Recupero esta columna de El Juntaletras contra el mundo porque tengo que publicar algo hoy, me gusta este texto y sigo pensando lo mismo, mientras divago sobre las cosas que tengo que hacer en adelante. Así que ya sabéis, rock and roll, my friends!
Siempre he pensado que el artista necesita cierta dosis de locura en su trabajo.
No empezaré a hablar de esas alarmantes estadísticas que sitúan a escritores, dibujantes y demás como uno de los campos con mayores problemas psicológicos… simplemente intentaré hablar de la locura como algo que aquí significa: “esas ganas de hacer algo diferente e inesperado”.
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Espero no ser el único que se acuerda de esta canción... Fuente. |
Las obras que más me gustan suelen tener un toque alocado y apasionado en sus páginas, buscando una constante de originalidad que hace que me rasgue las vestiduras y…
[Aprovecho para deciros que la mayoría de los escritores sentimos envidia hacia otros autores no por su fama sino por su calidad. Me temo que, como lector, adoro a Alan Moore, Ray Bradbury, Stephen King, Terry Pratchett… Pero envidio su grandísimo arte. ¿Veis? Los amo y odio. Enciérrenme y tiren la llave].
…y considero que las obras que menos me gustan, en cualquier forma artística, son esas que no hacen que mi cerebro se encienda y diga: “Oh, esto… esto nadie lo ha usado antes”. Y puede que me equivoque, que si lo haya hecho alguien antes, pero ¿no es parte del arte eso de contar de nuevo la misma historia sin que lo parezca? ¿El monomito y todo eso?
Adoro a los artistas que son sinceros, que lejos de estar buscando una falsa (y comercial) excentricidad, lo que hace es ser unos auténticos punk rockers en sus obras. ¿Hay algo más destructivo que un buen cuento de Ray Bradbury? ¿Hay algo más maravilloso que el final de From Hell de Alan Moore? ¿No nos volvemos locos con los casos del señor Sherlock Holmes? ¿No nos maravillamos con los toques de humor de Pratchett? ¿No quisimos ir todos a Hogwarts gracias a J.K.?
Creo que los escritores (y cualquiera que se dedique al arte) debe intentar llegar al grado de genialidad de sus maestros y trascenderlos, intentar que alguien piense que es nuevo, raro y loco eso que estamos leyendo en ese momento.
Pienso en las primeras páginas del tebeo The Umbrella Academy de Gerard Way y Gabriel Bá. Suelo releerlo cada cierto tiempo para intentar descubrir cuál es la magia que encierra esas páginas, cómo en un par de viñetas son capaces de presentar un mundo, unos personajes, una historia y hacerlo de una forma tan lunática y fresca como es empezar en un ring de boxeo y acabar con el nacimiento de unos superhéroes. Por algo, The Umbrella Academy es uno de mis cómics favoritos y que nunca os dejaré de recomendar.
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Estas primeras viñetas son tan geniales. Fuente. |
Lástima. Soy un buen chico, pero de vez en cuando me gusta lucir esa imagen del rockero que nunca fui, que nunca fue capaz de aprender a tocar la guitarra. Quiero que la literatura sea buena, apasionada y novedosa. No deseo que nadie piense que mi obra es aburrida, no quiero ser un peñazo, quiero volverme loco y contar esas buenas historias que todos merecemos.
¿Recordáis a David Bowie? ¿Os acordáis de Mick Jagger? ¿De Iggy Pop? ¿De Gerard Way? ¿Los habéis visto en un escenario? ¡Están chiflados y todos deberíamos apuntar hacia ello!
El escenario del escritor es su página en blanco y cada letra debe ser una estrofa, un riff perfecto, un paso de baile estupendo, una patada al aire y tirarnos del escenario esperando que nuestros seguidores nos cojan en peso.
Por cierto, otro comentario que parece no venir a cuento. Tenéis que ver Velvet goldmine, es una película que casi nadie conoce y a mí me encanta. Imagino que a todos los que os guste el glam rock os hará delirar con su estupenda música y esa búsqueda de otra personalidad a través del arte. Me gusta. Creo que podría ejemplificar todo este post con ella.
Sé que mucha gente no entenderá esto o no pensará como yo, pero creo que, simplemente, no escribo para esa gente.
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Adoro esta película. Fuente. |
Escribo para esa chica de vez en cuando tímida, pero capaz de quitarse la coleta y desmelenarse.
Escribo para ese chaval que desea que le cambien la vida.
Escribo por ellos, por vosotros, para mí. Así que sacad los mecheros, agitadlos, bailad y hagamos de esta noche eterna algo inolvidable.
Necesitamos más rock en la literatura moderna. ¡Y se lo vamos a dar!