¿Dónde localizar mi novela? Donde no te traiciones

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Lo que más soporto de las redes sociales es poder comunicarte con personas interesantes. En el mundo literario, la pérdida de tiempo en las redes sociales mata novelas, relatos… pero también, siempre que las sepas usar, puedes encontrar a otros escritores y temas interesantes que tienen que ver con la literatura, como la localización.


Todo esto viene a cuento porque un compañero juntaletras me habló esta semana en las redes sociales sobre la localización de las novelas. ¿Deben ser reales, ficticias, cercanas, documentadas…? Buena pregunta que para mí enraíza con otro tema: el no traicionarte.

La localización… Si quieres que sea ficticia, hazla y si quieres inventa tanto hasta que parezca real (es lo que hago con Hollow Hallows). Si quieres que sea real, documéntate a través de todas las fuentes disponibles si lo necesitas (recuerdo una amiga que buscaba con el Google Maps los lugares de Australia donde transcurría su novela) y si quieres crear e imaginar a partir de un lugar real, hazlo (es lo que hice con Transilvania en otras de mis historias, es lo que hacen muchos autores cuando siempre describen el Londres gótico y sombrío de otras novelas). O, si quieres arriesgar, habla sobre un lugar y no digas su nombre (la imaginación es importante; pensar que podría suceder en cualquier sitio que el lector imagine dentro de las posibilidades está bien). Unas cuantas posibilidades, ¿no?

Esto es literatura, lo importante es crear una buena historia, buenos personajes, buen trasfondo… Pero ¿qué hacer entonces? Lo crucial, ante todo, es ser leal a la historia y los personajes… Y hacer lo que esto te exija. ¡Tienes instinto, hazle caso! Cuando quieras ir por un camino y algo te diga “haz esto”, si crees que es lo mejor, “hazlo” y no temas equivocarte, siempre se puede volver atrás y arreglarlo (por suerte, en eso la literatura no suele ser como la vida, donde no puedes reescribir -atentos a la palabra- tu pasado aunque lo intentes). 

Podemos escribir sobre cualquier lugar y en cualquier lugar.
Aquí el ejemplo: una casa china abandonada en cuyas paredes hay escrita una novela.
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Aprovecho y comento algo que me parece interesante: cuando escribes una historia, trazas un camino. Si ese camino te lleva en línea recta y, de repente, quieres forzar que acabe en un lugar donde no le corresponde (al otro lado del mapa o váyase a saber...), será como si andas caminando por fuera de tu casa y terminas al siguiente segundo en el pico del Everest. ¿Y eso? Quizás a ti no te chirríe tanto, pero al lector sí. Hay que ser leales a la obra y vale que tú seas el dios de tu creación, pero creo que no debes forzar todo hasta convertirlo en una bola de papel formada por lo que tú quieres más que por lo que es lógico para tus personajes, ¿por qué? Porque las bolas de papel se van a un solo sitio y es la basura (aunque la basura, a veces, son libros editados con bonitas portadas y cubriendo toda una sección de una librería… Pero más vale ser honesto, pienso, y escribir la mejor obra que puedas). 

Te advierto, volviendo al tema de la localización, de que habrá una camarilla de intelectuales (en cursiva, con todas las de la ley) que te dirán (te ordenarán, más bien): si eres español, escribe sobre España. Son los mismos que rechazan las obras de ciencia ficción, ya que no puedes escribir sobre Marte sin haber estado en Marte, según sus postulados que olvidan algo importante: la fantasía es metáfora y, hablando de fantasía, toda la literatura es ficticia, guste o no, incluso las biografías. Y ya sabéis lo que pienso, temo a la gente sin imaginación y sin sueños. Huid de ellos si podéis. 

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Como leéis en esta columna de El Juntaletras, este tema de la localización para mí va (como tantas otras cosas) sobre la libertad con la que escribes la historia. No intentes complacer a todo el público, porque acabarás sin complacer a nadie. Te lo digo ya: hay alguien ahí fuera al que le gustará tu historia, que conectará contigo. No queda otra pues: haz que te guste la historia y sé fiel a su desarrollo, a lo que te pida tu escritura, a lo que sientas. 

No te vendas, no pienses en las críticas… El arte no es un cárcel, es todo lo contrario: la más absoluta libertad y, a veces, asusta, pero vale la pena tomar las riendas. Y escribe, ante todo, escribe. Siempre necesitaremos historias, transcurran donde transcurran y las protagonicen quienes las protagonicen, porque jamás olvidaremos la magia del arte. Somos afortunados por ello... sigámoslo siendo

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