Este texto aparecerá en la edición del próximo mes de la revista “Sin Nombre”, la cual si no conocéis aún, os la recomiendo encarecidamente.
*
“Ser nuevo en la universidad”
![]() |
Porque sé que, tras vuestros primeros días, todos vais a regenerar cual Doctor de "Doctor Who". |
Eres nuevo. Te han vendido la idea de que la universidad es un lugar de desmadres, bromas pesadas, ti@s que de buen@s que están se rompen (nunca he entendido esta expresión, pero ahí está), exámenes dificilísimos, profesores que amontonan más polvo que los muebles de la Mansión Addams… Y te diré: “a caso, mi pequeño aprendiz, ¿no te diste cuenta, cuando intentaste usar el cepillo de barrer de tu madre como espada láser, de que las películas no son (del todo) un reflejo de la realidad?”
En realidad, la universidad es una buena experiencia. No siempre será el paraíso de “My Little Poney”, alguna vez alguien te tocará las narices (tócale la oreja, le mosqueará más) o tendrás un examen del que dependerá tu vida (por ejemplo, un examen médico), pero conocerás a personas asombrosas y aprenderás mucho, fuera y dentro de las aulas.
Si vas a estudiar en Tenerife, serás de los de números (y demás) que viven en Trinidad o de letras o sociales e irás a “Guaharvard”[1]. También puedes romper este hecho y ser uno de los molones de “Bellas artes”… Sea como sea, un día, cuando se hayan terminado las clases, mientras vas a por tu coche, la guagua, el tranvía o tu nave espacial (lo que sea), te darás cuenta de que… ¡Lo estás pasando bien!
¿Cómo es posible que algo que ahora te angustia tanto, al final, sea algo tan bueno? Quizás por eso, las cosas perfectas que has de vivir siempre te aterrarán un poco... ¿Una prueba de algo que haga que la universidad sea estupenda? Por ejemplo, la revista “Sin Nombre” que estás leyendo (editores, espero mi cheque).
Sea como sea, encantado de conoceros. Podéis quitaros ya el nudo de la garganta.
F.D.: Alguien que mañana
empieza su tercer año.