Animal Man, el
superhéroe con poderes que imitan las habilidades de las bestias, regresa para
enfrentarse a la putrefacción, un enemigo que quizás no pueda detener.
DC Comics decidió en 2011 reiniciar su universo
cómiquero. Había elementos que desaparecían de la continuidad, otros se
quedaban (ni DC sabía bien cómo). Todo era una estrategia para acercar a nuevos
lectores… Que supongo que serán los que hallen algo nuevo en esto, porque no es más que
una copia de lo hecho con anterioridad.
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Animal Man y su crossover con la nueva Cosa del Pantano. Fuente. |
Jeff Lemire cuenta una historia
más o menos entretenida, donde
hay algún elemento interesante, como la entrevista para iniciar la historia o la
falsa película (que lo malo es que se coge casi todo un número y el arco no
avanza). No obstante, seis números me parecen demasiados para un arco que queda demasiado abierto (y donde hay un número que se pierde por el temita de la falsa película).
El mayor problema es que Animal Man es un
personaje demasiado complicado. La libertad que tuvo Morrison en su etapa (reseña aquí), lo
convirtió en un personaje digno de la línea Vértigo, más adulto, experimental y oscuro. Al
final de su etapa, Animal Man descubría que era un personaje y se encontraba
con el propio Morrison. ¿Bien llevado? ¿Bien hecho? Puede, pero el personaje
quedaba como el rara avis en DC, pese a que no recuerde esos eventos (y más con el
reinicio). No obstante, la etapa más importante del personaje es la de Morrison
y es, en parte, un hándicap.
Porque este Buddy arranca como un superhéroe
de segunda división que se ve enfrentado a una amenaza mayor. Casi el mismo
arranque que le daba Morrison en su día (y con una mujer y unos hijos que se
comportan casi igual). Además, como en la etapa del guionista escocés, Buddy se
enfrentará a los bichejos y criaturas más oscuras de DC, con gran componente de
terror. No está mal, pero no es esa innovación que prometía el New 52[1].
A parte de eso, se explora el Rojo, la
conexión entre todos los animales. Que es una referencia al Verde, la red que
une a todas las plantas, de La Cosa del Pantano, célebre gracias a la etapa de
Moore (crítica aquí).
En estos seis números se explota eso y se
llega hasta un grupo de tótems que recuerda al Parlamento de los Árboles de La
Cosa del Pantano en la etapa de Alan Moore (y los toques de terror, esos
monstruos, parecen sacados también de la época del escritor de Northampton).
Y es que La Cosa del Pantano actual, la de Scott Snyder (pinchad aquí para leer la reseña), y Animal
Man van a reunir su camino en los próximos números para enfrentarse a la
putrefacción y…
No hay nada nuevo bajo el sol.
En el Tierra 2 de Robinson, el avatar de la putrefacción es
Salomon Grudy, que extiende la muerte a su paso (como los enemigos de Animal
Man y la Cosa del Pantano en el Universo DC “tradicional”), y el Verde busca a
un caballero que lo defienda: Green Lantern en este mundo. Las cosas son
demasiado parecidas entre un universo y otro y suena demasiado reiterativo.
Por otra parte, en cuanto al lado más
“terrenal”, se descubre que la hija de Buddy es un avatar del rojo. Una
supuesta lección que busca cambiar el origen (al estilo Una lección de
anatomía… Otra vez de Moore) y que busca forjar a la nueva niña mala del cómic
(ahora están de moda con el niño Loki, Damian Wayne…).
¿Es esta la nueva DC llena de ideas que
defienden algunos de sus autores? A mí me parece que se han confundido
bastante.
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Tomo del Animal Man de Lemire. Fuente. |
Enfrentándose al pasado
Sobre el apartado gráfico resulta aceptable,
siguiendo la línea de los dibujantes de La Cosa del Pantano de la etapa de
Moore: Stephen Bissette y John Totleben. Por tanto, hallamos bichos muertos, monstruos aberrantes y un par
de locuras más que a finales de los ´80 parecía diferente, hoy algo
repetitivo.
En cuanto a la edición contiene un poco de
publicidad del nuevo DC con entrevistas, anuncios… Además de un texto de
introducción.
En fin, Animal Man representa para algunos lectores una esperanza, pero
para otros que conocen el pasado de este personaje y otros como La Cosa del
Pantano, representa una repetición que aporta más bien poco.