porque sirvió de base para el famoso musical homónimo, que también sirvió de base para las dos películas que se han estrenado recientemente. No he visto el musical ni las películas. Como me ocurre con Fahrenheit 451, guardo tanto cariño al libro que no veo necesaria la adaptación, incluso cuando el musical cambia y añade pistas musicales a toda la obra. No obstante, cuando surgen estas adaptaciones, espero que las editoriales en España se pongan las pilas y hagan reediciones de la obra. Si bien contamos con la edición de marras con el póster de la película, las secuelas de la obra de Maguire siguen descatalogadas en nuestro país (sin embargo, cuando estuve en Edimburgo, estaban en cada librería a la que fui... Quizá vaya siendo hora de empezar a leer en ingles). Tendremos que esperar. Mientras, Elphaba siempre nos aguardará como aguardaba a Dorothy: esperando el final de su historia, una historia que permanecerá para siempre con nosotros.
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El célebre póster del musical de Broadway. La película se basa en este, que a su vez adapta libremente la obra de Maguire. |